La Península revisa sus apellidos
Arqueólogos e historiadores analizan el origen de sus patronímicos. Algunos honran el lugar que habitaban, otros fueron heredados de sus caciques locales.
Desde hace un lustro, en la Península se vienen efectuando conversatorios y debates sobre la real identidad de sus habitantes. Arqueólogos e historiadores discuten la procedencia. A estas exposiciones se han sumado expertos de la Universidad Estatal que realizan investigaciones sobre el tema. Existen dos corrientes en las discusiones, estas son ‘Cholos’o ‘Guancavilcas’, cada experto muestra el porqué de su teoría. Pero dentro de los discursos se han revelado datos muy interesantes, como la procedencia de varios de los apellidos que son muy populares en esta jurisdicción.
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Leer másEl activista Juan Hidalgo, uno de los expositores alineado a la tendencia de que Santa Elena es pueblo Guancavilca, mostró en una de sus exposiciones un trabajo de parentesco, política y prestigio social efectuado por la arqueóloga argentina Silvia Álvarez, quien publicó un libro referente al tema en 2011.
Allí consta el último censo efectuado por los españoles en el año 1803. En ese entonces la Península comprendía cuatro sectores bien establecidos: Chongón, que era el límite con Guayaquil; Chanduy, comprendía toda el área sur; Santa Elena o zona central y Colonche, que alcanzaba a toda la jurisdicción del norte.
Hidalgo expuso que según el trabajo de Álvarez, en aquel censo los españoles obligaron a los nativos (guancavilcas) a usar un apellido. Varios de estos se adoptaron de acuerdo con el sitio al que pertenecían o lo relacionaban con los caciques de las comarcas.
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Leer másAsí, por ejemplo, de ‘Tumbalá’, que era el nombre de un cacique que dominó el área de la isla Puná hasta Posorja, dio origen a Tomalá, uno de los apellidos que lo lleva un gran conglomerado de la zona. Yagual, que es otro de los apellidos con gran presencia en la Península procedería de un rebelde indígena denominado ‘Llacual’, este cacique estuvo al frente de las comarcas costeras.
El apellido Guale proviene del cacique del mismo nombre, ‘Guale’, que dominaba los territorios en la cordillera entre los límites del norte de Santa Elena con el sur de Manabí. “Eso explica por qué en algunos lugares hay más apellidos que hacen notoria su presencia, mientras que en otros sitios son muy pocos. Muchos de los hombres al contraer nupcias con las mujeres de las áreas cercanas, extendieron la descendencia y el crecimiento de su apellido”, señala Hidalgo.
Félix Lavayen, director de la Casa de la Cultura, explica que con la llegada de los españoles a tierras peninsulares, en el siglo XVII, surgieron composiciones en los apellidos, pero que a estos también se los considera autóctonos. El directivo del ente cultural citó como ejemplo el apellido Borbor, que viene de Borbón de España, asimismo el apellido Caiche, Reyes, este último se cree que fue en honor a los reyes españoles.
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Leer más“Los apellidos que llevan el prefijo De, identificaban a la pertenencia de nativos esclavos de un español asentado en los territorios, así se dio origen a los apellidos De la Cruz, De la Rosa, Del Pezo y otros”, expresa Lavayen.
El historiador José Villón Torres dice que con el pasar del tiempo los apellidos han sufrido transformaciones, algo similar a los nombres ancestrales que tenían los caseríos que ahora han sido reformados, Villón también da ejemplos como la comuna Gaguelzan que a inicios del siglo pasado cambió su nombre por San Rafael, asimismo ‘Dos Boca’ que ahora se denomina San Antonio.
“Lo cierto es que el territorio peninsular fue un asentamiento mucho antes de la llegada de los españoles. La cultura nuestra data de siglos y los estudios así lo demuestran. Tenemos apellidos autóctonos al igual que nombres únicos de poblaciones”, relata Villón, que actualmente realiza un estudio profundo de la historia peninsular.