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La agenda de Daniel Noboa en esta semana fue ajustada para distintos eventos en plena campaña electoral.
La agenda de Daniel Noboa en esta semana fue ajustada para distintos eventos en plena campaña electoral.Foto: Flickr Presidencia

Presidente o candidato, Daniel Noboa viola la ley todos los días

Análisis | La agenda presidencial tuvo una colección de actos proselitistas en los que Noboa indujo a la gente a votar por él

No se entiende por qué Daniel Noboa quiso encargar la Presidencia para dedicarse a la campaña electoral por dos días, cuando igual se pasó haciéndola impunemente durante los cuatro anteriores como presidente en funciones.

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Entre el domingo y el jueves de esta semana, la agenda presidencial fue una colección de actos proselitistas hilvanados uno detrás de otro: en Carondelet, en el sur de Quito, en Esmeraldas… 

Resulta “imprevisible e irresistible que el ejercicio de las funciones y atribuciones del presidente de la República, en cualquier evento público, se confunda con un acto proselitista”, dice el farragoso y chapuceramente redactado Decreto 500, en el que Noboa deja su despacho a cargo de la supuesta vicepresidenta Cynthia Gellibert, entre el jueves y el domingo, se entiende que para evitar esas confusiones. 

Pero las confusiones son inevitables, sobre todo en los casos en que las actividades presidenciales consisten, precisamente, en participar en eventos públicos de naturaleza proselitista. Y eso es exactamente lo que ocurrió.

¿Inducción al voto?

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Lo que la Ley Orgánica de Elecciones prohíbe explícitamente a los “funcionarios en ejercicio de sus funciones” (cosa que el presidente ha pretendido ser hasta el jueves, cuando se metamorfoseó en candidato) es que “induzcan el voto a favor de determinada preferencia electoral”. 

Inducir es un verbo que puede resultar sumamente incómodo para los tinterillos a cargo del chiringuito electoral. Significa mover o dar motivos a alguien para que haga algo. En este caso, mover o dar motivos a alguien para que vote de tal o cual manera. 

Mover, dar motivos: no se requiere, para esto, una petición expresa, basta con una implícita. La inducción, es decir la acción y el efecto de inducir, de hecho no es otra cosa que la operación mental para descubrir aquello que está implícito.

Inducir el voto es lo que el presidente no ha dejado de hacer desde su aparición en el balcón de Carondelet el domingo 5 de enero, primer día de campaña electoral. Había mandado a engalanar la fachada del Palacio con profusión de banderas tricolores sin ningún motivo particular y, cabe suponer, a cuenta de la caja chica de la Presidencia. 

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Una de esas banderas, la más grande, que apareció como telón por detrás del jefe de Estado, estaba sensiblemente adulterada: el azul de su franja central había degenerado en morado arzobispal. Si a eso se suma el hecho de que, vista desde la plaza donde se congregaban la multitud y las cámaras, la franja roja quedaba oculta, resulta que el presidente terminó hablando frente a una gigantesca tela con los colores de su partido: morado y amarillo. ¿Y qué dijo? Esta es la mejor parte.

“Debemos estar muy atentos a todo lo que está pasando, porque ya no es solo una elección, es una lucha contra la desigualdad, contra el pasado, una lucha contra el narcotráfico, contra la delincuencia, contra la indolencia. Es una lucha histórica, es una lucha única y nosotros, en cinco semanas, venceremos. Para eso necesitamos el apoyo de cada uno de ustedes, necesitamos también una Asamblea que apoye en vez (de) que dé trabas a cada uno de los proyectos del Ejecutivo”. 

El ministro de Gobierno, José De La Gasca, podrá decir que fue solamente un saludo a un grupo de partidarios que se congregaron en la Plaza Grande para expresarle su respaldo. Pero fue un discurso electoral en toda regla. “En cinco semanas venceremos”. Con “el apoyo de ustedes”.

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¿Qué decir del resto de su agenda de la semana? Lunes: visita al Espacio Integral Familiar de La Ferroviaria, barrio popular del sur de Quito, una obrita inaugurada hace seis meses y que él llama “titánica”, donde los ministros repartieron roscón de Reyes a los moradores. Miércoles: visita a Esmeraldas para “constatar el avance del mantenimiento de la carretera E15”. ¡Constatar el avance del mantenimiento! ¿De verdad esto es una agenda presidencial? 

De La Gasca dirá, con la jerga que tomó del correísmo, que eso es exactamente lo que hace un presidente “de territorio”. ¿Pero hace falta, para “constatar el avance del mantenimiento” de una vía, convocar a cientos de personas, desplegar una carpa gigantesca en un terreno enorme, levantar una tarima, dar discursos? ¿No podría “constatar el avance del mantenimiento” sin que nadie se entere, como le exige la ley en estos días?

Hay otra prohibición expresa contemplada en la ley electoral. Artículo 207: “Las candidatas o candidatos, desde la inscripción de su candidatura, no podrán participar en eventos de inauguración de obras u otros financiados con fondos públicos”. 

¿Alguien puede impedir a Noboa?

Entre eso y la inducción permanente del voto, el presidente Daniel Noboa viola la ley todos los días, varias veces al día. 

¿Quién lo impedirá? Yo no, parece decir el Consejo Nacional Electoral. En medio de semejante atropello, ese organismo emitió un comunicado para recordar que todo lo que está haciendo a diario el presidente es una infracción electoral y que el encargado de juzgarla no es él, sino el Tribunal Contencioso Electoral. El CNE, claro, podría denunciarlo, ¿pero para qué complicarse la vida?

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