El voto nulo: ¿desperdiciar el sufragio u opción de rechazo?
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Para algunos, el voto nulo equivale a desperdicio, a desligarse, a desentenderse y a lavarse las manos frente a la responsabilidad de elegir a un candidato. Para otros, es simplemente una opción en democracia.
Fabrizio Moreno, de 66 años, es educador popular. Defiende la alternativa del nulo, aunque admite que cuando habla de eso, la gente le dice que es desperdiciar el voto. Él sostiene que su opción es un “no quiero”. Pone este ejemplo: cuando un vegetariano va a un restaurante y le ofrecen carnes, lo correcto es no elegir eso. “Se trata de un sufragio con conciencia”, argumenta.
En las elecciones presidenciales de 2021 hubo 1,7 millones de votos nulos, algo más del 16 %. Ha sido el porcentaje más alto desde el retorno a la democracia. Un hecho considerado histórico por quienes defienden esta opción ocurrió el año pasado en Calacalí, donde ganó el voto nulo en las elecciones de la junta parroquial, por lo que se repitieron los comicios.
Las opiniones
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Leer másEl sociólogo Luis Verdesoto, también exvocal del Consejo Nacional Electoral, anota que nuestro sistema desestimula el voto nulo e impulsa el positivo, ya que “en democracia no nos podemos quedar sin presidentes, sin legisladores, sin autoridades”. Sin embargo, eso no implica que en él no haya una voluntad política.
“El voto nulo es siempre una expresión y todo buen entendedor del sistema político, al ver que se eleva el porcentaje de nulos, nota el rechazo de los votantes. Históricamente, anulan el voto personas que no saben votar, anarquistas o quienes no se sienten identificadas con ninguna opción y rechazan o se aíslan del sistema político”, analiza.
¿Cuál es el mensaje?
Wladimir Sierra, sociólogo de la PUCE, comenta que la existencia de tantas organizaciones y candidatos es mal vista por muchos, para quienes el camino es anular el voto. “La lectura debe ser que esa serie de movimientos con menor votación que los nulos ya no deberían existir. No contribuyen al proceso democrático. No es lo mismo que el blanco, que sí implica desentenderse del proceso, un quemeimportismo frente a la contienda electoral”, diferencia.
El analista político Santiago Cahuasqui dice que, en términos generales, el voto nulo refleja la baja o alta identificación de los electores con los candidatos, así como con el sistema político en su conjunto.
Fabrizio Moreno cuenta que en esta primera vuelta él votará por un candidato que, de alguna manera, le representa y se acerca más a su ética e ideología, pero sabe que seguramente no tendrá éxito. Entonces, para la segunda vuelta, “cuando nos ponen a elegir entre el menor de los males, si tengo claro que ambos proyectos nos ponen en riesgo por sus agendas, votaré nulo. Es irresponsable y deshonesto darle un voto (a alguien) si no me inspira confianza”.
Verdesoto recuerda que en la legislación ecuatoriana, el voto nulo se concibe como una expresión de rechazo absoluto, radical y extremo al conjunto de la oferta electoral. No obstante, recuerda que debe superar el 50 % de votos positivos para tener un efecto real.
Sierra anota que puede ser una alternativa en localidades en las elecciones seccionales, como ocurrió en Calacalí. Para los próximos comicios no ve a grupos promoviendo el voto nulo, sino polarización entre dos opciones.