Derrame de crudo en río Esmeraldas
Diario EXPRESO realizó un recorrido por el río Esmeraldas, afectado por derrame de crudo.LUIS CHEME

El río Esmeraldas, ahogado en crudo: miles de familias sin agua, pesca y esperanzas

La estela de combustible fósil es interminable y, a su paso, deja un manto de incertidumbre porque mata todo lo que toca

El río Esmeraldas, una arteria vital que ha dado vida a generaciones de familias en la provincia de Esmeraldas, ahora se encuentra cubierto por un manto negro. El derrame de crudo ocurrido debido a la ruptura de una tubería del Sistema de Oleoducto Transecuatoriano (SOTE) ha transformado este emblemático río en un símbolo de desesperación y sufrimiento para quienes viven en sus orillas.

El recorrido comienza en la parroquia San Mateo, donde el río, que alguna vez brillaba con aguas cristalinas, ahora presenta un color oscuro, denso y un olor a combustible que se impregna en la nariz y en la garganta. El agua, impregnada de petróleo, se desliza lentamente, dejando un rastro de muerte a su paso. "Antes, el agua era clara. Mis hijos solían jugar aquí, nadar y pescar", recuerda doña Clara Medina, una madre de familia que observa con tristeza el paisaje desolador. "Ahora, no solo no pueden bañarse, sino que tienen miedo de acercarse”, asegura esta mujer que vive con sus dos hijos en una finca a la orilla del río Esmeraldas.

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Un olor a combustible insoportable que preocupa

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A medida que se avanza por el caudaloso afluente, el olor a combustible se hace cada vez más intenso. Las risas de los niños que solían jugar en las orillas han sido reemplazadas por un silencio inquietante. "Ya no hay juegos, solo preocupación", dice Juan Castro, un pescador local que ha visto cómo su fuente de sustento se ha desvanecido. "La pesca era nuestra vida. Ahora, no hay peces, no hay comida", agrega.

El camino nos lleva a un área donde las mujeres solían bajar a lavar la ropa. Hoy, ese lugar es un recordatorio de lo que se ha perdido. María Cangá, una lavandera de río, se sienta en una roca, mirando el agua negra con lágrimas en los ojos. "Este era mi lugar. Venía aquí todos los días a trabajar y a socializar con mis vecinas. Ahora, no puedo ni acercarme", dice con voz quebrada. "He perdido mi ingreso y mi dignidad. ¿Cómo voy a alimentar a mis hijos?", continúa con lamentos.

El eco de su dolor resuena en las palabras de otras mujeres que se han reunido a su lado. "No solo hemos perdido el agua limpia, sino también nuestra comunidad. Este río era un lugar de encuentro, de vida", añade doña Elena Montesdeoca, otra afectada.

Río Esmeraldas contaminado
Río Esmeraldas contaminado.Luis Cheme

Habitantes tratan de pensar en mejores días, sin mayor sustento

A pesar de la devastación, hay un destello de esperanza en las palabras de algunos. "Lucharemos por nuestro río. No podemos permitir que esto siga así", dice Álvaro Cárdenas, un líder comunitario que ha convocado a la población a unirse en la lucha por la recuperación del río. "Necesitamos que las autoridades escuchen nuestro clamor. No solo es un problema ambiental, es un problema de vida".

Mientras se sigue el curso del río, los testimonios se entrelazan con el paisaje. "La contaminación no solo afecta el agua; está en el aire que respiramos", dice doña Rosa Mantilla, que vive cerca de la ribera. "Mis hijos han comenzado a tener problemas respiratorios. Esto no es solo un desastre ecológico, es una crisis de salud".

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El recorrido continúa, y cada metro revela más evidencias del daño. Los árboles a lo largo de la orilla, que solían ser refugio para aves y otros animales, ahora están cubiertos de un film negro. "La biodiversidad se ha ido. No escuchamos más el canto de los pájaros", lamenta Juan Castro, mientras señala el horizonte desde una canoa.

Los niños, que antes corrían y jugaban en las orillas, ahora son sombras de lo que solían ser. "No dejan que nuestros hijos se acerquen al río. Tienen miedo de enfermarse", dice doña Clara, quien observa a sus pequeños jugar a lo lejos, lejos del agua. "Es triste ver cómo han perdido su infancia. Este río era su parque, su lugar de diversión".

"Necesitamos que vengan a limpiar": el pedido de comunidades del río

Mientras se avanza, el clamor de la comunidad se hace más fuerte. "Necesitamos que vengan a limpiar. No podemos permitir que esto siga así", grita un grupo de hombres y mujeres que se han reunido en una plaza cercana. "Exigimos respuestas de Petroamazonas y del Gobierno. No podemos quedarnos de brazos cruzados", dice Álvaro, quien se ha convertido en la voz de la comunidad.

Los testimonios son un eco de descontento y desesperación. "Nos sentimos abandonados. Nadie ha venido a ayudarnos. Solo queremos que nuestro río vuelva a ser lo que era", dice doña Rosa, mientras las lágrimas caen por su rostro. "Este lugar ha sido nuestro hogar durante generaciones. No podemos permitir que se lo lleven".

El recorrido por el río Esmeraldas es un viaje a través del dolor y la pérdida, pero también es un testimonio de la resiliencia de una comunidad que se niega a rendirse. "Lucharemos por nuestro río. No dejaremos que nos arrebaten nuestra vida", afirma Juan con determinación.

Trabajos de limpieza de crudo
Trabajos de limpieza de crudo, en el río Esmeraldas.Luis Cheme

La contaminación ha dejado una huella imborrable en el paisaje y en el corazón de sus habitantes

La empresa de agua potable (Epmapse), que se abastece del río Esmeraldas, suspendió la captación del líquido vital. La planta de tratamiento generaba 150 mil metros cúbicos, ahora, 51.500 familias de los cantones Esmeraldas, Rioverde y Atacames, están sin servicio.

Afectaciones a la agricultura

En el recinto El Vergel, la angustia se siente en cada rincón. "El derrame de crudo ha devastado nuestras tierras", lamenta doña Teresa Vélez, una agricultora que ha dedicado su vida a cultivar maíz y yuca. "Sin agua limpia, mis sembríos están muertos. No sé cómo alimentar a mis hijos", añade con la voz entrecortada. La comunidad, compuesta por más de 5000 familias, se enfrenta a la pérdida de su principal medio de subsistencia. "La agricultura y la pesca son nuestra vida. Sin ellas, estamos condenados", concluye.

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En Chucaple, la situación es igualmente desesperante. "El río era nuestra fuente de vida. Ahora, está cubierto de petróleo", dice Luis Mero, un pescador que ha visto cómo su negocio se ha desmoronado. "Mis hijos solían pescar aquí, pero ahora tienen miedo de acercarse. La contaminación ha matado a los peces y a nuestra esperanza", expresa con frustración.

El Roto, una comunidad cercana, también siente el impacto del derrame. "No solo hemos perdido el agua, sino también nuestra identidad", afirma doña Ana, quien ha vivido toda su vida en la ribera del río. "Aquí, todos somos pescadores y agricultores. Sin el río, no somos nada", dice con tristeza.

Finalmente, en Viche, la voz de la comunidad resuena con un clamor de indignación. "Estamos hablando de más de 5000 familias afectadas. La mayoría dependemos de la agricultura y la pesca", señala Jorge, un líder comunitario que llegó la mañana de este sábado al malecón de Viche cargando unos 10 racimos de verde para venderlos en el pueblo.

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