El voto rural, entre la venta informal, aglomeraciones y filas interminables
En los alrededores de Quito se repitió un escenario con cientos de personas esperando para ingresar al recinto electoral,
Las parroquias rurales vivieron una jornada complicada, este domingo 7 de febrero de 2021. En Pomasqui, por ejemplo, tres instituciones educativas sirven como recintos electorales, pero resultaron insuficientes para permitir que existan las normas mínimas de bioseguridad.
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Leer másCada uno uno vivió su propio calvario durante la mañana. La más complicada fue la Unidad Educativa San Antonio de Padua. Allí, las personas esperaron casi dos horas en la fila, solo para ingresar a la institución y buscar la mesa para ejercer el voto.
¿La razón? Todo se retrasó desde el inicio porque las juntas receptoras del voto no tuvieron a los vocales mínimos para iniciar la jornada. Fue necesario recurrir a las personas que madrugaron para completar los mínimos. Y, obviamente, sin las pruebas médicas previas necesarias para estar allí.
Al existir tanta gente pugnando por entrar, el distanciamiento se volvió imposible. Más de seis cuadras con personas a menos de un metro. Eso, sumando a los vendedores ambulantes que se acercaron a las filas para ofrecer esferográficos, alcohol y protecciones para el rostro. El fuer sol también aportó para que la espera se vuelva insoportable.
La situación cambió un poco en el Colegio Nacional Pomasqui. Si bien la fila fue extensa, las personas avanzaron rápido. Esta unidad educativa es mucho más grande, por lo que ingresaban más personas a la vez.
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Leer másMientras, en la Escuela El Quiteño Libre todo fluyó. La fila fue corta, se ingresó en menos de cinco minutos y cada mesa tenía menos de tres personas esperando para votar. Esta institución tuvo una mañana tranquila, aunque cerca del mediodía empezó a crecer la fila.