Universidades en Ecuador: ¿Están conectadas con la realidad del país?

El rol de las universidades en Ecuador es proporcionar criterios técnicos y evidencia objetiva para abordar temas de interés nacional. Un ejemplo claro de esto fue la intervención de científicos universitarios, como Paul Vargas Jentzsch y otros expertos, ante la Comisión de Salud de la Asamblea Nacional en 2020, donde descartaron el uso terapéutico del dióxido de cloro para tratar el COVID-19. Según la exrectora Florinella Muñoz, las universidades deben asesorar a los tomadores de decisiones con información basada en la investigación y la ciencia.

En Ecuador hay 64 universidades, dos recién creadas, según el Consejo de Educación Superior (CES). De ellas, 36 son públicas, con la incorporación de la de Santo Domingo de los Tsáchilas y de la Policía Nacional. Y 28 particulares.

¿La academia está al tanto de las problemáticas del país?

María Cecilia Alvarado, quien fue viceprefecta de Azuay, al terminar su período volvió a sus orígenes: ser docente de la Universidad del Azuay. Por eso tiene claro que “a la academia se la acusa de estar en las nubes y de no aterrizar; y desde la academia se ve con recelo y se acusa a quien está en el sector público, a los políticos, de tomar decisiones antitécnicas, sin estudios y ciencias”.

En su opinión, la realidad es que a “la universidad le hace falta calle” y trabajar sin perder de vista a la sociedad, con todos sus problemas. Sin embargo, subraya que la clase política debe escuchar más a la academia y buscar articulación.

Desde Quito, el médico Édgar Samaniego, quien ha sido dirigente estudiantil, decano y rector de la Universidad Central, es crítico al opinar sobre el papel que está jugando la academia. “Contesto con dos versos de un rock: Ahí está, ahí está, la Puerta de Alcalá, viendo pasar el tiempo, la Puerta de Alcalá”.

Samaniego comenta que si en la universidad están los académicos de la ciencia, el arte, la literatura y la política, “su silencio es devastador para la estructura social y el futuro del país”.

Según el exrector, “aparte de una activa participación en el orden económico, social y político, para juzgar la situación desastrosa del Ecuador, la universidad de todos los tiempos debe ocupar las calles, para que su voz sea un látigo contra la inconstitucionalidad, el atropello permanente, hambre, desnutrición, crímenes y abandono de la educación”.

¿Qué opinan los estudiantes?

Anthony Villamarín es presidente de la Asociación de Estudiantes de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Central. Comenta que vio que algunas universidades se interesaron en organizar el debate vicepresidencial. Sin embargo, no ve que busquen generar insumos para poner en discusión la política nacional.

Además, el estudiante señala que no confía en instancias como la Asamblea Nacional. Le parece que hace dos años “nos usaron para que salgamos en una fotografía junto a ellos. Nos llamaron para llevar aportes a la Ley de Juventudes; pero cuando la aprobaron, notamos que no tomaron en cuenta nuestros puntos de vista”.

Por las condiciones que atraviesa el país, a Villamarín le parece urgente que se reúnan todas las universidades, públicas y privadas, para, según las áreas de estudio, empezar a hacer públicos sus puntos de vista frente a temas coyunturales, como la inimputabilidad de los menores de edad o la lactancia materna; o sobre lo que pasa con la vicepresidenta de la República.

Pero, ¿cuáles son las tareas de la universidad?

Alvarado recuerda que las universidades tienen tres funciones, marcadas en la ley: formación, investigación y vinculación con la comunidad, por lo que están al servicio del país.

A manera de autocrítica, Alvarado dice que la crisis de la democracia tiene mucho que ver con la formación en las escuelas de Derecho, gestión política y pública. Cree que los recursos destinados a la investigación deben usarse para abordar temas de interés nacional. Ahora, en su universidad estudian el agua que se consume en Cuenca.

Para Nory Pinela, vicerrectora académica de la Universidad Ecotec, el rol del sistema de educación superior es aportar con soluciones al país. “Es el deber ser. Hay debilidades en algunas instituciones. No todas pueden intervenir en las problemáticas con propuestas o generar entornos de discusión. Nosotros hemos dado ese paso y así formamos a los estudiantes. Frente a las elecciones organizamos jornadas para el voto responsable. Los chicos estudian los planes de trabajo de los candidatos y así se formulan las preguntas. Esperamos que esas respuestas trasciendan hacia sus familias y comunidades”, señala la vicerrectora.

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