Pragmatismo, la formula del exito

Los países que sacaron sus economías del Tercer Mundo lo hicieron superando las ideologías del pasado y priorizando lo que funciona.

China en tres décadas logró que su PIB alcance el segundo lugar de mayor importancia en el mundo. La fórmula fue abrirse al exterior, vía políticas reformistas, haciendo atractivo a los inversionistas del mundo poner a trabajar su dinero en China, para obtener los réditos proyectados para su inversión; la cual se mantendría, dependiendo de las ventajas y seguridad que el inversionista obtenga en dicho país para su dinero. A dicha reforma la denominaron “política de atracción de negocios y captación de capitales del exterior.”

Campañas como la de “Anímate a enriquecerte antes que otras personas”, fue la miel que llevó a los grandes inversionistas del mundo a invertir en China; es así que el mayor número de las 500 empresas más importantes del mundo, tienen inversiones en dicho país, no solo en productos de alta gama y tecnología; también en productos económicos de gran volumen de producción. Lograr aquello exigió mejorar el nivel de educación e investigación en los diversos campos de la ciencia y de la economía, y radicalizar la lucha contra la corrupción. En Ecuador, al contrario, la lucha contra la corrupción es timorata; seguimos debatiendo sobre ideologías de izquierda o derecha, aplicando en lo económico recetas del socialismo radical del siglo pasado que ahuyentan la inversión. Le meten la mano al bolsillo de ricos y pobres vía impuestos, convirtiéndonos en uno de los países más caros para vivir; incrementando el nivel de endeudamiento, en lugar de aumentar el volumen de inversión privada.

Deng Xiaoping entendió que la única manera de salir de una economía del tercer mundo y pasar a ser una potencia económica, era iniciar la reforma, dejando de lado el dogmatismo para pasar al pragmatismo; así lo expresó con su frase “No importa que el gato sea blanco o negro; mientras pueda cazar ratones es un buen gato”. China es la prueba de que el pragmatismo es la fórmula del éxito. Retemos al Gobierno ecuatoriano a seguir dicho ejemplo.