
¿Qué retos enfrenta la participación política de la mujer en el Legislativo?
La Asamblea está conformada por 60 mujeres y 77 hombres; sin embargo, el ejercicio político aún difiere entre ambos géneros
Hace 100 años, los espacios de participación política para las mujeres fueron abiertos tras el ejercicio del voto por parte de Matilde Hidalgo de Procel. Pero fue a partir de las elecciones presidenciales y legislativas anticipadas en la que las reglas de la participación entre hombres y mujeres cambiaron; la mesa tuvo que dejar de estar inclinada.
Mediante plantones, colectivos de mujeres se manifestaron ante el Consejo Nacional Electoral y el Tribunal Contencioso Electoral para que se cumplan los derechos a la participación política. Es decir, para que rija la disposición transitoria tercera de la Ley Orgánica Reformatoria a la Ley Orgánica Electoral y de Organizaciones Políticas. Esta obliga a que el porcentaje mínimo de los encabezamientos de las listas de candidaturas pluripersonales y unipersonales sean del 50 %. Además, exige a que exista paridad de género en los binomios presidenciales.
¿Pero cómo ha sido esta participación para las mujeres?
En 2021, Ana Belén Cordero fue elegida en las urnas para que sea parte del Legislativo. Ella, en enero de ese mismo año, tuvo a su segundo hijo, pero en mayo tuvo que empezar su trabajo en la Asamblea Nacional.
Problemas para ejercer su rol no tuvo, cuenta; pero sí inconvenientes, ya que para quienes deciden ser madres es complejo trabajar. Comenta que la Casa Legislativa no cuenta con un espacio para el cuidado y permanencia de los hijos de los asambleístas, solo con lugar para la lactancia, por lo que para ella le fue difícil estar los primeros meses con él.
Cordero tuvo que dejar a sus hijos con su familia para que pudiera ella estar en el Pleno, en las largas jornadas. Esto, para los hombres, en cambio es distinto, cuenta, porque para ellos les es más fácil dejar a sus familias en sus provincias y mudarse a la capital, no así para las mujeres. Por lo que, para la exasambleísta, el Legislativo debería trabajar para que las plenarias pudieran ser también asincrónicas o que algunos pudieran participar en los debates, desde la virtualidad.
Por otro lado, la exlegisladora Cordero manifiesta que las mujeres también se topan con el juzgamiento sobre su apariencia física, por cómo se visten y cómo se expresan antes que por su trabajo. Pero “ese mismo juicio no lo tienen con los hombres”.
Geraldine Weber también fue asambleísta en 2021 y cuenta que la violencia contra las mujeres en el Legislativo sí existe, tanto por hombre como por sus pares. Ella señala que fue víctima de violencia y en esa situación no fue apoyada ni por su bancada ni por el líder de la organización política. Además, sintió que una de sus compañeras de tienda política quería “hundirme”.
Weber también manifiesta que muchas mujeres son descalificadas, acosadas, atacadas mediáticamente. Por lo que cree que la violencia hacia las legisladoras es una gran barrera para el ejercicio de sus funciones.
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¿Por qué se da está dinámica?
La actual Asamblea está conformada por el 43, 79 % de mujeres y el 56,21 % de hombres, lo cual para Weber la paridad sigue siendo una deuda que debe ser trabajada a la interna de las organizaciones políticas. Para Anis Saleh, presidenta de la Asociación Latinoamericana para el Desarrollo Alternativo (Aldea), la paridad es tomada solo como una coma o un aditivo, solo está en papel.
Para Saleh, sí hace falta una mayor concreción de lo que es la paridad porque no queremos la participación política solo para llenar bancas o para llenar el espacio o las obligaciones o los requisitos, sino para participar, tomar la voz y tomar decisiones. “Eso creo que es lo importante”.
Con ella concuerda la politóloga Tatiana Quinga. Indica que se requiere que haya una representación sustantiva, porque “el tema de que tengas un número o un porcentaje mayores de representación política de las mujeres en cualquier ámbito no necesariamente significa que la presencia o que la voz de las mujeres sean decisorias”.
Es por esto por lo que María de Lourdes Maldonado, presidenta de la Fundación Dignidad y Derecho, cuestiona si efectivamente esta mayor representación femenina está viéndose reflejada en las decisiones legislativas de los derechos de las mujeres, de los asuntos que interesan a las mujeres, como son aquellos que tienen que ver con la maternidad, la violencia contra la mujer.
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¿Cuáles son las deudas que tienen las mujeres en el Pleno?
Saleh expone que hay muchas mujeres que todavía no lideran. “Hay muy pocas mujeres que lideran empresas en América Latina, por ejemplo, o llegan hasta ciertos ámbitos del poder, como ministerios o en la Asamblea, pero ya de ahí no pasan”. Por lo que es menester que no solo haya igual número de hombres y mujeres, sino también que tengan la igual de oportunidad, de poder decidir y tomar decisiones”.
Es por ello por lo que Maldonado cree que la gran deuda que tienen las legisladoras es tratar leyes en pro de las mujeres, por lo que critica que las mujeres, una vez en el poder, no discutan las problemáticas que enfrentas sus pares en la sociedad. Es por eso por lo que cree que se debería demandar también un cambio en el enfoque en la visión legislativa, en las leyes que tienen que ver con la protección de la mujer y sus derechos. “Hay una deuda en generar propuestas en beneficio de las mujeres”.
También en que entre ellas se apoyen, sostiene Weber; que haya la voluntad de ver puntos comunes, llegar a acuerdos y no que por las ideologías se separen. Un espíritu de cuerpo es lo que falta porque muchas están solo para cumplir con la paridad, afirma Maldonado. Por lo que Saleh se pregunta “¿Quién toma las decisiones detrás de ellas?”.
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¿Cómo transformar el sistema?
Quinga expresa que todo empieza en las organizaciones políticas, porque muchas de ellas son totalmente verticales, no son horizontales, por lo que cree que los cambios deben ser estructurales. “Eso da cuenta de que no hay una sucesión de liderazgos, no hay una formación de cuadros, perjudicando la representación de las mujeres”. Además, de que a las mujeres de la ruralidad también tiene una problemática de participación.
La exasableísta Weber también reprocha el sistema de partidos y movimientos políticos, ya que dentro de estas tiendas políticas aún los roles claves son de hombres, es difícil la conformación de liderazgos, así como la participación para ser elegidas. Ella manifiesta que debe haber una gran conciencia de a quiénes colocan para que vayan a puestos de poder, porque muchas personas no están preparadas para ciertos cargos.
Es por esto por lo que para Maldonado es importante que haya ejercicios de meritocracia y para esto, las tiendas políticas deben formar mejor a sus cuadros, también que creen los mecanismos de protección a sus compañeras. Además, cree que desde el Estado se debe trabajar en flexibilizar los horarios, las cargas laborales para que todas puedan compatibilizar los roles con su maternidad.
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