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presidente de la Judicatura
Caricatura de la escena de la elección del nuevo presidente de la Judicatura.TEDDY CABRERA

¿En qué pensaba José Suing cuando postuló a Mario Godoy?

La escandalosa elección del nuevo presidente de la Judicatura demostró cuáles son las prioridades políticas del país

Escandaloso espectáculo el de la elección, esta semana, de Mario Godoy como nuevo presidente del Consejo de la Judicatura. Hubo incidentes creados, manipulación de reglamentos y sospechosos golpes de timón en el Consejo de Participación Ciudadana; presiones indebidas, amenazas arteras y juego sucio (para variar) en la Comisión de Fiscalización de la Asamblea; angustias indisimuladas de políticos correístas; intervenciones secretas de operadores de Carondelet… Y mientras los reflectores de la opinión pública se centran en los actores más bulliciosos de este drama (los consejeros Esteban Guarderas y Nicole Bonifaz, Abraham Verduga y la asambleísta Pamela Aguirre...) hay un personaje que está pasando de agache: el presidente de la Corte Nacional de Justicia, José Suing. Al fin y al cabo fue él quien puso a Mario Godoy (motivo de todo este alboroto) en la terna para elegir vocal principal del Consejo de la Judicatura. ¿Por qué lo hizo? ¿Para quién juega?

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Nominación sospechosa y vínculos políticos

La nominación de Godoy no puede ser más sospechosa. Abogado de narcotraficantes (el exdirector de Aviación Civil Eduardo Larrea, preso por delincuencia organizada, y su hermano Juan Pablo, detenido en Estados Unidos en una avioneta cargada de droga), el nuevo presidente de la Judicatura es también conocido por su larga relación con el correísmo, durante cuyo gobierno sirvió en diferentes cargos. Fue abogado del abogado de Rafael Correa, el depuesto presidente del CPCCS Alembert Vera, así como de Guillermo Churuchumbi, el violento colaborador de Leonidas Iza que se alzó con la coordinación de Pachakutik a patadas y a palazos (literalmente). Un hombre con sus vínculos de partido parece el menos indicado para optar por un puesto cualquiera en la Judicatura, no se diga su presidencia. José Suing, sin embargo, no dio importancia a semejantes antecedentes. Más aún: lo puso en la terna en reemplazo de otro candidato aun peor al que tampoco había hallado objeción alguna.

Este dato es escandaloso y sorprende que no haya puesto a sonar todas las alarmas, será que el país ya está acostumbrado a lo peor. Resulta que antes de considerar a Godoy, el presidente de la Corte Nacional de Justicia había creído oportuno incluir en la terna para vocal principal del Consejo de la Judicatura nada menos que al representante jurídico de ADN, el partido de gobierno. Hugo Landívar renunció a ese cargo para asumir su lugar en la terna y fue inadmitido por el Consejo de Participación Ciudadana no por sus evidentes y públicas vinculaciones políticas, sino por no acreditar suficiente experiencia profesional. Como si Al Capone postulara a director del SRI y lo rechazaran por no tener título de cuarto nivel. Estaba claro, pues, que ese lugar en la terna estaba reservado para el candidato que impusiera el gobierno y que Suing estaba dispuesto a poner ahí al mismo diablo si se lo mandaba Daniel Noboa. O Rossie Torres, la subsecretaria de Gestión Gubernamental que actúa como enlace entre Carondelet y la presidencia de la Corte Nacional de Justicia.

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A Mario Godoy lo impuso el gobierno. A Noboa le gusta porque es pareja sentimental de Dolores Vintimilla, abogada con nombre de poeta decimonónica que tenía a su cargo la defensa de Maribel Barreno, la consejera de la Judicatura procesada por obstrucción de la Justicia y buena amiga del presidente de la República. Además, sus vínculos con el correísmo lo convertían en una especie de bisagra entre los intereses judiciales del gobierno y del expresidente prófugo y hacían de él un hombre de consenso en el CPCCS.

Ocurrió en una reunión del Consejo de Seguridad: el equipo de Noboa se llevó a un rincón de la sala al equipo de Suing y le impartió instrucciones. Se sabe en la Corte Nacional que el cargo temporal que ostenta Suing se lo debe a las maniobras de Carondelet en el Pleno de ese organismo. Se reconoce, también, que no es que el juez sea una mala persona, alguien con intereses oscuros o agenda oculta. Nadie lo tacha de corrupto. Nomás un tipo medroso, de temperamento débil. Esa falta de carácter nos tiene ahora con un exabogado defensor de narcotraficantes, con fuertes vínculos políticos, al frente del organismo que tendrá a su cargo la elección de los nuevos jueces de la Corte Nacional.

Implicaciones para la Justicia en Ecuador

Lo ocurrido esta semana con la elección del nuevo presidente del Consejo de la Judicatura es una demostración de cuáles son las prioridades de la política nacional. Por si alguna duda había. La primera de esas prioridades: controlar la justicia. ¿Qué el gobierno y el correísmo están peleados a muerte? Puede ser, pero si juntos pueden influir en la selección de los nuevos jueces, cualquier diferencia queda en un segundo plano. El ataque de nervios, los síntomas de desesperación (con arrebatos de histeria en la indecorosa sesión de la Comisión de Fiscalización del día miércoles), el juego de maniobras y negociaciones, en fin, la descarada urgencia a la que se entregaron los actores políticos tras esa primera elección de Dunia Martínez como presidenta de la Judicatura, en sus intentos de tumbarla, fue un espectáculo quizá poco edificante pero bastante aleccionador: nos pinta de cuerpo entero el estado terminal en el que se encuentra la ética pública en el país

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