Reino Unido: lo sacan de Europa enganado
Hace varios meses predije que el gobierno de la primera ministra británica Theresa May caería en breve, cuando el pueblo británico se diera cuenta de que el “brexit” blando que les prometieron era imposible. ¡Cómo me equivoqué! Ahora May llamó a una elección anticipada, que tiene buenas probabilidades de ganar. Es que se dio cuenta de lo que pasaría si la gente se ponía a discutir y cuestionar sus planes para el “brexit” e ideó una estrategia política que evitara una reapertura del debate. Esto implicaba no permitir jamás una votación popular (ni parlamentaria) sobre el tipo de “brexit” que debe encarar su gobierno, y mucho menos volver a plebiscitar la decisión de abandonar la Unión Europea. Pero el referendo de junio pasado sobre la pertenencia del RU a la UE (esto siempre estuvo claro) fue meramente consultivo y no era vinculante para el Parlamento británico. Además, durante la campaña previa al referendo, nunca se discutieron (ni votaron) opciones alternativas para la implementación del “brexit”. A lo sumo, sus propagandistas hicieron creer a los votantes que podían tener el pan y la torta (aseguraron que el RU mantendría el acceso fluido al mercado común y al mismo tiempo podría poner límites al ingreso de inmigrantes desde la UE). May decidió impedir toda discusión del asunto y lo logró asombrosamente bien. El primer paso: declaró sin ambigüedades que no habría elección general anticipada. Esto sirvió para prevenir la movilización del 48 % de votantes que optaron por la permanencia en la UE y que, contra las expectativas de la mayoría de los políticos profesionales, siguen firmes en la oposición al “brexit”. El segundo paso: evitar que se debata el tipo de “brexit” que debería elegir el RU. Contra lo que dice el Gobierno, no lo hizo para mantener al resto de la UE en la ignorancia respecto de los propósitos del RU y así mejorar su posición negociadora. Lo que realmente quería era evitar que los votantes británicos se dieran cuenta del nivel del engaño sufrido a manos de los promotores del “brexit”. Según las encuestas de opinión, el año pasado la mayoría de los votantes quería a la vez permanencia en el mercado común y control de la inmigración desde la UE. Si se los obligaba a elegir, la gran mayoría prefería el mercado común. Pero es probable que el gobierno de May obtenga el resultado opuesto: control sobre la inmigración, al precio de una ruptura total con el mercado común, como ella expresó. El gobierno de May sabía que si se hubiera revelado el engaño de la campaña, el Partido Conservador, cuya suerte ahora está atada al “brexit”, correría riesgo de un castigo contundente de los votantes. La estrategia casi fracasa cuando el Gobierno no consiguió impedir que la activación del artículo 50 para el inicio oficial de las negociaciones para el “brexit” se sometiera a votación del Parlamento. El último paso decisivo del plan de May es impedir que se vote sobre el acuerdo final. Al celebrar elecciones ahora, May lo evita. En nombre de la democracia y la soberanía, se niega a los votantes británicos toda chance de reconsiderar el “brexit” (aun cuando muchos votaron a su favor influidos por falsedades) o de expresar una opinión informada sobre el tipo de salida de la UE que debe buscar el gobierno. En vez de eso, se los manipula para que voten una vez más por lo imposible.