Vivienda en Ecuador: ¿qué ofrecen los candidatos presidenciales?
Frente a las elecciones 2025, algunos adelantan que buscarán el apoyo de los GAD y multilaterales
En el artículo 25 de la Declaración Universal de Derechos Humanos se indica que toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que, entre otros puntos, le asegure acceso a la vivienda. En Ecuador, el 29 de enero de 1984, el socialcristiano León Febres-Cordero llegó al poder con el ofrecimiento-eslogan: “pan, techo y empleo”.
En esta campaña electoral, la promesa de dar las facilidades para que el ciudadano pueda adquirir una casa propia no ha sonado ni en las redes sociales de los presidenciables.
El gobierno de Lenín Moreno no logró entregar ni la mitad de las 325.000 viviendas que ofreció en el Plan Casa Para Todos. El Plan de Vivienda del presidente Daniel Noboa se llama Mi Linda Casa. El Ministerio de Vivienda no contestó una consulta en torno a este proyecto, enviada por este medio de comunicación, el lunes pasado.
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Leer másEn los últimos días de agosto, el ministro Humberto Plaza anunció que antes de las elecciones de febrero de 2025, el Miduvi entregaría 9.912 casas sin ningún costo a personas en situación de pobreza.
Los planes de los candidatos
En esta ocasión, EXPRESO les preguntó a los candidatos presidenciales: “¿Cómo espera solucionar el déficit de vivienda en el país y de dónde sacará los recursos económicos para hacerlo?” Diez postulantes contestaron. Coinciden al decir que la construcción de vivienda ayudará a mover la economía, generando empleos.
Así, por ejemplo, Leonidas Iza, de Pachakutik, sostiene que al resolver el problema habitacional de millones de personas, activará la economía y generará producción y fuentes de empleo. Baraja algunas opciones, pero no descarta la posibilidad de trabajar junto a los gobiernos autónomos descentralizados (GAD) para entregar viviendas.
También Jorge Escala, de Unidad Popular, habla de una alianza público-privada y otra, en asocio con los GAD.
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Leer másLa crisis eléctrica, que enfrenta el país, ha incidido en las propuestas. Por lo que al menos dos de los candidatos mencionan que incorporarán paneles solares tanto en las construcciones nuevas, como en las mejoras para las existentes.
Para Luis Felipe Tillería, de Avanza, busca incorporar a la banca extranjera, para que las condiciones de financiamiento sean más competitivas.
Henry Cucalón, de Construye, opina que hay que aprovechar los terrenos abandonados, que mantiene el gobierno central, para la vivienda social.
En ciudades como Quito, en zonas del centro y centro norte, con acceso a todos los servicios, inclusive con dotación de transporte, hay edificaciones estatales y municipales abandonadas.
Esto ocurre mientras ciudadanos no cuentan con viviendas. En noviembre de 2021, el Banco Mundial presentó un diagnóstico, en el que mencionó que los hogares más pobres dedican más del 30% de sus ingresos a los gastos de vivienda. Además, en el quintil más bajo de ingresos, la situación era mucho más aguda, pues las familias que tenían menos de un dólar debían destinar casi la mitad de su ingreso al pago del arrendamiento y más del 90% para la cuota de amortización. Estos hogares ocupan lugares de inferior calidad y no tienen un contrato formal de arrendamiento.
¿Qué dice un especialista?
Para el arquitecto Handel Guayasamín, quien presidió el Colegio de Arquitectos de Pichincha, está convencido de que para armar una política pública sobre vivienda se debe formar equipos técnicos. Es preciso, considera, levantar información.
Una posibilidad sería, dice, convocar a los graduados de Arquitectura, para que hagan una especie de rural, muy similar a la que hacen los médicos. También sumar a biólogos, antropólogos y sociólogos, para hacer una “gran minga por la vivienda”, más que nada para las personas más humildes del país.
Guayasamín señala que con apoyo de los GAD, hay que ubicar suelo urbanizado y equipado con servicios básicos, pero además cerca de escuelas y centros de salud. No apoya planes que se construyan a 30 y a 40 kilómetros de las ciudades. La gente necesita vivir en barrios y no en unidades dormitorio.
Uno de los candidatos dice que se requiere avanzar hacia ‘ciudades de 15 minutos’. Cree que se deben construir edificios en donde todo esté cerca. Propone que las construcciones tengan lugares para locales comerciales. Guayasamín pide tomar en serio el tema; hacen falta más de 2 millones de unidades.
Algunos datos:
En Ecuador hay 5,062,650 viviendas particulares. El déficit habitacional cualitativo es del 31.8%, y el cuantitativo, del 14.4%, según el INEC.
En 2010, el déficit habitacional en Ecuador alcanzaba el 52.0%, mientras que para 2022, el dato se redujo a 46.2%. Aún sigue siendo una deuda.
El análisis del editor general, Alfonso Albán Espín
Más allá de paredes y techo
Una vivienda da dignidad y seguridad a las personas. Que reducir el déficit habitacional no sea uno de los ejes de las campañas de los 16 presidenciables, al menos no de lo que se ha visto y escuchado de ellos, inquieta. Es comprensible que las prioridades comunicacionales de campaña sean otras, pero la falta de vivienda es un problema que no basta con ver la realidad de ahora; hay que proyectarla al menos a unos 10 años para saber hacia dónde crecen las ciudades. Aquí entra un actor indispensable: los municipios.
Cualquier plan habitacional gubernamental que se trabaje desligado de las alcaldías es un fracaso. Contamos con más de una experiencia de labor descoordinada y sin planificación cuyas consecuencias están a la vista: asentamientos irregulares, ciudadelas sin agua potable y otras que, en pleno siglo XXI, usan pozos sépticos en lugar de estar conectadas a un sistema de drenaje de aguas negras. Inquieta, de igual manera, que los candidatos lancen una retahíla de propuestas sin justificar de dónde saldrá el dinero para levantar las paredes de estas casas o los créditos que aspiran a entregar en sus eventuales gobiernos.
La vivienda no solo es cuatro paredes y un techo. Es dignidad y seguridad. Y mientras los políticos la sigan viendo como un número en una tabla de cálculos o, peor, como un posible voto para las próximas elecciones, todo seguirá igual: el déficit seguirá creciendo y serán viviendas mal hechas e indignas.
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