Prestidigitadores
“Me cuidan un pocotón de sufridores y mirones como tú”, leí hace dos días en la parte trasera de un bus que seguí en el tráfico. Como iba con alguien que siempre me está enseñando nuevas y mejores formas de ver la vida, filosofamos un rato sobre el llamativo mensaje.
Los pensamientos y las expresiones más comunes del trajinado interactuar de la gente no se parecen a los análisis y palabras sofisticadas que usamos a veces los columnistas. El día a día de la gente gira en torno a cortos mensajes de motivación, de desarrollo personal, a veces de solidaridad y a veces de individualismo. La mayoría de las veces tienen que ver con personas de carne y hueso, con objetos, o con dinero. Siempre son optimistas, aunque a veces ese optimismo se alimente del miedo, de la diferenciación y del conflicto. Los mensajes emotivos de las redes sociales son muestra de aquello, como la optimista campaña de Trump, “Hagamos de Estados Unidos grande otra vez”, que enseña que los mensajes esperanzadores pueden basarse en el odio a terceros.
No debería sorprendernos que los arquitectos de las decisiones populares jueguen con estos matices de la mente. Estamos tan atribulados que no nos damos cuenta. No podemos, según varios premios Nobel, por ejemplo, distinguir en nuestros ejercicios mentales cotidianos entre valores nominales y valores reales; ni siquiera los economistas pueden, según Thaler.
De allí se explica que calen sin beneficio de inventario las ecuaciones con las que hoy en día se pretende equiparar en la opinión pública una “ganancia real” con una “ganancia nominal”. Paremos un segundo y recordemos que ganar el mismo sueldo durante 30 años es como ganar cada año menos, porque el costo de la vida sube y con la misma plata se compra menos. Así igualito hay que descontarle la inflación a la ganancia que se hace al vender un inmueble, por muy grande que parezca si no se le descuenta la inflación. Nadie lo está haciendo, o quienes lo hacen olvidan descontar otros rubros porque la ingeniería financiera se complica -y entonces es mejor hacer un meme o acusar a un tercero.
Twitter@JaimeRumbea