Medicamentos para bajar de peso
Medicamentos para la diabetes usados para bajar de peso representan un uso estético peligroso.canva

El riesgo de bajar de peso con medicamentos para diabetes: testimonio de una quiteña

Ante advertencia sobre el uso de este medicamento, diseñado inicialmente para la diabetes, una usuaria cuenta su experiencia

Medicamentos diseñados para la diabetes están siendo usados para la pérdida de peso estética de forma rápida y sin cirugía. La Agencia Nacional de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria (Arcsa) alertó que, durante un monitoreo en Facebook, Instagram y TikTok, halló la promoción de la liraglutida, un inyectable que –sin prescripción médica– puede causar graves daños. Asimismo, la Universidad UTE publicó una investigación en la que advirtió sobre posibles riesgos de pancreatitis y cáncer de tiroides. Aunque este fármaco sí es recomendado como opción terapéutica para la obesidad.

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Testimonio de una usuaria en Quito

Este Diario contactó a una mujer quiteña que usa este medicamento. Aquí nos cuenta cómo es el proceso, los efectos adversos y por qué se suministra: “Me inyecto medicina en el abdomen para bajar de peso”.

Estefanía tiene 32 años. En abril de 2024, regresó a Quito desde Ciudad de México, tras haber estudiado un posgrado. Durante su estancia allí, había subido 18 kilos de peso. Le habían diagnosticado obesidad en grado dos, es decir, pesaba 79 kilos con 1,57 de estatura (su peso ideal es de 55 kilos). Cuando acudió al médico, le indicaron que todo se debía a un trastorno de ansiedad generalizada debido a situaciones personales que vivió en el extranjero. Le realizaron exámenes de laboratorio y detectaron un aumento de triglicéridos y una alteración de la glucosa en ayunas. “Tenía una edad metabólica de 57 años”, explica.

Fue entonces cuando acudió a una endocrinóloga, quien le recomendó inyectarse la liraglutida. Era mayo de 2024. Su mamá se oponía, ya que debía suministrarse la medicación diariamente en el abdomen, como si fuera insulina. “Mi madre estaba asustada, porque erróneamente se asocia la insulina con muerte y ceguera”, detalla. Pese a ello, decidió comenzar con el tratamiento para bajar de peso. Se pinchaba –sin dolor, porque la aguja es muy fina– cada día. “No es agradable”, lamenta. Con el tiempo, cambió sus hábitos alimenticios, recurrió a un nutricionista y empezó a hacer ejercicio físico: al menos una hora diaria.

Llegaron los efectos adversos y las complicaciones

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Las dosis iniciales eran muy bajas. La endocrinóloga le indicó que debía aumentarlas de manera paulatina cada semana. Con la dieta, el tratamiento dio excelentes resultados. “Fue súper exitoso”, dice. En 30 días había bajado 4 kilos. “De lo que mi cara era redonda, las piernas inflamadas… me deshinché”, asegura.

Pero en junio –dos meses después de iniciar el tratamiento– llegaron los problemas. Subió la dosis tal como lo había recomendado la médica. Pronto tuvo muchísimo dolor abdominal. No pudo asistir a su trabajo. Sentía retortijones terribles, vómito, reflujo, malestar, decaimiento, fatiga y dolores en las articulaciones. Pensó que podría ser pancreatitis. Fue a emergencias y le dijeron que no era así. Que todo se relacionaba con la medicación y le enviaron enzimas pancreáticas y antiespasmódicos.

Inmediatamente, habló con la endocrinóloga y bajó nuevamente la dosis al punto inicial. No dejó de inyectarse para continuar con el tratamiento. Sin embargo, los síntomas como vómito, flatulencias, reflujo y eructos persistían. “Me explicó que era porque tenía intolerancia a los carbohidratos”, cuenta.

Centro de Investigación de la UTE
Imágenes en el Centro de Investigación de la UTE.Emerson Rubio

Estefanía manifiesta que con la medicina sentía que su estómago estaba lleno todo el tiempo. Pero, incluso así, tenía hambre. “Mi mente me decía que era hora de comer”, asiente. También era la parte cultural de sentarse a la mesa y compartir. A la hora del almuerzo, sus compañeros del trabajo salían a alimentarse, pero ella no. “Me preguntaban: ¿por qué no comes? ¿Qué pasa? ¿Deberías comer?”, detalla la quiteña, quien asegura que tampoco ha querido contar que se ha sometido a este tratamiento. Era evidente que sus hábitos habían cambiado, ya que antes comía sopa y arroz con proteína. En este proceso, avanzaba a tomar solo la mitad de la sopa.

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Es agosto de 2024. Estefanía continúa inyectándose la medicación. Ha perdido 9 kilos. No ha subido la dosis para evitar efectos adversos y siempre bajo la prescripción médica.

En las farmacias de Ecuador está prohibida la venta de este medicamento sin receta. Sin embargo, ella nos cuenta que ha ido a algunas farmacias donde ha comprado la liraglutida sin receta, sobre todo, cuando ha pedido en línea. Aunque –admite– es complicado conseguirlo. Una ampolla cuesta alrededor de 90 dólares, sin contar con las agujas. Hay franquicias que venden una sola, mientras que otras ofertan la caja, que contiene tres ampollas, es decir, 270 dólares, que –con dosis bajas– le alcanza para un mes aproximadamente.

Con la reducción de peso, “las personas en mi trabajo me ven más delgada. Las amigas de mi mamá también, cuando eran ellas quienes me decían que venía hinchada”, dice.

¿Qué dicen los estudios sobre medicamentos para diabetes usados con el fin de bajar de peso?

La Universidad UTE, en su estudio publicado en 2024, advirtió que el uso de este fármaco podría provocar problemas intestinales, riesgo de pancreatitis (una afección potencialmente mortal), riesgo de cáncer de tiroides (hay ensayos preclínicos en animales) y se estudia aún una posible susceptibilidad a la depresión. 

Para Estefanía, el miedo a efectos adversos está latente. Antes ya había pensado que podía estar sufriendo pancreatitis. En cuanto al cáncer de tiroides, asume que no había ningún problema, pues a ella le extrajeron la glándula.

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En cuanto a la depresión, cuando decidió iniciar este tratamiento, también empezó a hacer ejercicio físico, como le recomendó la especialista. “Es una buena manera de liberar endorfinas (llamadas hormonas de la felicidad)”, añade. Sabe los efectos, pero confía en su médica, quien ha asistido a congresos en Europa, donde se utiliza para la obesidad, mas no para bajar de peso estéticamente. Le recalcó que era un medicamento seguro. Sin embargo, un médico internista le dijo que se mantiene en que no está de acuerdo y que en Ecuador todavía no se atreve a prescribirlo.

Si no le hubiera recetado un médico, no se suministraría la liraglutida. No pensaba que podía ser una solución. Antes, había considerado un balón gástrico, pero los efectos adversos son úlceras gástricas. También se planteó el bypass gástrico, pero no estaba recomendado para ella. Hoy, cuenta los días para que termine el tratamiento (un año, según lo recomendó la endocrinóloga) y los kilos que pierde.

La Arcsa insistió en que el medicamento (liraglutida) “no está aprobado y no debe usarse para la pérdida de peso estética, es decir, por personas sin obesidad o personas con sobrepeso que no tengan problemas de salud relacionados (diabetes, presión arterial alta, niveles anormales de grasa en sangre o apnea obstructiva del sueño)”.

Este Diario omitió el nombre comercial del producto para evitar su consumo irregular.

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