Verónica Abad arma un petardo por desconocer de lo que habla
Declaraciones de la vicepresidenta le cayeron como anillo al dedo a quienes la quieren encasillar como correísta
La entrevista de Verónica Abad con Lenin Artieda en Ecuavisa, el martes 4 de junio, deja en el aire un mensaje incómodo: la vicepresidenta es indefendible, pero la defensa de la Constitución es más importante que nada.
Esto, incluso en el supuesto (en este caso sí consentido) de que la Constitución es un adefesio redactado por un manojo de noveleros irresponsables reunidos en la ‘belle époque’ del Montecristi constituyente.
Romper la línea sucesoria bajo el supuesto de que entregar el poder a Verónica Abad significa un riesgo para el Ecuador, es una ruptura constitucional que podría convertirse en un precedente peligrosísimo del que el país podría arrepentirse trágicamente. Caer en la tentación de una ruptura constitucional como está pensando el gobierno de Daniel Noboa, para deshacerse de Abad, sería imperdonable.
Abad dejó la sensación de que, en efecto y tal como lo dice Carondelet, es un peligro. Difícilmente articula una frase coherente, lo que significa que tampoco es capaz de tejer una idea completa. Sufre de una incontinencia verbal que hace que pueda emitir dos opiniones contrapuestas en una sola reflexión.
Además, al menos por lo que se vio en la entrevista, le cuesta muchísimo entender lo que le preguntan y por eso responde en ocasiones con sinsentidos que, para colmo de males, evidencian que no sabe de lo que está hablando.
Todo esto hace que lo que diga pueda ser utilizado en su contra, como en efecto ocurrió con el tema que provocó toda una polémica en el país, aunque realmente no tenía por qué serlo: Abad fue incapaz ante la pregunta de Artieda de articular una idea clara sobre un supuesto indulto a Rafael Correa, en el caso de que se encargue de la Presidencia de la República.
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Leer másLa vicepresidenta nunca dijo que le daría el indulto al prófugo de Bélgica y se enredó tanto entre la idea de que eso no era de su competencia y la de reformar la justicia, que lo que quedó sonando fue la idea de que podría buscar que la sentencia de Correa sea revisada.
Esto bastó para que quienes quieren encasillarla como correísta aprovecharan la ocasión. Pero, en realidad, eso no es lo que quiso decir o, al menos, lo que parecía no querer decir. Tanto así que pocas horas más tarde en una entrevista que dio a Infobae, Abad dijo todo lo contrario de lo que mucha gente interpretó que había dicho con Artieda. Y lo dijo de tal forma que era evidente que no había reparado en que lo que le había dicho a Artieda tenía incendiada a la opinión pública.
A pesar de sus inconexiones verbales, las declaraciones de Abad producen unas incertidumbres que dan miedo. Lo que dijo, o más bien sugirió, sobre los subsidios a la gasolina y el IVA, por ejemplo, es para poner los pelos de punta a los mercados nacionales e internacionales.
Según Abad, ella revertiría el alza del IVA que aplicó Noboa; y si es que en efecto se eliminan los subsidios a la gasolina como se ha anunciado, ella los volvería a poner en vigencia. ¿No se da cuenta de que si hace eso, o si amenaza con hacerlo, se podría caer el más reciente acuerdo con el Fondo Monetario Internacional e inducir al Ecuador a una crisis sin precedentes?
Únicamente con lo que dijo sobre este tema, Abad se convierte en un factor de inseguridad e incertidumbre que produce miedo. Además, se suponía que la vicepresidenta era una libertaria, y pocas cosas hay más alejadas del libertarianismo y más cercanas al populismo que ella dice combatir, que la idea de que el Estado subsidie el consumo de los combustibles fósiles.
Es entendible que la vicepresidenta, seguramente por la situación de acoso sicológico de la que es víctima por el Gobierno, busque ciertos recaudos a su favor en la Asamblea y que por eso haya dicho cosas que la acercan al correísmo.
Ahora cita a la asambleísta Paola Cabezas y repite ideas propias del populismo correísta, como lo que dijo sobre el IVA y los subsidios a los combustibles. Impresiona que en tan poco tiempo haya cambiado de ideología.
Las declaraciones de Abad incendiaron la opinión pública precisamente porque le cayeron como anillo al dedo a quienes desde el Gobierno la quieren encasillar como correísta.
Lo que dijo, o más bien pareció decir en la entrevista, fue como música celestial para los operadores políticos del régimen que quieren endilgarle la imagen de correísta, para que sea Daniel Noboa quien aparezca ante el electorado como el adalid del anticorreísmo.
Llama la atención cómo líderes de opinión en redes sociales, así como periodistas, hayan formado parte, consciente o inconscientemente, de este operativo. Básicamente, el relato apunta a sostener que si Abad había dicho lo que se le escuchó decir, es porque ahora sí está comprobado su correísmo, sin siquiera reparar en que aquello del indulto es simplemente inaplicable.
Si a Abad se le encarga la Presidencia, hay una sola cosa cierta: no indultará a Correa porque legalmente no tiene la facultad para hacerlo.
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