Los músicos de Cacha entonaron las melodías a través de los pingullos y tambores. Su armónica vibración se funde con la energía cósmica, según los Taitas.

Rito del ‘Fuego nuevo’ para armonizar las aguas

La ceremonia del Mushuk Nina (fuego nuevo), realizada en la parroquia Cacha, además de celebrar la llegada del año nuevo en el mundo indígena, sirvió para pedir la armonización de la Tierra.

La ceremonia del Mushuk Nina (fuego nuevo), realizada en la parroquia Cacha, además de celebrar la llegada del año nuevo en el mundo indígena, sirvió para pedir la armonización de la Tierra. El yachak Manuel Pomaquero señaló que las fuertes precipitaciones que azotan al país indican que el elemento agua, en el ser humano, está alterado y debe equilibrarse.

“Muchos pueblos no han tenido el debido respeto a la naturaleza; contaminan el agua, y esta como divinidad se expresa así. Por eso, estos ritos sirven para armonizar los elementos y de hecho la vida misma”, aseguró el sabio indígena. En estas mismas fechas, sus ancestros realizaban tres días de purificación física y espiritual para reiniciar sus energías, conciliar su vida y empezar un nuevo ciclo.

El pasado 21 de marzo, equinoccio de invierno, se realizó la ceremonia del Mushuk Nina dentro del festejo del Pawkar Raymi, organizado por las unidades educativas interculturales bilingües de la Zona 3. Según la cosmovisión andina, que basa sus fiestas en el calendario lunisolar (medir el tiempo en solsticios y equinoccios), todo tiene su causa-efecto. “Se cosecha lo que se siembra” es la esencia, según explicó Pomaquero.

El acto se llevó a cabo en la plaza ceremonial de Pucará Tambo (centro de convocatoria y descanso, en kichwa), ubicada en la comunidad Cacha, cuna de los reyes Duchicelas que gobernaron la gran nación Puruhá. El lugar es considerado punto vital, sagrado y de energía. La ceremonia inició con el trazado de una coricancha (lugar para la adoración a la divinidad) que posee cuatro puertas según los puntos cardinales y se dibujan varias chacanas: cruces de cuatro puntas, cuya forma sugiere una pirámide con escaleras a los cuatro costados y centro circular. La chakana marca la dualidad siempre presente en la creencia andina; es decir la unión entre lo bajo y lo alto, la tierra y el sol, el hombre y lo superior.

En esta ocasión, la orientación de abajo hacia arriba da una connotación femenina a la coricancha.

Después fueron ubicados, según orientaciones de la tierra, los frutos maduros y tiernos, semillas, flores y comida preparada.

Taita Manuel aseveró que todos los objetos tienen razón de ser, ninguno está de más; todo forma una gran secuencia y paralelismo matemático, que sirve para propiciar la armonía. Posteriormente a las peticiones y agradecimientos, ingresaron las personas invitadas, generalmente autoridades provinciales, locales o comunitarias, que deben permanecer descalzas.

Del yachak recibieron el fuego como símbolo de compromiso y responsabilidad; en esta ocasión se pidió por la sabiduría de las autoridades para aplicar la educación bilingüe en todo el territorio.

Al final para cerrar la coricancha se colocó una muestra de cada producto para la ceremonia en una bayeta y el Taita procedió a enterrarla, para compartir con la Pachamama lo que ella ha brindado.

Para finalizar, Pomaquero señaló que, como parte del gran momento de celebración, todas las nacionalidades reciben este nuevo tiempo con estas ceremonias, por lo que invitó a que la gente conozca y participe.

(F)