Honras. Tributo floral en Londres ante la imagen de la parlamentaria laborista Jo Cox, asesinada el jueves.

El Reino Unido y su conflicto existencial

El llamado a dos referendos potencialmente sísmicos en dos años, el de independencia de Escocia y el de la Unión Europea (UE).

El llamado a dos referendos potencialmente sísmicos en dos años, el de independencia de Escocia y el de la Unión Europea (UE), da una idea de la crisis existencial del Reino Unido, atrapado entre la añoranza y el temor a lo venidero.

Hace solo 60 años, Gran Bretaña reinaba sobre un imperio que, en su apogeo, reunía a un cuarto de la población mundial. Hoy, corre el riesgo de encontrarse sola, con un territorio apenas mayor que Islandia, si decide abandonar la UE en la consulta del 23 de junio, la opción conocida como Brexit.

En este debate, Inglaterra está en primera línea. Motor económico, cultural y demográfico del Reino Unido, es la más amenazada por el estallido. Pero es también la menos proeuropea de las cuatro naciones constituyentes.

“No nos convirtamos en la ‘pequeña Inglaterra’”, imploró el primer ministro conservador David Cameron, partidario de la UE, recurriendo a un término usado para definir una mentalidad insular y parroquial.

“Este referéndum es un signo de nuestra incapacidad de asumir que ya no somos un imperio. Aquellos, sobre todo la gente mayor, que ya no se reconocen en una sociedad más diversa, son receptivos a un discurso que les propone subirse a una máquina del tiempo y empezar de nuevo. Se dicen, ‘¡ah!, si pudiéramos largarnos de esta maldita Europa y empezar de nuevo’”, explicó Michael Skey, especialista en cuestiones de identidad en la Universidad de Loughborough.

De ahí, según Skey, las incesantes referencias al pasado y, en particular a la Segunda Guerra Mundial, el último gran momento de gloria antes de la desintegración del Imperio, “la última vez que Gran Bretaña contó de verdad”.

Más de 70 años después de vencer a los nazis, el recuerdo de la guerra sigue muy presente en el Reino Unido, los cazas Spitfire sobrevuelan Londres regularmente y se invoca a Winston Churchill en todos los debates.

En el Euro 2016 de fútbol, los hinchas ingleses cantan cada día como “la RAF (Royal Air Force) de Inglaterra abatió” diez bombarderos nazis.

Es natural, pues, que la campaña esté llena de referencias a aquel conflicto. Sobre todo por parte del campo partidario de romper con Bruselas, cuyo líder, Boris Johnson, biógrafo de Churchill, ha llegado a comparar la UE a Adolf Hitler.

“Contrariamente a otras naciones europeas, salimos de la guerra sin nada de qué avergonzarnos. Este país venció al fascismo y combatió solo durante mucho tiempo. 1940 es fundamental en el imaginario británico. Es nuestra Revolución francesa”, explicó Robert Colls, profesor de Historia de la Universidad De Monfort de Leicester.

“Al salir de la guerra”, explicó Sunder Katwala, director del instituto de debate British Future, “Gran Bretaña estaba convencida aún de formar parte del Top 3”, y “veía el proyecto europeo con cierto desapego. Cuando se dio cuenta del error por la crisis del canal de Suez en los años 1950, el tren de la UE había partido”.

Cuando finalmente se subió, en 1973, fue “a trompicones” y demasiado tarde “para moldear la UE a su gusto”, estimó Katwala.

“Como tienen un recuerdo menos traumático de la Segunda Guerra Mundial, los británicos están menos aferrados a la idea de Europa como proyecto moral. Tienen tendencia a considerar la UE como un mecanismo puramente económico y comercial, exactamente como lo predijo el general De Gaulle. Y si no les beneficia, muchos de ellos están dispuestos a irse”, añadió el historiado Robert Tombs.

Además, “ser una isla es parte central del debate”, sugirió Sunder Katwala. “Hay mucho euroescepticismo en Europa, pero ningún país se pregunta seriamente si forma parte de Europa. Gran Bretaña sí”.