Repudio y acoso, realidades de jóvenes LGBT+
Los adultos jóvenes de esta comunidad se enfrentan al dilema después de ‘salir del clóset’. Las agresiones son frecuentes en su día a día.
Salir del clóset no es fácil para aquellos que buscan sincerarse a su familia y amigos, por miedo al rechazo. Pero una vez revelado este secreto empiezan a temer cómo cambiará su vida.
Guillermo Meza, de 20 años, creció en un entorno familiar muy religioso y controlador, al punto de ordenar en lo que podía aprender de lenguas, por temor de sus padres a no poder vigilarlo y entender qué dice.
Él se sinceró con sus padres a los 12, pero no porque quiso.
En su juventud inició un noviazgo con otro joven de la iglesia a la que iba; acabaron la relación por petición de su expareja, que se arrepintió y decidió confesar sus acciones a los padres de Guillermo. Fue entonces que él prefirió decirles la verdad a que otro lo haga.
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Leer másDesde ese momento la relación con sus progenitores cambió, su madre rechazaba su sexualidad, pero no a su hijo del todo. A diferencia de su padre, que en anteriores ocasiones mostraba y decía en voz baja que sentía vergüenza de él, desde su revelación le gritaba que está muerto para él; se lo dijo tantas veces que no recuerda cuándo comenzó.
La reacción de sus padres fue lo que esperaba, rechazo y agresión por parte de su padre, quien lo atacó tanto física como verbalmente. “Desde entonces comenzó a pegarme porque sí y porque no”, dice Guillermo.
Mientras su madre con tristeza le decía que buscarían ‘ayuda’ con los pastores de su iglesia y que sea hetero.
En ese entonces tenía pocas personas con las que podía hablar, debido al control, incluso de amigos, que tenían sus padres.
Debido a esta experiencia y soledad tuvo depresión y pensamientos suicidas por varios años, hasta mediados de 2020 que pudo superarlos un poco.
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Leer másNingún otro pariente suyo conoce que es gay, pero no lo revela por miedo al rechazo.
A diferencia de Ashley Cantos, de 23 años, su familia la acepta como es por parte de madre, pero del lado paterno lo ocultan a ciertos familiares, para el resto siendo indiferente.
No hay problema mayor dentro de su familia, pero el acoso y rechazo que ha experimentado es en espacios públicos como parques, bares y bus.
Una de las situaciones que más la marcó fue cuando tenía 18 años, con su pareja de aquel entonces, la acompañaba a su destino, la Piscina Olímpica, cuando decidieron ir en bus para llegar. Mientras el conductor recogía pasajeros entró un señor con un parlante que hablaba de aceptar a Dios en el corazón y que este es amor, pero en medio de su discurso vio a Ashley con su expareja abrazadas y mientras las veía con disgusto dijo “el diablo te abraza”.
En ese instante su exnovia no pensó que el mensaje iba dirigido a ellas, pero Ashley le dijo que sí y decidió darle un beso en el cachete para mostrarle que así era, cuando el señor vio eso dijo “el diablo te besa la mejilla”, comprobando sus dudas. Después de varios insultos a su sexualidad aquel hombre les grita “a ustedes les hablo pervertidas”.
Ninguna supo cómo reaccionar en su momento, hasta que su pareja de aquel entonces le respondió a gritos. En medio de insultos, el hombre mayor intentó golpearlas, pero otro pasajero se interpuso para evitar la agresión.
Al bajar del bus, las dos estaban aterradas, con ganas de llorar y temblando después de esta experiencia, y al querer pedir ayuda de un agente de la ley, este dijo que el bus se encontraba lejos y no podía hacer nada. Con impotencia y ganas de llorar se dirigieron a su destino.
“Antes daba mucho afecto a mis parejas en público, besos, abrazos. Pero esas situaciones te marcan, da miedo que te griten o intenten pegar solo por un abrazo…”.