ONG FAD
ONG. La Fundación Alianza para el Desarrollo lleva educación y alimento a cientos de familias vulnerables en Cuenca, Portovejo y Zamora Chimchipe.Cortesía.

Del reciclaje a la educación: cómo la FAD cambia vidas

La Fundación Alianza para el Desarrollo ha ayudado a más de 500 niños recicladores en el sur del país.

La Fundación Alianza en el Desarrollo (FAD) nació en el año 2001 con un objetivo claro: apoyar a los recicladores que trabajaban en condiciones precarias en el botadero de basura a cielo abierto de El Valle. Desde entonces, la organización ha ampliado su misión para incluir iniciativas que garanticen el acceso a derechos básicos, como la educación y la inclusión social.

"Nosotros empezamos con el objetivo de mejorar la calidad de vida de los recicladores, ayudándolos a organizarse ya vender los materiales reciclables de manera conjunta para que obtuvieran un precio más justo. Con el tiempo, entendimos que su situación iba más allá de lo económico y que sus hijos también necesitaban apoyo para acceder a la educación y salir del círculo de pobreza en el que estaban atrapados", explica Diego Vargas, vocero de la FAD.

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Proyectos con impacto social

Durante 24 años, la FAD ha trabajado en la cooperación para generar acciones afirmativas en beneficio de comunidades en situación de vulnerabilidad, exclusión y riesgo. Sus proyectos se desarrollan en varias provincias y han cambiado la vida de cientos de personas.

Uno de ellos es “Derechos de la población recicladora”, que tiene presencia en Cuenca y Portoviejo. "En Cuenca, apoyamos a 11 organizaciones con 236 personas recicladoras. En Portoviejo, trabajamos con la asociación Asoserjebre, que agrupa a 140 recicladores. Les ayudamos a formalizar su trabajo, a obtener acceso a servicios públicos ya mejorar sus condiciones laborales", señala Vargas.

Otro de los programas clave es el Centro de Inclusión Educativa y Social, que opera en Cuenca y beneficia a 120 niños, niñas y adolescentes. "Nos dimos cuenta de que muchos hijos de recicladores pasaban largas horas junto a sus madres y padres en el trabajo, sin acceso adecuado a la educación. Este centro les da un espacio seguro para aprender y desarrollarse".

Además, en Zamora Chinchipe se lleva a cabo el proyecto "Aprender" , que busca fortalecer la educación en las comunidades rurales del cantón Palanda. "Trabajamos con 150 niños y adolescentes de Pucarón, Aguadulce y Cahuinal, además de 80 familias de la Asociación La Chacra. Queremos que la educación llegue a todos, sin importar lo lejos que vivan o las dificultades que enfrenten".

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Una red de colaboradores comprometidos

La Fundación Alianza en el Desarrollo cuenta con un equipo de 16 colaboradores distribuidos en diferentes ciudades del país. "En Cuenca tenemos 13 personas, en Quito una, en Portoviejo otra y en Palanda una más. Nuestro personal es seleccionado a través de concursos según los perfiles requeridos en cada proyecto", menciona el vocero.

Ser parte del FAD no solo implica un empleo, sino un compromiso con la transformación social. "Nuestra labor va más allá de lo asistencial; queremos empoderar a las comunidades para que sean autosuficientes y tengan un futuro con mejores oportunidades", enfatiza Vargas.

Mirando hacia el futuro

Los proyectos actuales de la fundación siguen en marcha, y la visión a futuro es clara: fortalecer las iniciativas existentes e incrementar los apoyos para completar los ciclos de intervención. "Nuestro objetivo es ampliar el impacto, llegar a más comunidades y garantizar que los beneficios de nuestros programas sean sostenibles en el tiempo", afirma Vargas.

La FAD sigue demostrando que el desarrollo social no es solo una meta, sino un proceso constante de trabajo, aprendizaje y compromiso con quienes más lo necesitan.

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