La RC trata de llevarse el metro
El correísmo quiso atribuirse todo el mérito de la construcción del metro y le fue mal. El exalcalde Mauricio Rodas fue el centro del debate público.
Aplastante derrota simbólica del correísmo en Quito: durante los tres primeros días de operación del metro, el exalcalde Mauricio Rodas, a quien se pretendió excluir de las celebraciones, fue la figura predominante de la conversación pública y ocupó el primer lugar en la lista de tendencias de las redes sociales, por encima de “Pabel”, “Metro” e incluso “Quito”. Había intentado el movimiento Revolución Ciudadana, a través de un comunicado oficial firmado por su Secretaría de Comunicación, alzarse con todo el mérito de la obra: les fue pésimo. Ese comunicado, lo mismo que el video de una aparente conversación telefónica del alcalde Pabel Muñoz, mal disimulado intento de colocar al expresidente prófugo Rafael Correa en el centro de la fiesta, fueron tan mal recibidos por los quiteños que el propio alcalde se abstuvo de retuitearlos.
En principio, Pabel Muñoz había planificado lo que se llamó “una inauguración ciudadana”, es decir: sin políticos adjudicándose la obra y adueñándose de la fiesta. En las escaleras de acceso de una de las estaciones, rodeado de una multitud de trabajadores del metro con sus casaquillas azul y grana, había grabado un video en el que atribuía la culminación del proyecto “al trabajo decidido de hombres y mujeres”. “El éxito de las operaciones del Metro de Quito fue gracias a las y los vecinos que demostraron su amor y orgullo por la ciudad”, tuiteó. Y, para subrayar este mensaje, se colocó a sí mismo en un discreto segundo plano: invitó a quiteños de a pie a cortar la cinta y declarar oficialmente inauguradas cada una de las estaciones.
273 mil personas usaron el Metro de Quito en tres días
Leer másNo habían terminado los quiteños de aplaudir este gesto de infrecuente discreción política cuando ya estaba el alcalde borrando con el codo lo que había escrito con la mano. ¿Se lo exigieron desde Bélgica? El video en el que apareció conversando por teléfono con un tal Juan Carlos, a quien explica el papel protagónico de Rafael Correa en la construcción del metro, contradijo todo el concepto de la inauguración. No, no se trata del excanciller y excandidato a la Alcaldía Juan Carlos Holguín, como se ha dicho. Para los efectos del video, la identidad del interlocutor es irrelevante: puede ser un entrevistador, puede ser un Suso que nomás escucha sin decir una palabra. El medio digital La Historia se preguntó si había alguien al otro lado de la línea. Da lo mismo.
Luego vino el comunicado oficial del correísmo sobre el metro: “Tuvo que llegar la Revolución Ciudadana para idearlo, financiarlo e iniciar su construcción, y tuvo que volver la RC para inaugurarlo”. Este fue el mensaje que desató el descontento ciudadano y puso a Mauricio Rodas en el centro de las conversaciones. Y eso sin que Rodas, que se encuentra fuera del país (el lunes apareció retratado junto a Hillary Clinton en Dubái), moviera un dedo. Dos días tardó el exalcalde en pronunciarse, a propósito de un artículo de un medio digital, y recordar lo que ya para entonces era una pieza de información que se transmitía de boca en boca: que el 88 por ciento de la obra civil (incluyendo los 22 kilómetros de túnel y las 15 estaciones) la construyó él; que también la fabricación y compra de los 18 trenes que hoy operan el circuito corrió por su cuenta; y que todo eso se hizo, en sus palabras, con “una brecha financiera de 500 millones de dólares, producto de un presupuesto referencial equivocado”.
La cantidad de información con la que se enterró la pretensión correísta de alzarse con todo el mérito de la obra fue apabullante. Incluía trapos sucios que el movimiento de la Revolución Ciudadana habría preferido no escuchar, como el oscuro asunto de las coimas pagadas por el consorcio español GMQ para conseguir contratos de asesoría con la alcaldía del entonces correísta Augusto Barrera, para la construcción del metro: 1,2 millones de dólares en sobornos para quedarse con un contrato de 20 millones, según se estableció en las cortes españolas.
También apareció, para disgusto correísta, un puñado de fotografías de marzo de 2019 (últimos meses de la administración de Rodas), cuando se hizo un recorrido piloto por el túnel en uno de los recién llegados trenes. Aparecen en ese viaje experimental los primeros usuarios del metro de Quito: el entonces presidente del Consejo de Participación Ciudadana de Transición Julio César Trujillo y su familia caminan por una estación que ya luce casi completamente terminada.
No, el metro de Quito no lo construyó el correísmo. Tampoco lo financió el movimiento de la Revolución Ciudadana, como pretende el comunicado del partido, con su habitual confusión entre lo público y lo privado, sino los organismos multilaterales y los bolsillos de los contribuyentes. En cuanto a la fiesta de la inauguración, Pabel Muñoz estuvo a un pelo de organizarla dignamente.
La parte que nadie hizo
“Una vez que pusimos a operar el metro, pondré todo el esfuerzo necesario en modernizar todo el sistema de transporte...”. Con este mensaje, el alcalde Pabel Muñoz admitió el incumplimiento de la parte de la obra del metro de Quito que le correspondía: la conformación de un sistema integrado que coordine el tren subterráneo con los buses de superficie. Para el próximo año podría haber nuevos trolebuses.
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