Quito pone a prueba la paciencia del abogado
El regreso a la presencialidad revivió el caos vehicular al llegar a la ciudad. Las complicaciones se trasladan a sus casos
Marcelo Dueñas y su estudio jurídico tenían tres diligencias judiciales el lunes pasado, a partir de las 08:00, en Quito. Dueñas vive en el Valle de Los Chillos.
Llegar a la capital dice que ese día era imposible. “Considero que hemos vuelto a lo que era antes Quito: el caos generalizado con el tráfico y la destrucción de las calles que se agrava con el invierno”, señala.
La primera era a las 08:15. Para cumplir con el señalamiento judicial salió de su casa a las 06:30. Con las justas pero llegó. Para las de las 09:30 había sido designada otra profesional que también vive en el Valle y no pudo llegar por el tráfico que se formó.
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Leer másEl abogado explica que su colega tuvo que desviarse de la ruta normal que es la avenida Rumiñahui, tomar la Simón Bolívar, luego ingresar por el túnel Guayasamín y las rutas que el GPS le indicaba, pero no llegó a tiempo. Ella tuvo que ser cubierta por otro defensor.
Llegar a Quito desde el Valle de Los Chillos cuando no hay tráfico toma 20 minutos en vehículo particular y 45 en bus.
El lunes, quienes se movilizaron en transporte público tuvieron casi dos horas de viaje en la misma ruta. Para Dueñas, “es una situación que realmente provoca una angustia porque, independientemente que sean cosas inmanejables como fuerza mayor, no es una causa justificativa para una ausencia en una audiencia”, añade.
Una de las explicaciones al incremento del tráfico vehicular fue que ese día se suspendió el contraflujo con el que se habilita el paso de autos en la avenida Rumiñahui para su desplazamiento a la capital, según publicó la Secretaría de Movilidad en su cuenta de Twitter.
Parte de la solución es tener un sistema de transporte público integrado.
Esa decisión fue motivada en las malas condiciones climáticas y el mal tiempo en el sector de El Trébol, que es el paso obligado de quienes suben del Valle de Los Chillos, llegan del sur de Quito, del cantón Mejía y de las provincias de la sierra centro.
Una de las medidas con las que se ha buscado mejorar el tránsito y aligerar la carga vehicular es el pico y placa, suspendido en la pandemia y retomado a finales del año pasado.
Guillermo Abad fue el secretario de Movilidad en la administración del cesado exalcalde de Quito, Jorge Yunda. Él cita que el pico y placa fue una medida tomada en 2010 cuando Quito tenía un parque automotor de 450.000 vehículos.
Indica que en la actualidad la capital tiene 650.000 vehículos más y se estima entre 50.000 a 100 mil carros flotantes. Es decir automotores que no están registrados pero circulan en la ciudad, pues son de cantones cercanos o de paso a otras ciudades.
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Leer másAñade que la capacidad de la infraestructura vial sigue siendo casi la misma desde 2010. Pero si el transporte privado debe lidiar con el caos vehicular, también se ha visto afectado el transporte público porque su velocidad promedio bajó a 7 km/h en hora pico, “generando más tiempos de desplazamiento al 71% de la población que usa este tipo de transporte”.
Para quienes suben de los valles de Tumbaco y Cumbayá, la existencia del túnel Guayasamín evita que tengan que permanecer horas en el tráfico.
A la penalista Lorena Grillo, quien vive en Cumbayá tras la pandemia, le tomaba 20 minutos llegar a Quito en las mañanas sin tránsito.
Con el regreso a la presencial, aunque la misma rutina le toma a la periodista María Grazzia Acosta cerca de 50 minutos, Grillo prefiere salir una hora y media antes por cualquier eventualidad.
Abad asegura que con la medida del pico y placa se privilegia al transporte particular el mismo que usa el 21 % de la población pero utiliza el 80 % de la vía con un índice de ocupación por vehículo de 1.2 pasajeros.
Comenta que en diferentes ciudades del mundo se privilegia al transporte público y se limita al transporte particular con restricciones cada vez más severas o con tasas de congestión, contaminación, peajes por el uso del auto particular.
Para aliviar el caos vehicular del sector del Trébol, el año pasado la prefecta de Pichincha Paola Pabón anunció que se impulsaban los estudios para conseguir una conexión vial entre la autopista Rumiñahui, sector Monjas, con La Vicentina. Se denominó ‘El Arbolito’.
Se había pensado en una inversión de 240 millones de dólares en la obra que tendría el aporte de la empresa privada, según anunció Pabón en abril de 2021. Se contemplaba la construcción de un puente que conecte Monjas con La Vicentina y un túnel subterráneo desde la Autopista hasta el Parque El Arbolito.
Hubo la mención a la Cámara de la Construcción como uno de los posibles participantes. Su presidente Leopoldo Ocampo indicó que el gremio invitó a los autores del mismo para que socialicen los parámetros y cómo está concebido el proyecto, cómo se va a pagar “porque no podemos dar un apoyo a algo que no tenemos muy bien ilustrado en la parte técnica y no podemos ponernos en contra por la misma razón”, dijo. Añadió que la invitación está abierta y esperan ser informados.