Penipe rememora el arrastre de chamizas
Las fiestas de San Francisco de Asís del monte de Cedral se cumplen a inicios de octubre. Festejos mezclan el calendario ritual con cultos cristianos
Decenas de devotos de San Francisco del Monte del Cedral cumplieron el arrastre de chamizas la tarde y noche del sábado en Penipe, Chimborazo. Este rito, parte de la fiesta en su honor, tiene cientos de años y es el resultado del sincretismo entre costumbres indígenas y ritos católicos.
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Leer másSe lo efectúa como una ofrenda al santo y es parte de la herencia cultural que ha pasado de generación en generación. Está relacionada con los rituales de purificación de los pueblos originarios; bajo esta creencia el arrastre simboliza el llevar las penas, problemas, lo negativo; y su incineración representa el deshacerse de estos a través de peticiones al santo.
En las diferentes parroquias, que conforman el cantón Penipe, los fieles se preparan con semanas de anticipación, podan sus bosques y colocan las ramas para que se sequen con el sol. El día de la celebración son transportadas hasta la plaza central de la cabecera cantonal, al ritmo de bandas de pueblo por bueyes, burros y caballos, que previamente han sido soplados con alcohol y adornados con banderas, cintas, globos y pancartas.
En la plaza, las delegaciones son recibidas por los washayos (priostes menores) con las tradicionales comparsas de los chivitos penipeños, caballos de madera y las carishinas; todas tienen un significado, según la investigación realizada por Zandro Haro, gestor cultural del cantón.
Los chivitos, se estima, nacieron del amor que tenía San Francisco por los animales. “Es la devoción, los agricultores se disfrazan de chivitos para danzar y agradecer por sus siembras y animales”, afirma.
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Leer másLos caballitos, representados con un traje elaborado en papel que simula al cuerpo del animal, llevan sombrero y careta de malla, emulan a los hacendados. Mientras que las carishinas (proveniente de dos vocablos kichwas: cari hombre y shina similar) acompañan dando el toque de humor a las danzas.
La procesión de las velas y las flores atraviesa la ciudad andina
La celebración se llevó a cabo desde el 6 al 9 de octubre. El domingo 10 hubo toros de pueblo y la tradicional y esperada quema de un enorme castillo en las laderas cercanas.
“Amamos nuestra tierra y sus tradiciones, son parte de nuestra cultura, de quienes somos. Estamos celebrando 459 años desde cuando nuestro patrono llegó a estas tierras”, indica Lenin Merino, dirigente del barrio Cristo Rey, la comunidad organizadora este año de los grandes festejos.
Es tradicional que todos los personajes de la cultura penipeña, junto con los priostes, salgan con la imagen del santo por las calles de la ciudad, en la denominada procesión de velas y flores. Durante el recorrido, los creyentes entregan dinero como limosna que es sujetada al manto de la imagen con imperdibles. Una vez que llegan a la iglesia se realiza la misa y luego retornan para la quema de la chamiza, así como de los castillos.