El rehen olvidado
España, Colombia y el mundo, con toda razón, están exigiendo a la guerrilla del ELN que deje en libertad a la periodista Salud Hernández-Mora y al equipo del canal RCN de Colombia integrado por Diego D’Pablos y Carlos Melo, al parecer también retenidos por la misma agrupación rebelde cuando se movilizaron a la zona del Catatumbo donde desapareció su colega. Uno de los comandantes guerrilleros del ELN, conocido con el alias de ‘Pablito’, se adjudicó inicialmente el secuestro de la periodista. Filtraciones de la inteligencia militar de Colombia dieron cuenta de la movilización de la rehén a través de la selva colombiana en un sector cercano a Venezuela. Una zona de guerra, como la calificó otro de los líderes del autodenominado Ejército de Liberación Nacional.
La televisión colombiana mostró imágenes de la búsqueda de los secuestrados, con cientos de militares desplegados y con ellos el propio presidente Juan Manuel Santos, vestido de verde olivo y con casco militar. Su gobierno ha ofrecido el pago de una recompensa a quien dé información sobre el paradero de los secuestrados. Aun así, Santos ha dejado espacio a que se interprete el caso como una participación voluntaria de la periodista española.
En ninguno de estos escenarios en que se pide, exige y amenaza al ELN, ni en entrevistas o ruedas de prensa del tema, he visto u oído una sola mención del ciudadano ecuatoriano que lleva más de un año secuestrado. Pregunto: ¿Nuestro gobierno, nuestro canciller, están exigiendo también que sea devuelto a su hogar el ingeniero de 51 años que ha permanecido por más de un año en poder de esa guerrilla? Yo, al menos, no lo he oído. Usted, amigo lector, ¿ha conocido de alguna acción firme, demandando al ELN la liberación de un compatriota, padre de familia, capturado en el departamento de Nariño? Lo que sí supimos, por las declaraciones del ministro Guillaume Long, es la postergación del inicio de los diálogos de paz entre el gobierno de Colombia y el ELN, que tienen como sede Ecuador. En estos días debieron empezar tales diálogos. La fecha prevista se situaba “a fines de mayo” en un lugar aún secreto, pero ya adecuado por el gobierno nacional. La hoja de ruta de estas negociaciones contempla seis puntos y la participación de una treintena de delegados del gobierno colombiano y de la guerrilla, que serán huéspedes de Ecuador. Me sigo preguntando: ¿Cómo iban a iniciar esta mesa pública de negociaciones sin devolver al país anfitrión al empresario rehén por el que se ha pedido originalmente un millón de dólares, según fuentes cercanas a la Policía Nacional?
No estoy autorizada a revelar la identidad de mi fuente (cercana a la cúpula gubernamental), pero confirmó la retención del compatriota, admitiendo también que la esposa de este rehén fue víctima del secuestro, liberada tras el pago de un ‘rescate’ y actualmente en la misión de conseguir dinero para pagar también por su esposo. Mi fuente, que habló con la condición de no ser expuesta, me explicó que los representantes del ELN con los que se ha tenido contacto por el tema de las negociaciones de paz, han dicho que no conocen con certeza qué facción tiene al ecuatoriano y por eso se ha complicado su liberación. O sea, y esta es una conclusión solo mía, la representación oficial de la guerrilla que va a negociar con el gobierno de Colombia ¡no representa a todas las facciones! ¿O estoy equivocada? Un programa de investigaciones de la televisión colombiana dio más detalles del rehén ecuatoriano (el rehén olvidado, en mi opinión). Según fuentes de inteligencia militar, a las que tuvieron acceso los periodistas, detrás del secuestro del ecuatoriano estaría HH, el cabecilla del denominado Frente Comuneros del ELN, que opera en el sur de Colombia, frontera con Ecuador. ¿Será que las autoridades ecuatorianas han seguido esa pista en silencio? En estos días en los que España, Colombia y el mundo siguen en la búsqueda de los periodistas secuestrados, me he sentido obligada a hablar alto del rehén ecuatoriano, el rehén olvidado. He pensado en la vida inhumana que está llevando, en el sufrimiento de su familia y en la indiferencia que su caso provoca en ciertas esferas oficiales. Tiempo atrás me pidieron no revelar su nombre, ni decir nada para no entorpecer las negociaciones de su familia. Pero un año después, ¿debo seguir callada? Me desconcierta saber que en los ocho encuentros entre representantes del gobierno de Colombia y del ELN que se llevaron a cabo en Ecuador entre enero de 2014 y marzo de 2016 (lo confirmó el canciller Long a la prensa extranjera en Quito), el tema del rehén ecuatoriano haya quedado sin resolver.
Aunque solo sea mi voz la que reclama, exijo al ELN devolver a nuestro compatriota. Como simple ecuatoriana, no puedo aceptar que sus guerrilleros pretendan seguir llegando a nuestro país, ¡y con las manos vacías!