Una relación con Argentina que se asienta en la distancia
El Gobierno no envió un delegado a la posesión del mandatario argentino. Fernández, en su momento, habló de persecución política en Ecuador.
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Leer másUna relación que empieza distante. La ausencia de un enviado de alto nivel del Gobierno ecuatoriano a la posesión del nuevo presidente de Argentina, Alberto Fernández, parece marcar lo que será un vínculo lejano con el presidente Lenín Moreno, este último abiertamente opositor a la línea de su antecesor Rafael Correa y que sí comparte el jefe de Estado argentino.
El internacionalista y exembajador de Ecuador en Londres, Mauricio Gándara, cree que fue un error del Gobierno ecuatoriano el no enviar un delegado de alto nivel (el presidente, el vicepresidente, el canciller o algún ministro) a este evento y en su lugar delegar esa representación al embajador ecuatoriano en Argentina. “Lo cortés no quita lo valiente... Empezar con un desaire a una invitación, no encuentro una justificación. No fue un buen comienzo. Los Estados tienen que conversar, eso es fundamental”.
Empezar con un desaire a una invitación, no le encuentro una justificación. Es un error no enviar una delegación de alto nivel. Pudo haber ido el vicepresidente.
El presidente Moreno, quien este miércoles 11 de diciembre estuvo en Colombia participando del VIII Gabinete Binacional con su par colombiano, Iván Duque (ver nota lateral), ha participado de otros actos de posesión de sus homólogos en el continente. Asistió a la asunción de Duque, en Colombia; de Carlos Alvarado, en Costa Rica; de Andrés Manuel López Obrador, en México. Mientras que a la posesión de Jair Bolsonaro, en Brasil, envió al vicepresidente Otto Sonnenholzner.
A diferencia de Gándara, el exvicanciller Marcelo Fernández de Córdova no considera que el hecho de no haber enviado un delegado de alto nivel a la posesión signifique un inicio distante en la relación entre Moreno y Fernández. Ni siquiera el hecho de que el presidente argentino haya invitado al expresidente Correa a su posesión, lo analiza de esa manera. “Cada gobernante tiene la facultad de invitar a quien quiera a su posesión. Obviamente hubiera sido un punto desagradable si el presidente Moreno, en caso de ir, se hubiera topado con el expresidente Correa”.
El gesto ecuatoriano es uno más en esta relación. El ahora presidente argentino, en su época de candidato, manifestó su solidaridad con la prefecta de Pichincha, Paola Pabón, detenida por el supuesto delito de rebelión; y la asambleísta Gabriela Rivadeneira, refugiada en la embajada de México, por lo que calificó como “persecución política y judicial” durante y después del paro. Moreno no respondió.
Ayer envió un tuit dirigido a su par argentino enviándole los mejores deseos. Y dijo estar convencido “que en democracia caminaremos hacia el desarrollo y mejores días para la región”. Una de cal y una de arena.
La presencia de Ecuador estaba cubierta con el embajador ecuatoriano. Evidentemente que un enviado especial es un gesto mayor, pero no haber enviado uno no implica un distanciamiento.