Preciado, el Destructor que forma a todos sus “hijos”
En la Isla Trinitaria, Yecson ‘adopta’ y rescata a chicos de las calles a través del boxeo, disciplina que les permite crecer como deportistas, pero sobre todo, como personas.
De sus días de niño ya no queda nada. Y, a diferencia de otros, se siente feliz por eso. Salió de su casa a los 12 años y creció en la calle, hasta que fue adoptado por una familia a la que le pidió una sola cosa: ser boxeador profesional. Luego de casi medio siglo de una vida de ascensos y picadas, Yecson Preciado, fundador de Trinibox, está consciente que su objetivo ya no es mantenerse de pie durante doce asaltos, sino “rescatar” y “adoptar” cada vez a más “hijos”, en uno de los barrios más conflictivos de Guayaquil, la Isla Trinitaria.
“La gente dice que yo soy el único negro que anda golpeando puertas para que los niños se preparen”, cuenta Preciado mientras asienta la cabeza, desde el interior de su gimnasio al pie del estero, donde “falta material de trabajo”, pero sobra “talento”.
“Esta es una cunita del boxeo, calladitos, en este huequito, trabajamos mucho. Yo no necesito tener la escuela llenita, solo con cinco o seis alumnos, eso basta para que uno de ellos cada año nos dé medallas”, afirma con notorio orgullo. Sin embargo, mantener la constancia en los chicos no es tan fácil como lanzar un puño y, en la mayoría de los casos, necesita lidiar con la eterna complejidad de las calles donde crecen.
Pasadas las 15:00, la puerta de Trinibox vuelve a abrirse para la segunda jornada de entrenamiento que se realiza a diario. Sergio y Gokú, ambos alumnos destacados, son los primeros alumnos en llegar, minutos después, arriba Preciado. “Venía apurado porque me había olvidado que ustedes llegaban y hasta olvidé pasar recogiendo a algunas niñas”, apunta, sin olvidar explicar que a veces es necesario hacer de expreso ambulante, para evitar que les provoquen.
“A hombres y mujeres hay que ir a recogerlos a la casa porque usted ya sabe, les dicen de todo, los desafían porque entrenan. Por ahí vienen los problemas. Entonces por eso yo siempre ando rodeado como esos patos, con un poco de patitos. Siempre llevo a mis muchachitos”, explica.
Preciado maneja sus entrenamientos con voz rígida e indicaciones constantes. En contraste a momentos previos cuando se encuentra con cada uno de sus deportistas: “mijito, mijita”, les saluda y les da un beso en la cabeza. “Yo me creo un padre para cada uno de ellos, pero aquí se viene a trabajar y el que no obedece se va a su casa”, insiste el Destructor. Según él, “profesor que no te exige es el que no te considera capaz de llegar lejos”.
Si bien solo está con sus alumnos por las mañanas, está pendiente de lo que hagan durante la noche. Después de las 18:00, sus alumnos “no se dejan ver” de él. “Yo paseo por ahí y si los encuentro por la calle los corro por todita la Trinitaria”, afirma sin evitar soltar una leve sonrisa. “¡Es en serio!”, agrega de inmediato.
Uno de sus retos diarios es enseñarles cosas buenas. Y lo define como un desafío teniendo en cuenta que él viene de la calle, donde “se aprenden muchas cosas malas”. ¿Qué es lo primero para Preciado? “La educación”, contesta sin dudar.
“Aquí el que llega y no saluda paga sus 20 de pecho, sea hombre o mujer. La educación es todo. Asimismo, si no eres buen estudiante no serás buen deportista”, dice Yecson.
La decisión que tomó Yecson hace poco más de tres años no fue en vano. Trinibox es uno de los semilleros que más boxeadores aporta a la provincia para los Juegos Nacionales cada temporada. Actualmente, su academia tiene a seis competidores en los Juegos Deportivos Nacionales Prejuveniles 2019. Y en total, la Trinitaria “acumula unas 100 medallas, mínimo”, a nivel nacional.
Ya con los resultados que sustentan su trabajo, Preciado no hace más que pedir colaboración para que su academia renueve implementos deportivos que terminan por deshilacharse. Antes del sparring de entrenamiento, el Destructor debe preparar uno por uno a sus alumnos. No porque ajustar un par de guantes sea complicado, sino porque se requiere de alguien más que los estabilice con un cordón de zapatos, para que estos no caigan por sus broches ya desgastados.
“Lo único que deseo son implementos para seguir levantando niños, nada más”, añade Preciado. “Este deporte es para valientes, porque además de ser ‘come golpes’, debes salir favorecido en el sorteo que te catapulte”.
El momento más triste, la partida del “hijo” más querido
Yecson Preciado es padre de cinco hijos, quienes también hace del boxeo su estilo de vida, a excepción del mayor que vive en Quito. Pero de entre todos los que llevan su sangre y a quienes adoptó a través del deporte y su academia, existe uno que lo conmueve sobremanera: Anthony ‘La Rata’ Reasco.
¿Qué es de la vida de Anthony? Se le pregunta al Destructor. “Está haciendo base en Chile, se fue hace unos meses”, empieza a contar Preciado. Claramente conmovido se sienta en una de las escalinatas al borde del estero y se dispone a continuar.
“Mi muchacho se fue sin avisar. Se le consiguió quien lo reciba y le permita seguirse formando como boxeador. Hablé con un amigo mío y entrenador en Chile y este aceptó. Dentro de poco hará su primera pelea como profesional”, narra. “Pero mi muchacho se fue sin avisar”, revela.
“Un día lo llamé para preguntarle por dónde andaba y me confesó que estaba en el aeropuerto, a punto de despegar. Y se me vino todo abajo, empecé a llorar. ¡Chucha, por qué no me avisaste!”, cuenta con gran sentimiento. “Solo quería darte un abrazo de despedida”, le insistió a Reasco.
Con el pasar de los días, Preciado espera que su máximo exponente triunfe. O, en un futuro no muy lejano, sea quien le cumpla su sueño. “Trabajo para que un día uno de mis chicos sea campeón olímpico o pelee en Las Vegas”.
“Gracias a esto las chicas no están embarazadas. Hay muchos que por esto no están en la cárcel, hay otros que gracias al boxeo no están muertos”.