La pesca artesanal no muere en Valdivia
“Allí está la mancha, muchachos. Vamos rápido que se pasa”, son los gritos de Augusto Guale, un comunero de Valdivia que junto a varios pescadores del sector norte peninsular se dedica a recorrer el perfil costero de la Ruta del Spondylus, a la espera
“Allí está la mancha, muchachos. Vamos rápido que se pasa”, son los gritos de Augusto Guale, un comunero de Valdivia que junto a varios pescadores del sector norte peninsular se dedica a recorrer el perfil costero de la Ruta del Spondylus, a la espera de observar los cardúmenes de peces que pasan cerca de la orilla del mar.
Una vez escuchada la alerta de Guale, otro grupo de pescadores artesanales rápidamente baja de un vehículo una pequeña embarcación que denominan ‘bongo’, para de inmediato ingresar al mar remando. El objetivo es rodear el conjunto de peces.
Mientras los hombres avanzan en la pequeña embarcación, van lanzado la red; una vez completado el medio círculo, les corresponde a los otros pescadores que están en la playa arrastrar la malla hacia la orilla. Si logran interceptar el paso de los peces se habrá conseguido una muy buena pesca.
Este sistema de captura de peces pelágicos pequeños es antiguo y se ha mantenido de generación en generación a pesar de que en los puertos ahora la gran mayoría utiliza lanchas de fibra con motores fuera de borda de gran potencia y velocidad.
Guale indica que la labor que ellos realizan constituye la auténtica pesca artesanal, porque ellos no utilizan ningún equipo de alta tecnología para la captura de peces.
“Todo es al ojo. Aquí no llevamos GPS ni motores a gasolina. Nosotros navegamos de manera manual, es decir a punta de remo. Eso sí: hay que tener buen músculo para ser rápidos y rodear a los peces”, explica Guale. (F)
Nave ancestral de los pescadores
El ‘bongo’ es una embarcación pequeña construida con madera, de preferencia palo de balsa. Su eslora no supera los seis metros, por un metro y medio de ancho. Por lo general, los pescadores con conocimientos de carpintería son los encargados de construirlos.
Se estima que en toda la provincia existen alrededor de unas 30 naves con estas características. Los peces que capturan estos artesanos en gran porcentaje se utilizan para el procesamiento y elaboración de harina de pescado.
Gustavo Suárez, otro de los pescadores cuya tarea es observar de manera permanente el mar e informar a sus compañeros que los peces están en la orilla, manifestó que no todos los días se puede efectuar capturas mediante esta práctica.