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Carondelet Estado
El Estado ha aumentado su presupuesto y gasta más.Foto: archivo / Expreso

La salvación es menos Estado y más consumo

Es hora de comprender que hemos tomado las mismas medidas económicas durante 30 años. ¿Estamos mejor que antes? ¡NO!

Esta frase resulta una herejía para los socialistas del siglo XXI. Ellos creen que el consumo de los ciudadanos debe ser controlado. Creen que nadie debe ser muy rico, que el dinero debe ser distribuido equitativamente, quitándole dinero “a los que más ganan” para repartirlo entre todos y, que quien debe hacerlo es el Estado, obviamente controlado por ellos. Sin embargo, una vez en el poder es común ver a los socialistas en vehículos de lujo, viviendo en mansiones y viajando en primera clase, todo pagado con el dinero que ellos aseguran que quieren distribuirlo equitativamente.

Hoy, Ecuador atraviesa una complicada crisis económica y no puede salir de ella porque tenemos un Estado obeso creado por los socialistas fascistoides, que no se conforma con vivir del dinero de la gente, sino que además se ha vuelto lento, vago, inepto y sobre todo, corrupto. Esto último en complicidad con algunos privados, también corruptos, que aprendieron que la mejor forma de sobrevivir o enriquecerse era uniéndose y/o fomentando la corrupción.

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Más de 100.000 ecuatorianos que salieron del país el año 2023 lo hicieron para no volver. 50.000 de ellos lo hicieron arriesgando sus vidas atravesando la selva de Darién. Esta cifra es solo comparable con la época del feriado bancario.

Tan evidente es la crisis en la que estamos, que hoy el ingreso de dólares por las remesas que envían los ecuatorianos en el exterior es superior al ingreso de dólares por las exportaciones de camarón y banano juntas.

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El aumento del IVA al 15 % no fue la solución. Por la recaudación tributaria del mes de abril quedó claro que este aumento solo provocó que la gente compre menos. Tanto así que se recaudó apenas 6,7 % más que en abril de 2023. Sin embargo, hoy los ciudadanos tenemos menos dinero que antes y el Estado tiene más.

Pero este no es el único factor por el que estamos en crisis. A la asfixia tributaria hay que sumarle la falta de empleo causada por nuestras leyes laborales que privilegian a quienes tienen empleo, pero impiden nuevas contrataciones. La tramitomanía burocrática para conseguir un montón de permisos exigidos por el Estado, que impide que los emprendedores establezcan con prontitud sus negocios y, obviamente, el factor “miedo” provocado por la delincuencia. Nadie quiere poner un negocio para ser víctima de los extorsionadores. Como si fuera poco, algunos empresarios, para poder solventar la crisis, han aumentado los precios provocando inflación y agravando las condiciones de los más pobres.

Desgraciadamente hemos caído en un círculo vicioso en el que las empresas no dan empleo porque no venden sus productos porque no tienen a quien venderle. Los mercados venden menos alimentos, los restaurantes están vacíos, la industria ha dejado de producir, los negocios nocturnos prácticamente han desaparecido. Por lo tanto, todos ellos pagan menos impuestos, pero el Estado sigue aumentando su presupuesto y gastando más, entonces no le quedó otra alternativa que pedir dinero prestado, que también tendremos que pagar los ciudadanos con futuros nuevos impuestos.

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La única forma para salir de esta crisis es que el Estado tenga menos dinero y los ciudadanos más. Es hora de comprender que hemos tomado las mismas medidas durante treinta años. Subir impuestos, pedir dinero prestado y aumentar el tamaño del Estado. ¿Ha dado resultado? ¡NO! ¿Estamos mejor que antes? ¡NO! Entonces, ha llegado el momento de hacer todo lo contrario. Bajar los impuestos, no endeudarnos más y reducir el tamaño del Estado.

Si el dinero se queda en los bolsillos de la gente, ¿qué va a pasar? Vamos a consumir más. Si consumimos más, las empresas van a vender más y van a contratar más empleados y pagar más salarios para satisfacer ese consumo. A su vez esos empleados también van a consumir y por lo tanto van a generar más riqueza. Con impuestos bajos, pero muchos pagándolos, el Estado va a tener recursos, pero no los suficientes para satisfacer su voracidad; entonces hay que ponerlo a dieta y hacerlo bajar de peso. ¿Cómo? Eliminando algunas instituciones inservibles que tanto he mencionado en análisis anteriores.

Solo el sector privado puede salvar la economía de un país. Los países ricos son aquellos donde sus ciudadanos son ricos, no aquellos en los que el Estado tiene el dinero para usarlo a su antojo, satisfacer placeres de sus gobernantes mientras los pobres no tienen siquiera los servicios más básicos de salud, educación o seguridad.

Si aparece una o un candidato que ofrezca recortar la grasa inservible del Estado, bajar los impuestos y eliminar el exceso de trámites y leyes que impiden la creación de empleos y riqueza, es posible que el país le dé la opción de estar en la segunda vuelta. Cada día son más los ecuatorianos cansados de lo mismo que no funciona, pero que, dicho con palabras bonitas, nos ha tenido engañados por demasiado tiempo.

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