El camino que va de Coca Codo a INA Papers
Lenín Moreno y Jorge Glas tienen más cosas en común de las que quisieran admitir. Ambos eluden el control político
Entre la masacre en la Penitenciaría, la caída final de Jorge Yunda y el bloqueo parlamentario a la ley de Creación de Oportunidades, el país tenía demasiadas cosas importantes en qué pensar este miércoles 29 de septiembre como para andar prestándole atención a Lenín Moreno. Por suerte para él. Porque si ninguna de esas cosas hubiera ocurrido ese día, los reflectores habrían recaído sobre su persona. Y de los titulares incómodos no lo salvaba nadie: “Expresidente se lava las manos”, por ejemplo. O “Lenín Moreno elude el control político”. O también: “Desde Miami desprecia a la Asamblea”. Porque eso hizo. Estaba llamado a comparecer ante la Comisión de Fiscalización para responder sobre la conformación de la empresa INA y sobre “los bienes que recibió cuando estaba delegado en las Naciones Unidas en Ginebra”. Pero reaccionó mal, pateando al perro por escrito, con una prepotencia que no se le conocía (aunque se le podía intuir) y una solvencia moral como si realmente no debiera explicaciones: “no seré parte de un show político que carece de constitucionalidad”, escribió. Quedó claro que este señor no vuelve.
Lenín Moreno dijo que la investigación por INA Papers es "un show político"
Leer másPara los correístas fue una suerte de ‘coitus interruptus’ en mal plan. Llevan años tratando de emplazar a Lenín Moreno por el asunto de INA Papers, con la muletilla esa de que los-corruptos-siempre-fueron-ellos, y cuando por fin el caso llega con todas las de ley a la Comisión de Fiscalización de la Asamblea ellos tienen las manos atadas. ¿Por qué? Porque resulta que están involucrados hasta las orejas.
Jugada de ajedrecista del presidente de la Comisión, Fernando Villavicencio: plantear el caso INA no como un hecho aislado en el universo Konitos del correísmo, sino como parte de un lío mucho peor: la construcción por 1.979 millones de dólares de la hidroeléctrica Coca Codo Sinclair, a cargo de la estatal china Sinohydro, con préstamo de 1.682 millones del también chino EximBank. Una hidroeléctrica que hoy es un queso gruyere, con sus más de 7 mil fisuras producidas por haberse utilizado en su construcción material inadecuado o con fallas de fábrica. De ese contrato con Sinohydro y de ese préstamo del EximBank surge INA Papers, razón suficiente para que los correístas se aguanten las ganas de opinar.
Sobre las fallas de construcción de la hidroeléctrica, lo primero que quedó claro en la Comisión, gracias a los ingenieros que entienden de estas cosas y tienen acceso a la documentación correspondiente, es que las autoridades ecuatorianas estaban perfectamente al tanto al menos desde 2014, cuando se lo advirtió el informe de la empresa fiscalizadora. Dos años después, en 2016, cuando los presidentes de Ecuador y China, Rafael Correa y Xi Jiping, inauguraron la central con bombos y platillos, ambos sabían que estaban poniendo en funcionamiento un queso. Por algo será que Correa huyó del país antes de que nadie lo persiguiera.
Todo sale del bolsillo del contribuyente. La plata con la que el Estado pagó a Sinohydro, terminó en la vajilla y los muebles de lujo que tenía Lenín Moreno en Ginebra.
Y por algo será, también, que la ausencia de Lenín Moreno no fue la única de este miércoles 29 en Fiscalización. Tampoco se presentó el exvicepresidente Jorge Glas. Éste ni siquiera se dignó enviar una excusa petulante, nomás el parte respectivo del guía penitenciario a cargo, cuya lectura aportó a la sesión un estilo castrense con ecos de ‘Pantaleón y las visitadoras’: “A las 12 horas con 45 -dice el documento- me acerco al mencionado PPL para que tenga conocimiento de la diligencia y esté listo. Y me manifiesta que no va a salir a dicha diligencia, se niega a salir aduciendo que es una audiencia de la Asamblea Nacional y él no desea asistir a la misma. Cabe mencionar que le indiqué que me asiente una razón en el documento y se negó al pedido, particular que pongo en conocimiento de ustedes, señores asambleístas”.
La madre de todas las glosas
Leer másNo tuvo estómago el exvicepresidente convicto: sentarse a responder las preguntas de Fernando Villavicencio, el periodista cuyas investigaciones lo llevaron a la cárcel, y verse en la obligación de tratarlo, además, como a la autoridad en la que hoy se ha convertido, era pedirle demasiado. Al fin y al cabo, los delincuentes también tienen su dignidad, aunque algunos sólo se acuerden de ella en casos como éste.
Lo ocurrido en la Asamblea esta semana no está lejos de caracterizarse como un calvario para el correísmo. Una cosa es que Fernando Villavicencio, como periodista, publique todo lo que quiera sobre los manejos financieros, los arreglos diplomáticos y los desafueros constructivos relacionados con la hidroeléctrica Coca Codo Sinclair. Otra, muy distinta, es que ponga esos mismos documentos que conoce como nadie sobre la mesa de la Comisión de Fiscalización y llame a los protagonistas a declarar uno por uno: eso es asistir a la oficialización de sus reportajes. Y quien ha leído con atención sus reportajes sabía que el tema de INA Papers, los amigos de Lenín Moreno y su vida de lujos en Ginebra saltaría de un momento a otro.
Los correístas llevan años tratando de emplazar a Lenín Moreno por INA Papers. Cuando por fin el tema llega con todas las de ley a Fiscalización, ellos resultan implicados.
Sin sombra de dudas lo confirmó Ítalo Centenaro, el gerente de la empresa pública Coca Codo que firmó el contrato con Sinohydro: fue el representante de esa empresa china quien le presentó a Conto Patiño, el íntimo amigo de Lenín Moreno. “Me dijo: este es nuestro representante comercial y tiene un contrato por el uno por ciento del total” (cosa que a él, por cierto, no le parece nada reprochable). Uno por ciento de un contrato por 1.979 millones para construir una hidroeléctrica es una millonada: 19,7 millones, exactamente. Y eso es casi lo que Conto Patiño recibió de Sinohydro según confirmó en la Comisión la directora del Servicio de Rentas Internas, Marisol Andrade. Como si en un contrato entre dos organismos estatales cupiera la figura de un lobista, el amigo de Lenín Moreno cobró por intermediación.
Eso explica el interés de Moreno, cuando vicepresidente, por destrabar las conversaciones del gobierno con el EximBank, así como la multiplicación de contactos con los chinos que prodigó su otro amigo, Javier Macías, cuando residía en Ginebra cobrando un megasueldo público por no ser funcionario público.
Como de costumbre, todo sale del bolsillo del contribuyente. En este caso, es la plata con la que el Estado pagó a Sinohydro, que Sinohydro transfirió a Recorsa de Conto Patiño, en Panamá, y con la cual INA Investmen, constituida por Edwin Moreno, hermano de Lenín, compró la vajilla de 3 mil dólares y los muebles de 5 mil dólares que terminaron en el departamento de Ginebra donde el por entonces candidato oculto del correísmo para la Presidencia de la República se trataba como duque con plata ajena. Todo lo cual ocurrió mientras Rafael Correa era presidente, Jorge Glas era vicepresidente y Coca Coda Sinclair, uno de sus proyectos emblemáticos. Así que por primera vez se habló del caso INA Papers en la Asamblea Nacional y los correístas, lejos de rasgarse las vestiduras y balbucear los-corruptos-siempre-fueron-ellos, trataron de pasar inadvertidos. Algo es algo.
- Los devaneos de un rector
Para ser el ministro de Electricidad en los años que van desde el inicio de la construcción hasta la inauguración de la central hidroeléctrica Coca Codo Sinclair (2011-2016), el proyecto emblemático de su cartera, Esteban Albornoz lo ignora todo. El tipo de material defectuoso que se usó desde un principio, los errores en el proceso de construcción, las fisuras que aparecieron tempranamente... Albornoz no supo nada. ¿Qué hacía como ministro entonces? Aquí el también exasambleísta que desertó del correísmo y se alió a la buena sombra de José Serrano, hincha el pecho y dice orgulloso: “El ministerio de Electricidad es un ente rector. Eso quiere decir que se encarga de la rectoría, no de la ejecución, peor aún de la fiscalización”. Bien entendido, ser rector es lo más fácil.