El insulto, más frecuente en el vocabulario político
No es anómalo el conflicto entre los mandatarios; los insultos son parte de la banalización política
Los insultos buscan ofender, denigrar o descalificar. El diccionario de Oxford lo define como “una expresión o un tratamiento ofensivo que menosprecia o degrada a alguien”. En la escena política las ofensas o el lenguaje agresivo, si bien no es un fenómeno reciente, sí se ha vuelto más frecuente en los últimos años a escala mundial y al más alto nivel. Por ejemplo, un estudio de Pew Research en 2020 mostró que un 65 % de los estadounidenses cree que el discurso político se ha vuelto más irrespetuoso en los últimos años.
En los días posteriores a las elecciones presidenciales en Venezuela, celebradas el 28 de julio, y ante el rechazo de la comunidad internacional sobre los resultados, Nicolás Maduro arremetió contra el presidente de Argentina, Javier Milei y entre algunos epítetos le dijo: “¡Bicho cobarde, no me aguantas un round!”. Esta escena se une a otras, donde los presidentes han despotricado contra sus homólogos.
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El propio Milei al referirse al mandatario mexicano Andrés López Obrador mencionó: “Que un ignorante hable mal de mí, me enaltece”. Aunque estos roces políticos pueden generar impasses diplomáticos, en realidad, indican los expertos, son mensajes dirigidos más hacia la población de cada país que a la comunidad internacional.
El politólogo e internacionalista, Bernardo Gortaire Morejón, recordó que “las relaciones entre los Estados siempre han sido conflictivas”, sin embargo, mencionó que “tal vez no estamos acostumbrados al tono un poco más bufonesco” con el que ahora se expresan algunos presidentes. En ese contexto, la forma conflictiva se vuelve algo prevalente de una manera en la cual se insulta sin esperar una retaliación, explicó el experto.
El discurso entonces no solo insulta, sino que trata de apelar a sentimientos en la población. El analista político Giuseppe Cabrera indicó que detrás de las ofensas que suelen emitir algunos mandatarios existe “un discurso del populismo de derecha que siempre apela a la soberanía nacional” y una estrategia de marketing político para llegar a ciertos segmentos del electorado que consideran que alguien “políticamente correcto” no es sincero: “Hay que insultar porque eso es sinónimo de honestidad y hay que ser polémico, porque lo polémico vende, lo polémico está en las redes”, señaló.
“Los políticos hacen cosas que saben que les va a funcionar y también hacen cosas que saben que no les van a castigar”, señaló Gortaire, quien recordó que los perfiles de líderes histriónicos son “un personaje que la gente compra que el electorado compra”.
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Leer másPara la docente e investigadora en la Universidad de las Américas y exsecretaria de Asuntos Regulatorios de la Presidencia, Karen Sichel, el lenguaje agresivo y las ofensas personales forman parte de un fenómeno de “banalización de la política”. Este tipo de acciones al más alto nivel generan polarización, lo que impide “llegar a acuerdos mínimos”, indicó Sichel. La experta señaló que esos “líderes reaccionarios, populistas. simplistas y superficiales... nos están truncando el desarrollo”.
Los insultos entre políticos, un 'fenómeno global'
Como Cabrera y Gortaire, Sichel también señaló que los insultos forman parte de “una estrategia de un populista que lo que hace es reaccionar ante el establishment”.
Pero el uso de insultos no es exclusivo de una sola región del mundo, sino que forma parte de un fenómeno global. Sichel explicó que cuando hay mayor desconexión de los ciudadanos con el quehacer político se permite el ascenso de liderazgos de tinte autoritario que terminan polarizando a las sociedades.
“Cuando las personas no se involucran en la política de manera, profunda y real, como una actividad humana necesaria, pues surgen los gobiernos autoritarios y eso es lo que está pasando en el mundo, creo que personas cada vez están más deslindadas de lo que ocurre en la política y se dejan llevar por estos líderes autoritarios, por esos líderes déspotas, que son carismáticos, que insultan”. Para la experta, la polarización resultante de estos discursos “trunca el desarrollo” porque impiden “acuerdo mínimos”.
#OPINIÓN | "Ni Correa, ni los suyos, ni nadie realmente se imaginó lo que Lenín Moreno tenía en mente: implosionar el modelo desde su interior", escribe Martín Pallares.
— Diario Expreso (@Expresoec) August 11, 2024
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Para Gortaire, se debe cuestionar la llegada al poder de esos personajes “histriónicos” que se convierten en la más alta autoridad de los Estados. Aunque resaltó que las relaciones conflictivas entre líderes son comunes desde antes de las repúblicas. Cabrera indicó que el electorado suele aplaudir “la falta de contención personal”.
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Esta normalización de la confrontación sucede, según Cabrera, en sociedades que apuestan cada vez menos por la tolerancia, lo que muestra “un síntoma de la crisis de representación política. Este es un fenómeno global”.
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