Las rarezas que cobija la zona de carga aérea
Tres bodegas almacenan las importaciones que llegan en avión. Desde semen vacuno hasta ropa ‘de marca’ pasan por ahí
La mañana de un miércoles reciente, el personal de traslado de carga de una de las tres almaceneras temporales aledañas al aeropuerto José Joaquín de Olmedo entregaba cerca de 500 bobinas de hilo de fibra de vidrio, que dos días antes habían sido embarcadas en el otro lado del mundo, en Xingtai, en la provincia china de Hebei.
“Ha sido un día normal”, dice Galo López, empleado de una de estas bodegas que se encargan de custodiar la mercadería o lotes de insumos que han sido importados y de los cuales sus dueños deben cumplir el trámite de desaduanización. “Alguna vez recibimos por aquí un hipopótamo y hasta una hiena. Los días menos aburridos, que también son esporádicos, debemos tratar con miles de polluelos vivos de pavo o caballos de paso”.
En los casi 3.500 metros cuadrados repartidos en las tres bodegas (CTE, Intercarga y Cargo Service), permanece embalada en calidad de tránsito, una parte de la ropa de moda que se importa desde algún país europeo, o el nuevo invento tecnológico de los asiáticos. Lo que circula por estos lugares no es lo que el pasajero de cualquier avión declara como artículo personal o equipaje de mano y que la ley de Aduanas identifica en 47 ítems: desde computadoras hasta cepillos de dientes.
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Leer másLo que se almacena son cosas que tienen valor comercial, dice Leonardo Gilces, gerente de Intercarga, una empresa que nació hace 38 años, más de una década antes de que la Aduana del Ecuador concesionaria el almacenamiento temporal de las cargas que arriban por el aeropuerto de Guayaquil. Son lugares calientes. Nunca paran y están ubicados a un costado de la avenida de las Américas, junto a la pista de aterrizaje del José Joaquín de Olmedo. Ni siquiera en el tiempo que duró la cuarentena provocada por la pandemia de COVID-19 dejaron de recibir productos. “En esos casi tres meses tuvimos 180 mil kilos de carga. En su mayor parte, mascarillas, medicinas y pruebas COVID”, detalla Gilces.
Así como hace tres años arribó una enorme tubería para una empresa petrolera en la Amazonía que pesaba 15 mil kilos y llegó a bordo de un avión Antonov, el personal de estas grandes bodegas debe lidiar a veces con contenedores en cuyo interior hay animales vivos. En algún momento y desde 2007, los animales exóticos del Zoológico El Pantanal (cebras, hienas, macacos, lémures y camellos) hicieron también una parada aquí, a la espera de cumplir los trámites de nacionalización. “Vinieron de zoológicos de otras partes del mundo, por medio de intercambios o donaciones, con fines culturales y educativos”, dice Belén Chiriboga, gerente de este lugar, que también es un centro de rescate, en el km 23 de la vía a Daule.
De Lima y de algunos puntos de EE. UU., de agosto a septiembre llegan polluelos de pavo para ser criados y luego vendidos en diciembre por empresas avícolas. Hace poco estuvieron de paso cinco cerdos, jóvenes y robustos. “Eran de raza y se los importaba para usarlos como sementales”, cuenta López, quien lleva ocho años dedicado a estas labores.
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Leer másCada bodega cumple altos niveles de seguridad. Con cámaras de vídeo y potentes sensores contra incendios. Hay sectores de carga peligrosa. Desde materiales tóxicos hasta altamente inflamables. Además, áreas de refrigeración para productos como medicinas y vacunas. “Hemos recibido caballos fino de paso y hasta órganos humanos usados para trasplantes. Aunque estos últimos reciben una atención muy especial e interviene el Ministerio de Salud en el trámite”, asegura Gilces.
El Servicio Nacional de Aduana del Ecuador (SENAE) determina que no más de 55 días las almaceneras pueden custodiar la carga. Luego de eso se la declara en abandono. Casi el 3 % de lo que estas bodegas reciben al año, se queda ocupando espacio por meses.
En esta instancia, le corresponde al SENAE definir el destino que le dará. “Los productos perecibles los desechan. El resto, los donan”, agrega Gilces, quien aclara que la custodia que ofrece en ese tiempo a los productos, nadie se hace cargo. “Quienes perdemos somos las almaceneras”.