Instantáneas coronavíricas: Minería en Azuay: ¿última batalla?
El Estado ha repartido media provincia en concesiones mineras. El prefecto busca aprobar una consulta antes de irse. Mientras tanto, el alcalde de Cuenca disimula, y lo hace mal.
Si fuera el mar estaríamos furiosos
Si fueran naves chinas en el mar, el país pondría el grito en el cielo. Cientos de ellas, en el límite del parque nacional, entregadas a su labor de extracción de las riquezas naturales como si los ecosistemas reconocieran las arbitrarias líneas que trazamos los humanos en los mapas: un crimen. Se prenderían todas las alarmas. Pero esto no es el mar, es la alta montaña de la provincia del Azuay. No es Galápagos, es el páramo de El Cajas. No son barcos de pesca, son concesiones mineras. ¿No hay, pues, razones para preocuparse?
Autoridades del Estado, técnicos del Ministerio del Ambiente, cabilderos de la Cámara de Minería… ¿Creen en verdad que puede ser saludable un parque nacional rodeado de actividad minera? El ecosistema de El Cajas es tan frágil que, este sábado, las autoridades del cantón Cuenca decidieron detener la construcción de una estación de bomberos ahí, luego de recibir un informe de impacto ambiental negativo. Una estación de bomberos: cuatro paredes, un techo, 20 metros cuadrados de cemento. Eso, no. Actividad minera, no hay problema.
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Leer másEso del “Parque Nacional” es una hipocresía. El Cajas lo es porque tiene ciertas características que lo hacen único a la vista: se trata de una artesa glaciar, un valle abierto por un glaciar en algún momento de su historia geológica, donde hoy se multiplican las lagunas. En otras palabras: es una postal. Sin embargo, en su relación con el mundo de la vida, cumple una función idéntica al páramo de Quimsacocha, por ejemplo: ser la esponja natural donde se fabrica el agua que riega las tierras bajas. Sólo que Quimsacocha no es tan bonito. Si los parques nacionales se hicieran con criterio ambiental, Quimsacocha sería un parque nacional, como El Cajas. Porque es lo mismo. Cumple igual función, es igual de frágil. Pero los parques nacionales se hacen con criterio turístico. Por eso, hoy, Quimsacocha es una mina.
El páramo es una rareza mundial. Existe a partir de los 3.400 metros de altura pero sólo en el trópico, en el centro del planeta. Recórrase la línea ecuatorial con el dedo en busca de más páramos. No los hay. Cuando los mineros dicen que en todo el mundo se practica minería responsable en lugares parecidos, mienten.
El mapa de concesiones mineras del Azuay es de terror: estas ocupan todos los páramos de la provincia con excepción del arbitrario y coqueto parque nacional El Cajas, una isla rodeada de minería. ¿Puede haber hipocresía ambiental más evidente?
El alcalde Palacios parece pero no es
Yaku Pérez, el prefecto del Azuay hoy convertido en candidato a la Presidencia por Pachakutik, no quiere dejar su cargo sin haber ganado por lo menos una batalla a las compañías mineras que operan en su provincia. Esta semana emprendió en la Corte Constitucional un nuevo intento para aprobar una consulta popular. Por esta vía quiere prohibir la minería metálica en la zona de Quimsacocha, el páramo donde nacen los ríos Yanuncay y Tarqui (que confluyen en la ciudad de Cuenca), y el Irquis, que riega el cantón Girón. El alcalde de Cuenca, Pedro Palacios, viene oponiéndose a esta causa desde el día uno, nomás que no se atreve a declararlo: sería muy impopular. Así que su estrategia es simple: aparentar. Su problema es que lo hace mal.
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Leer másLo primero que hizo Palacios fue votar en contra de la consulta antiminera en el seno de la Cámara Provincial del Azuay, donde se discutió en primera instancia. Él no, claro, él tiene que aparentar, así que envió a su vicealcalde para que se opusiera en su lugar. Gracias a ese voto, la propuesta fue rechazada y Yaku Pérez tuvo que recurrir a la vía de la iniciativa ciudadana, que pasa por la aprobación de la Corte Constitucional. Primero planteó la prohibición de minería en los páramos y fuentes de agua, pero la Corte le dijo que no: tenía que ser más específico. ¿Qué clase de minería? ¿En qué páramo concretamente?
La pregunta que presentó este lunes se ajusta a esos requerimientos. Especifica el tipo: minería metálica. Y el lugar: en Quimsacocha. Palacios, mientras tanto, infla el pecho y dice que eso no le basta. Un gran líder antiminero como él no se contenta con tan poco. Él quiere una “consulta integral”. Lindas palabras. Hay que parar, dice, la minería metálica, la de materiales pétreos, la expansión de la frontera agropecuaria, el crecimiento de la mancha urbana... Hay que pararlo todo. ¿Dónde? En todas partes. Esa consulta sí que la apoyaría el alcalde. Sólo que esa consulta no se aprobaría nunca. Mientras más específica la quiere la Corte Constitucional, más general la pretende Palacios.
Curioso: para controlar la explotación de material pétreo; para detener la expansión de la frontera agrícola; para frenar el crecimiento de la mancha urbana, el alcalde dispone de las competencias de ordenamiento territorial y de uso y gestión de suelos que le confiere el Cootad. Él mismo podría hacer todo lo que exige sin necesidad de plantear consulta popular alguna. Nomás que si lo hiciera se quedaría sin pretextos. ¿Con qué cara, entonces, se opondría a la consulta antiminera?