
Paulin se lleva a Francia su amor por lo ancestral
Con una sonrisa que refleja su felicidad y motivación, Myriam Paulín, una francesa de 38 años, daba sonido rítmico con el suave movimiento de sus manos a un sonajero de canicas, instrumento musical ancestral andino elaborado por ella.
La mujer, nativa de Le Puy Velay, exclamaba que “son una belleza, estos instrumentos no existen en mi país, a mi regreso a Francia, de seguro me dedicaré a hacer los sonajeros y redoblantes para que mi comunidad conozca esta riqueza histórica y ancestral de los pueblos andinos de esta parte del continente”.
La extranjera fue parte de un grupo de 15 personas que participó del taller gratuito de construcción de instrumentos musicales ancestrales andinos, dictado por el musicólogo y luthier Adolfo Idrovo y su colaborador Víctor Quinde, bajo la coordinación del Centro Interamericano de Artes y Artesanías Populares (Cidap).
Myriam había llegado a Cuenca hace un mes y medio para hacer turismo. Pero el alma andina rondaba en esta francesa. Durante un recorrido por el museo del Cidap y luego de ver los instrumentos musicales andinos, se motivó a ser parte de un curso de construcción de estos elementos.
“A estos instrumentos no se los conoce en mi país, son hermosos y fáciles de hacer. Dan un ritmo musical distinto, son parte del folclor andino que hoy en día poco se aprecia”, adujo Myriam, al tiempo de expresar que en su país va a replicar lo aprendido para difundir la cultura ancestral andina. “Claro, los materiales los deberé llevar de Ecuador”.
Junto a la extranjera fueron parte del grupo de aprendices, Joaquín Pazán y Jenny Hernández.
“Nos gusta la música entonada con instrumentos ancestrales, aquellos que casi se han perdido, y fue eso lo que nos motivó a seguir el curso. No solo aprendimos a elaborar; también aprendimos a afinar, entonar y mantenerlos”, comentaron.
Según el musicólogo y luthier Adolfo Idrovo, es el segundo curso que dicta con la sola intención de promover el oficio de hacer instrumentos musicales andinos, práctica que casi se ha perdido en nuestro país. Son instrumentos que fueron utilizados por los grupos kichwahablantes y que posteriormente los usaron los grupos urbanos y afroecuatorianos, aplicando la música como el arte de los sonidos.
“Mi propósito es mantener la cultura antigua, donde la música se fundamentaba en los sonidos de viento y aire, nacidos de la época indígena y colonial, que no la debemos perder como parte de nuestra identidad”, explicó Idrovo.
Entre estos instrumentos se hallan los silbatos de coco, pallas, quenas, rondadores, bocinas, churos, pingullos, flautas, guaguas... en fin, una variedad de algo más de 42 instrumentos musicales, que por lo general lo adquieren los turistas extranjeros o algunos grupos de música.
Fausto Ordóñez, director del Cidap, explicó que el interés del Centro de Investigación es mantener vivas las tradiciones, oficios y cultura ancestral. (F)