Proceso.  Wolfgang P. (c), miembro de los ‘reichsbürger’, a su arribo a la Corte de Nuremberg-Fuerth donde comparece acusado de matar a un policía durante un operativo en Baviera.

Psiquiatras para esotericos neonazis en Alemania

Anárquicos: Estos militantes no pagan las multas ni las cotizaciones sociales y son conocidos por desobedecer a la policía. Han llegado a elaborar sus propios documentos de identidad.

Los ‘reichsbürger’ (ciudadanos del Reich), un movimiento heterogéneo de neonazis, nostálgicos del Káiser, conspiracionistas y personas con creencias esotéricas, preocupa a las autoridades alemanas que, tras una serie de incidentes violentos, los consideran una amenaza creciente.

Wolfgang P., comparece desde el martes pasado ante un tribunal de Nuremberg (sur) por el asesinato de un policía en octubre de 2016. Vestido con un chaleco antibalas, este ‘reichsbürger’ abrió fuego contra las fuerzas de seguridad que se disponían a detenerlo en su casa, donde almacenaba ilegalmente una treintena de armas. Otros tres policías resultaron heridos en la operación.

Los ‘reichsbürger’ constituyen una nebulosa de individuos y asociaciones de nombres rimbombantes, como ‘el Gobierno en el exilio del Imperio alemán’, el ‘Reino de Alemania’ o la ‘República libre de Alemania’.

Ellos “creen que la República Federal de Alemania (RFA) no existe, se niegan a pagar impuestos y quieren restaurar una Alemania que incluya zonas de la actual Polonia”, explica Jan Rathje, un experto en extrema derecha de la Fundación Amadeu-Antonio, en un folleto sobre este movimiento.

Durante mucho tiempo -explica- se les consideró simples locos o personas con tendencia a quejarse continuamente.

Estos militantes inundan las administraciones con correos electrónicos en los que exponen su ideología y su rechazo, por ejemplo, a los impuestos.

No pagan las multas ni las cotizaciones sociales y desobedecen a la policía. En junio, un hombre de 33 años rechazó las medidas policiales al ser detenido ebrio al volante de su coche en Rostock (noreste), alegando que no reconocía la autoridad de las fuerzas de seguridad.

Los ‘reichsbürger’ fabrican sus propios documentos de identidad, sus permisos de conducir y reinventan las matrículas de sus coches.

Algunos no reivindican su pertenencia al Reich del Emperador ni al de Adolf Hitler, sino que quieren fundar su propio Estado o comunidad soberana. En 2009, el ‘Principado Germania’, instalado en una antigua mansión, tuvo un gran eco mediático pese a su corta existencia (tres meses).

Entre los ‘reichsbürger’ figuran conspiracionistas, pero también negacionistas, sobre todo el exabogado Horst Mahler, cofundador de la organización de extrema izquierda Facción del Ejército Rojo (RAF) en los años 1970, y que luego ha abrazado una ideología neonazi.

Según los servicios de inteligencia interior, los ‘reichsbürger’ engloban a unas 12.600 personas, de las cuales 700 son ultraderechistas. Pero, según algunos expertos, es difícil evaluar su número porque durante mucho tiempo las autoridades no se interesaron por ellos.

“El movimiento de los ‘reichsbürger’ tiene un gran potencial de atracción y sigue ganando nuevos simpatizantes”, advirtió en marzo el jefe de los servicios de inteligencia interior, Hans-Georg Maassen.

Como carecen de una estructura e ideología común, los ‘reichsbürger’ tampoco tienen jefe, sino múltiples dirigentes autoproclamados.

A la cabeza de un ‘Reino de Alemania’, el excocinero Peter Fitzek, de 52 años, intentó entrar en política presentándose en 2008 a la alcaldía de Wittenberg (este). Fue condenado en marzo pasado a más de tres años de cárcel por abuso de confianza.

Las autoridades alemanas están preocupadas por “el potencial de violencia considerable y su creciente agresividad”. Varios incidentes armados recientes hicieron que se interesen más por el movimiento.

Wolfgang P., de 49 años, afirmó a través de su abogado que no tenía la intención de matar a uno de los agentes durante el operativo en su casa, así como tampoco herir a otros tres. Según sus propias declaraciones, se vio sorprendido por la llegada de las fuerzas de seguridad y no sabía que se trataba de policías cuando abrió fuego contra ellos.

Acusado de “asesinato con circunstancias agravantes, intento de asesinato y heridas corporales graves”, enfrenta una condena de cadena perpetua, lo que significa en la práctica 15 años de cárcel antes de poder pedir la libertad condicional.

Dos meses antes del caso de Wolfgang P., un exganador del concurso de belleza ‘Mister Alemania’ que se declara ‘reichsbürger’, abrió fuego contra dos policías que iban a expulsarlo de su casa. Resultó herido leve y fue detenido.

Algunos responsables políticos reclamaron una reacción más firme.

En los últimos meses se llevó a cabo varias operaciones contra la agrupación, con arrestos e incautaciones de armas. Y en junio los ministros de Interior de los estados regionales alemanes decretaron que ningún ‘reichsbürger’ de Alemania posea armas.

Según Heiko Homburg, un responsable de los servicios de inteligencia de Brandeburgo, citado por el popular periódico Bild, declaró: El caso de “algunos de los ‘reichsbürger’ es cosa de la psiquiatría”. “Si además tienen acceso a las armas es extremadamente peligroso”, añadió.

Themar, un punto de encuentro para los ultras

La apacible vida de Themar -un idílico pueblo de 3.000 almas ubicado en el Estado federado de Turingia, se hizo trizas cuando Tommy Frenck, el neonazi más conocido de la región, decidió organizar un concierto en un terreno baldío de la localidad.

Frenck, un cocinero de profesión, de 30 años, es dueño del restaurante Goldener Löwe, un lugar que en los últimos tres años se ha convertido en un centro de reunión de neonazis y en escenario de pequeños conciertos. Cada 20 de abril, ofrece un menú especial para festejar a su manera el día en que nació Adolf Hitler: un escalope de cerdo acompañado de ensalada de patatas por el precio de 8,88 euros. Una cifra simbólica que encierra un mensaje críptico: el número 88 es conocido en el mundo neonazi como una abreviación de HH (Heil Hitler!). El restaurante está ubicado en la localidad de Kloster Veßra, a tan solo tres kilómetros de Themar.

El pasado 15 de julio, Themar ya había perdido el anonimato y convertido en noticia cuando unos 6.000 neonazis llegaron al pueblo para festejar, en un terreno baldío propiedad de otro ultra, el concierto convocado bajo el lema ‘Rock contra la extranjerización’.

El éxito convenció a Tommy Frenk de organizar una nueva fiesta musical que tuvo lugar el primer sábado de agosto, esta vez bajo el lema ‘Rock para la identidad’. Unos 1.000 neonazis asistieron al evento y este mes se realizará otro.

“No somos la capital musical de los neonazis”, afirma el alcalde de Themar, Hubert Böse, cuyos intentos por prohibirlos toparon con la ley de derecho a la libertad de reunión. El País