Al recorrer las antiguas y más representativas haciendas de la Sierra, Pimán resultó un gran descubrimiento, porque su belleza e historia son un referente importante de la cultura del país.

Piman, reflejo de su propia historia

Entre Ibarra y el Chota se encuentra esta hacienda, una de las más antiguas del país (1680) ubicada a 2.000 metros sobre el nivel del mar, en una zona bendecida por un microclima que se mantiene durante todo el año.

Tras el gran terremoto que sacudió la zona norte en el siglo XIX, quedan intactos la biblioteca y la capilla de Pimán, mientras, la casa que fue abatida por el movimiento telúrico fue nuevamente levantada por un famoso paisajista y arquitecto francés —que trabajó en el Palacio de Versalles—. Logró mantener el diseño original de la mansión, que se destaca por su arquitectura señorial, para nada convencional, frente a las conservadoras haciendas de la época, y que más bien tienen similitud con las casas de campo del sur de Colombia o su vecino Venezuela. Las especies de árboles de Brasil existentes en el jardín, y los aleros pintados, son de mediados del siglo XX. Un patio exterior, que circunda los muros de la casa, recibe a propios y extraños, en un mundo aparte, que conquista por su absoluta calma y privacidad, una de las características más sobresalientes del lugar, según Guillermo Zaldumbide, administrador y propietario de Pimán, con quien gratamente me encuentro, después de muchísimos años. “La ubicación de Pimán es muy importante porque su privacidad no la tiene ninguna otra; está apartada de las carreteras y de todo crecimiento demográfico; es un oasis, o tener la sensación de trasladarse a lo que fue siglos atrás”.

Historia y literatura

Desde que se fundó el predio, con Juan Zaldumbide Ibarguengoitia, sus descendientes se encargaron de cultivar la tierra y desarrollar una granja; además, curiosamente, crearon la primera cervecería en el páramo de la hacienda, llamada ‘Yuracruz’. Pero en Pimán, la literatura ocupa protagonismo en esta historia, ya que la producción agrícola o lechera no estaba contemplada realmente. Uno de sus herederos, el inolvidable poeta ecuatoriano Julio Zaldumbide Gangotena y, más tarde, su hijo Gonzalo Zaldumbide, fueron pilares de la cultura en Ecuador. Sus obras literarias están al alcance de todos, y se han difundido incluso, a nivel académico. Gonzalo Zaldumbide, casado con la pianista guayaquileña Isabel Rosales, también fue un ilustre diplomático que recorrió el mundo, y escribió la Égloga Trágica, justamente en Pimán, una obra que, sobra decirlo, trascendió en la cultura del país.

Su única hija, Celia Zaldumbide Rosales, es otro referente cultural del país, pues fue una mecenas del arte y de la música. En Villa Celia, creó la Fundación Zaldumbide-Rosales, donde el objetivo es preservar y exhibir piezas de arte de todas partes del mundo, que fueron heredadas de la familia, pero, ante todo, es fomentar el desarrollo musical de las actuales generaciones. De hecho, en la villa se llevan a cabo recitales y conciertos de piano, entre grupos selectos de invitados (ver más información en www.villacelie.ec).

Un espacio para el relax

Desde aquellas épocas, Pimán fue concebida como un reducto de retiro y descanso, concepto que se ha respetado hasta el momento. “Actualmente, la casa no es más que el reflejo de su propia historia. Ha sido restaurada los últimos años, y, desde el 2013, recibimos a huéspedes que valoren los placeres simples de la vida, y que disfruten del ambiente histórico de la casa, de sus piezas artísticas, sus antigüedades, su patrimonio literario, sus cálidos rincones, así como también de sus bellas habitaciones, de sus jardines, de su antigua capilla, y, sobre todo, del servicio personalizado que ofrecemos”, dice Guillermo, quien junto a su esposa, Roxana Ammeter, son hoteleros de oficio, pues también son propietarios de Sacha Lodge en la Amazonía, y de Casa Aliso, en Quito.

Ambos llevaron a cabo este ambicioso proyecto de rescatar la historia de Pimán, ahora con 17 habitaciones, —7 en la casa colonial y 10 más tipo “casitas”— todas, con un diseño exclusivo y propio del entorno.

Cocina local

Entre sus servicios, la gastronomía resalta con una carta gourmet, compuesta de platos locales, pero con una propuesta única y diferente.

Vale destacar las actividades que se pueden realizar en la hacienda, cuando la naturaleza alrededor es un plus, disfrutándose de caminatas extendidas a lo largo de sus 5 hectáreas, piscina temperada, sauna, área para masajes, y también paseos en bicicletas eléctricas de montaña para quienes así lo prefieran. ¿Quién puede pedir más para un perfecto fin de semana?

Detalles

Gonzalo Zaldumbide, uno de los más destacados referentes de la literatura ecuatoriana, fue uno de los propietarios de Pimán, y donde escribió precisamente la Égloga Trágica.

99 dólares es el costo de la noche, habitación para dos personas + desayuno y $29 la cena.