La pina que se vende en Milagro es de Naranjito
Que Milagro fue en algún momento la tierra de las piñas quedó registrado en su himno (1965) y en el pasacalle ‘Mi lindo Milagro’ (1948). Pero hoy la realidad es otra. Para el licenciado en Turismo y docente universitario Freddy Garaicoa, los viveros as
Es jueves y el mercado de transferencia de víveres de Milagro bulle desde las tres de la mañana por la gran cantidad de comerciantes que llegan por productos frescos. Es en este día, al igual que los lunes, que el negocio de la piña alcanza su punto máximo. A este cantón guayasense se lo conoce tradicionalmente por dos productos agrícolas: la caña y la piña, esta última todo un mito. Un ícono que adorna postales y parques.
Los camiones enfilados con la piña de las fincas aguardan la descarga, previo al negocio de los valores a pagar que se hizo con los interesados en la fruta para la reventa.
Es Milagro, la tan conocida tierra de las piñas, y es común ver este producto tropical por doquier. Lo que algunos no saben es que la piña es traída desde Naranjito y parte de Bucay. No es la primera vez que se lo dice: esta tierra dejó de producir su clásica fruta y quedó como centro de acopio y venta.
Mariana García vive en Naranjal y llega dos veces por semana al mercado mayorista de Milagro para adquirir quince docenas de piñas. No sabe con exactitud si la piña es producida en esta tierra; lo que sí conoce es que es un lugar fijo para comprar las mejores.
Simón Calero Orellana, presidente de la Asociación de Piñeros Mayoristas de Milagro, reconoce que la producción de piñas en este cantón ya no es la de antes, por lo que ahora deben comprarla a finqueros de otros lados. “Un 80 % del total del producto no es de aquí, lo traen de Naranjito y parte de Bucay, de sectores como San Francisco, Paquita, Luz María y Matilde Esther”, detalla el hombre, dedicado a este negocio desde hace 17 años. “Muy pocas piñas aún se siembran en Roberto Astudillo”, parroquia de Milagro que está en litigio de tierras con Naranjito.
Calero atribuye la baja producción milagreña a que en este cantón los asentamientos humanos y la siembra de otros productos de ciclo corto han reemplazado los piñales, que se extendían desde el sector de San Miguel hacia el sur de la ciudad.
Manuela Morocho Tigre trae su piña desde Chagüe, un recinto ubicado a las afueras de Naranjito, en la vía a Bucay. Y sostiene la tesis de que la piña “nunca ha sido de Milagro, solo que la tradición ha hecho mercado en este lugar. Pero aquí ya no hay. Es mentira que Milagro sea la tierra de las piñas”, dice convencida.
Danilo Sarmiento la apoya. Es un naranjiteño que se dedica a la venta de esta fruta que consigue en su tierra y en el sector de Matilde Esther.
Pero Betty Fajardo, de 68 años de edad y vendedora de piña desde los 15, defiende la tradición y pertenencia del producto milagreño. “Hay sectores como Roberto Astudillo de donde sale la fruta. Claro que ya es menos que antes, porque la gente ya no siembra. Es que demora mucho la producción, más de año y medio para que de una mata salga una fruta natural. Por eso nos toca comprar de donde nos traigan”.
Historia y tradición
Reemplazaron el producto
Que Milagro fue en algún momento la tierra de las piñas quedó registrado en su himno (1965) y en el pasacalle ‘Mi lindo Milagro’ (1948). Pero hoy la realidad es otra. Para el licenciado en Turismo y docente universitario Freddy Garaicoa, los viveros asentados en la vía a Naranjito (que conecta con Roberto Astudillo) reemplazaron los piñales por flores y follaje.
El historiador Willington Paredes, milagreño de nacimiento, reseña tres hechos importantes respecto a la piña. El primero es que la fruta ha sido de ambos sitios, tanto de Milagro como de Naranjito, más aún porque esta última localidad fue parte de Milagro hasta el 26 de febrero de 1973, cuando se erigió como cantón.
El segundo es que los agricultores reemplazaron la fruta por productos de ciclo corto, como el arroz, la soya y ni qué decir de la caña, el principal sustento del cantón, por el ingenio azucarero.
Y tercero, el proceso de urbanización y el descuido mostrado a la cultura agrícola piñera fueron menguando la siembra de este producto. KSG