"¿Por qué no pensar en regalarle una muñeca a un niño varón?"
ENTREVISTA: María Augusta Hermida, primera rectora de la Universidad de Cuenca, describe las barreras que enfrenta la mujer en el mundo universitario.
- Como en el caso del vaso medio lleno o medio vacío, a su criterio, ¿el que haya una primera mujer al frente de una universidad pública del país en 153 años refleja el reconocimiento del aporte femenino o más bien el atraso en hacerlo?
- Creo que esto debe ser visto como algo muy positivo, como una gran responsabilidad y un gran orgullo, porque es evidente que para que una mujer esté ahora de rectora muchas otras antes han debido ir abriendo camino: desde la primera estudiante en 1914, la primera presidenta de FEUE, la primera decana, la primera vicerrectora, y ahora, la primera rectora. Creo que esto habla bien de la universidad ecuatoriana en general, quiere decir que ha habido la oportunidad de que la mujer poco a poco vaya incursionando en la ciencia, en la docencia, en la gestión y en la dirección. Pero no deja de reflejar las grandes limitaciones que aún existen para que la mujer pueda desarrollarse en el mundo universitario.
María Augusta Hermida utiliza el concepto de ‘techo de cristal’ para referirse a barreras invisibles, pero presentes, que afectan a las mujeres en el ámbito universitario. Cita entre ellas la falta de equilibrio entre su vida profesional y familiar (“lo que a veces le causa un sentimiento de culpa a la mujer”); la falta de reconocimiento de su trabajo y de su capacidad (“a veces escribimos libros, artículos, pero los nombres que son reconocidos son los de los hombres”). El tener que estar demostrando siempre que pueden ser académicas, investigadoras, líderes (“son cosas que no les pasan a los hombres”). Agrega los micromachismos y los estereotipos culturales (“te obligan a ejercer de secretaria o de mamá, en lugar de verte también como una científica, como una decana”). Y acota que superar todas estas barreras "es romper el techo de cristal" y abrirle camino a otras generaciones.
- ¿Por qué dice que el desequilibrio entre lo profesional y familiar a veces le causa un sentimiento de culpa a la mujer?
Un cambio clave para ver más mujeres ecuatorianas en la ciencia
Leer más- Este tema viene por los estereotipos culturales de qué tiene que hacer la mujer. Cuando a nuestras hijas pequeñas le regalamos una muñeca y ollitas, le estamos diciendo que tienen que ser mamás y encargarse de la casa y cocinar. En cambio a los varones les regalamos juegos de armar, rompecabezas, entonces les estamos diciendo que pueden ser constructores, ingenieros. Esos estereotipos tenemos que romperlos. A niños y niñas les debemos dar de todo. ¿Por qué no pensar en regalarle una muñeca a un niño varón? Eso sería hermoso porque le estaríamos diciendo desde pequeños que también pueden cuidar a sus hijos. ¿Y por qué no regalarle a una niña juegos de armar?, le estaríamos diciendo que también puede ser una ingeniera.
- Pero nuestra generación aún conserva estos estereotipos.
- Debido a que mi generación fue criada con estos estereotipos resulta que cuando llegamos al mundo académico, sentimos esa culpabilidad. Nos sentimos culpables porque la sociedad esperaba que seamos mamás. Y no todas tienen que ser mamás. Y las que son mamás también pueden ser académicas. Y cuando estamos cuidando a los hijos, sentimos culpa de no estar haciendo investigación, de no hacer academia. Esta culpa se rompe cuando rompemos los estereotipos culturales, entre todos, desde la infancia.
- ¿Ha experimentado usted ese sentimiento de culpa?
- He sentido casi todas las cosas que he venido mencionando. Fui mamá antes de iniciar mi carrera de Arquitectura y tuve mi segundo hijo cuando estaba en la mitad. Obviamente me resultaba complicado compaginar el ser mamá con ser estudiante. Tuve la suerte de recibir la ayuda de mi familia. Pero ese no es siempre el caso de todas las estudiantes que tienen hijos. Entonces ahí las instituciones tienen que entrar para resolver este tema.
- A propósito de que a las mujeres siempre se les pide más, la pandemia agregará dificultades a su gestión, por la crisis y la reducción del presupuesto de la institución.
- Para empezar debemos dejar claro a la ciudadanía que la educación es un derecho. Cualquier sociedad que quiera ser moderna, tiene que financiar la educación y la salud. Ambas son pilares de la sociedad. Partiendo de que la educación es un derecho humano, hay que destinar recursos. Si bien la pandemia generó problema de recursos, no es que nos quedamos sin dinero, ¿Entonces, a qué le damos ese dinero, ¿Qué es prioridad? El año pasado se vio que la educación no era prioridad para el Gobierno y sufrimos un ataque muy fuerte cuando se redujo nuestro presupuesto. En el caso de la U. de Cuenca se redujeron 5,5 millones y se pretende reducir otros 5,5 millones este año. Fíjese cuánto esto puede afectar al funcionamiento. Es casi el 8 % del presupuesto.
EL CONTEXTO: Por primera vez en sus 153 años de vida institucional, la Universidad de Cuenca eligió a una mujer como rectora, el pasado 27 de enero. Por vía telefónica, EXPRESO dialoga con ella sobre la presencia de la mujer en la universidad ecuatoriana y el reto que le espera en un contexto de crisis general del país, agravada por la pandemia.
- Hemos visto autoridades universitarias que evitan criticar o reclamar públicamente al Gobierno para evitar represalias; y otras que sí lo hacen porque asumen que esa es su responsabilidad. ¿Podemos inferir que usted es de las segundas?
- Creo que no se trata de establecer una pelea entre universidades y Estado. Eso no tiene sentido. El sistema de educación superior logró unir al Estado con las universidades, pero lo que sí necesitamos dejar claro y poner sobre la mesa de discusión es que sin presupuesto las universidades no pueden existir. No se trata de estar en contra del Gobierno, sino de ir de la mano del Gobierno y explicarle la importancia de las universidades.
- ¿Cómo espera lograr eso?
La Universidad de Cuenca ve acercarse su hospital
Leer más- Demostrando que, por ejemplo, desde la Universidad de Cuenca, podemos dar respuesta a los problemas hídricos, a las energías renovables que es parte de la nueva matriz energética en el Siglo XXI, respuestas a la soberanía alimentaria, a la construcción de políticas públicas en muchos temas. Entonces cuando el gobierno entiende que la universidad es útil, que es una inversión lo que allí pone, ahí si podremos recibir esos recursos.
- En ese tema, hay la percepción de que ante la pandemia, ha sido mayor el aporte de las privadas que de las públicas, en cuanto a investigación, pruebas de diagnóstico, consultas, apoyo sicológico, etc. ¿Cree usted que así es en realidad?
- Entiendo que es una percepción y creo que se da quizás porque las universidades privadas han tenido mejor marketing. Obviamente no comparto esa percepción. Las universidades públicas hemos hecho grandes aportes también. Pero puedo estar de acuerdo en que ha faltado mucha más difusión, más coordinación interinstitucional y también dentro de las universidades. Hago una autocrítica de la Universidad de Cuenca que tiene muchos proyectos relacionados con Covid-19 pero estaban siendo trabajados de manera atomizada. Entonces, lo que hicimos hace un mes fue consolidar la ‘Mesa Covid’, donde tenemos más de 15 proyectos relacionados con la pandemia.
-Ustedes tenían también un mega proyecto financiado por una fundación belga para construir un hospital y desarrollar medicamentos. ¿Cómo va eso?
Ese proyecto se llama Centro de Innovación en Salud. Se firmó un convenio con una fundación belga para recibir algunos millones de dólares con los cuales se iba a construir una planta de elaboración de medicamentos biológicos para ciertas enfermedades como lupus y artritis reumatoide. Además, un pequeño hospital, de 15 camas, para dar tratamiento a pacientes de esas dos enfermedades. Lamentablemente no ha avanzado porque para arrancar se necesita una carta de garantía del Estado de que esos 200 millones de dólares van a ser bien utilizados. Esta carta no se ha firmado por parte del Estado y mientras no se firme no podemos arrancar con el convenio. Tenemos todavía la esperanza de que esto se pueda dar en este Gobierno. Obviamente si no firman en estos meses nos tocaría volver a empezar con las nuevas autoridades ya a partir de mayo.
Una curiosidad final: Usted es arquitecta, pero también estudió antes Ingeniería en Sistemas, Física, Matemáticas, Filosofía, Sociología. No solo de áreas diferentes, sino consideradas opuestas.
A mí me gusta contar esta parte de mi formación porque cuando uno tiene 18 años a veces no está muy clara de lo que quiere estudiar. Empecé con Ingeniería en Sistemas y justamente cuando estaba en sexto ciclo y había estudiado Matemáticas y Física, me di cuenta que mi mundo no era solo el área técnica y allí incursioné en la Filosofía y la Sociología, para desembocar luego en la Arquitectura, que fue mi carrera más querida porque me permitió combinar el arte, la técnica y lo social. Entonces siempre pienso que fui afortunada de encontrar la carrera adecuada. Esto me gusta contar porque a veces cuando los estudiantes la ven a una como rectora de una institución no conocen los altibajos que uno ha debido superar a lo largo de su vida. Y estos cambios de carrera que en un momento me pudieron haber parecido baches en mi vida, al final fueron oportunidades para llegar hasta donde pude llegar.
Y ese paso por áreas humanísticas y técnicas le dan también la ventaja de la experiencia para decir si es verdad que ciertas carreras son más afines o no para las mujeres. Porque si bien es cierto ya son mayoría entre la población estudiantil universitaria, las mujeres aún siguen siendo minoría en las carreras técnicas y siguen evitando las ciencias duras.
Esa es una tarea de todas las personas que hemos incursionado en carreras técnicas, de ser mentoras, de promover entre las niñas y adolescentes este gusto y esta pasión por las matemáticas, por la física, por las ciencias duras en definitiva, que a veces han estado estigmatizadas para que las mujeres no incursionen en ellas. Frases como esa de que las mujeres no son buenas para matemáticas, que no son ciertas y que hay que ir superando. Mas bien hay que motivarlas a que vengan a la ingeniería, a la física, a las matemáticas y otras áreas donde ahora tenemos pocas mujeres, pero que son campos muy importantes para el futuro, porque van a tener fuentes de trabajo. Creo que es importante que todas las chicas del bachillerato se planteen estas opciones.