Roberto Aguirre, presidente de Nirsa, la mayor empresa atunera del país.

Roberto Aguirre: “Hemos cedido a un alza, pero el subsidio no se puede eliminar”

El alto déficit fiscal ha obligado al Gobierno a revisar el nivel de subsidios que el Estado ofrece en el pago de combustibles.

Las aguas se han calmado, pero aún no hay buen viento para la flota atunera. Ante la inevitable revisión de subsidios, este sector ha acordado con el Gobierno aceptar un leve incremento en el precio del diésel, pero aún espera definiciones para que este subsidio no se elimine. Roberto Aguirre, presidente de Nirsa, la mayor empresa atunera del país, asegura que seguirán luchando porque no se trata de una ayuda cualquiera. Sobre ella, dice, pende la sostenibilidad del sector.

- Tras un discurso del Gobierno que, en los últimos meses, ha tendido a expresar apoyo al sector productivo, ¿cómo ustedes han recibido este anuncio?

- Con preocupación. Ya le hemos dicho al Gobierno, el impacto de eliminar este subsidio será muy fuerte porque tanto el atún como el camarón aportan mucho al país. En el 2017, para el sector pesquero el subsidio (que recibe la flota) le significó al Estado $ 44 millones, pero a cambio el sector exportó $ 1.500 millones, pagó en impuestos más de $ 140 millones y mantuvo a casi 50.000 personas con empleo directo. Si estos sectores bajan su producción por medidas no acertadas, claro que habrá un efecto.

- Ustedes ya han dicho que un incremento del diésel afectaría la competitividad, pero ¿en qué medida? ¿Por qué es tan necesario que el Estado tenga que seguir ayudando a un sector que ya se muestra fortalecido?

- Lamentablemente en el Gobierno anterior se tomaron medidas que generaron un alto incremento de costos. Solo los salarios se elevaron un 10 % al año, un valor que está muy por encima de la inflación y de lo que están pagando nuestros países rivales. Mientras nosotros estamos en niveles de $ 500, en Filipinas un trabajador gana $ 200 al mes; en Tailandia, $ 320, con todo incluido. Algo parecido pasa en China, donde a sus exportadores se ofrece una gran cantidad de subsidios encubiertos. El Gobierno chino paga parte del salario encubiertamente, ofrece abonos tributarios, ayudas crediticias para renovar la flota. Con condiciones así, ya para nosotros es difícil competir.

- ¿Y cuál ha sido la factura de eso en los últimos años?

- Hemos perdido competitividad, y lo que no queremos es que eso se agrave. Por ello los gobiernos anteriores comenzaron a entregarnos el ‘drawback’ como compensación económica, pero eso es algo que ya no estamos recibiendo hace 2 años.

- ¿Qué efectos ha generado esto en los mercados?

De esta forma, al sector se le ha hecho difícil seguir creciendo. Se han perdido mercados como el peruano. Al país vecino le proveíamos el 80 % de sus compras de atún, hoy máximo representamos el 10 % al año. Esto porque este país firmó acuerdos con China, Tailandia, países con los que tienen una mano de obra barata, con la que es extremadamente difícil competir. Si ahora se retira el subsidio al sector, al Gobierno ya le hemos advertido que quedaremos en una situación muy mala.

- ¿Y cuál ha sido la respuesta? ¿Han vuelto a tener acercamientos con el Gobierno?

- Sí, nos hemos estado reuniendo. Han sido tres semanas de largas conversaciones y, por suerte, se ha llegado a un acuerdo que esperamos sea anunciado la próxima semana.

- ¿En qué consiste ese acuerdo?

- Hemos fijado en cuántos centavos por galón se incrementará. Aún no podemos mencionar en cuánto, porque primero tiene que hacerse oficial. Lo que podemos decir es que ha sido una negociación dura, que se ha hecho un gran esfuerzo de parte y parte, como Estado y sector. Hemos cedido porque es un incremento que será mucho más llevadero que elevar el precio a valores internacionales, y porque entendemos la situación que vive el país y queremos seguir aportando.

- ¿Se trata de una subida temporal? ¿Ya no habrá más incremento?

- Eso no se lo ha mencionado aún. No hay ningún compromiso de que el incremento siga o no siga, pero lo que esperamos es que luego de esto ya no se lo suba más. La pretensión del Gobierno es llegar a los precios internacionales, cosa que para nosotros es imposible.

- ¿Hasta cuándo dependerán de este subsidio? ¿Qué se debe hacer a mediano, largo plazo para no seguir dependiendo de esto?

- Para ello hay que trabajar en el sinceramiento de toda la economía. Cuando se hable de sinceración de subsidios, se debe hablar de la sinceración de la economía completa. Hemos hablado del alto costo de mano de obra, pero no solo es eso. Como sector también hemos debido enfrentar en los dos últimos años un incremento del 25 % del costo eléctrico, aún cuando el país tiene 8 hidroeléctricas nuevas; para una fábrica un metro cúbico de agua vale casi $ 5, así no se puede. Y son costos que no podemos diluir en una economía dolarizada como la nuestra. Esa es otra ventaja de los asiáticos. Los tailandeses devalúan la moneda varias veces al año, China ha devaluado la suya casi en un 15 % en los últimos 4 meses.

- Entonces, en este caso el subsidio no debe ser satanizado.

- Es que en un escenario así, se debe tener la ayuda del Estado, como todos los países asiáticos la reciben. Como lo hacen países como EE. UU. En ese país, el 100 % de su agricultura es subsidiada. El subsidio no puede desaparecer porque no recibimos ninguna ayuda del Estado. Debería buscarse una forma para ver cómo el Estado puede ayudar. Debe haber compensación, hallarse soluciones para que el sector exportador siga vendiendo y generando dólares, sin dólares la dolarización se cae.

- ¿Qué posibilidades le quedan aún a este sector para seguir creciendo? ¿El acuerdo con Europa cuánto ayudó?

- El acuerdo con Europa lo que hizo fue darnos seguridad y continuidad en ese mercado. Pero es difícil entrar ahí y competir con los asiáticos, porque estos también están entrando sin aranceles.

- ¿Hacia dónde mira Nirsa? ¿Hacia dónde apunta sus exportaciones ahora?

- Este año estamos intentando venderle a Medio Oriente, un lugar donde también están los asiáticos. Todavía no hemos vendido porque estamos con problemas de precios, ellos están entrando con precios un 10 % más baratos. Ahora con este problema del subsidio será mucho más difícil.

- Pero ¿Cómo Nirsa, la mayor empresa atunera del país, capea esta fuerte competencia? ¿Qué han venido haciendo para seguir siendo primeros en el país? Solo el año pasado vendieron más de $ 400 millones.

- Seguir invirtiendo en diversificación, nuevos productos. El año pasado destinamos $ 30 millones en una nueva planta para sustituir la producción de harina de pescado, ese pescado (pelágico) que se utilizaba lo estamos congelando y exportando (a África, Asia, a ciertos lotes de España). Es un cambio de mentalidad en la operación, porque en esta modalidad se requiere menos volumen de capturas. Esto también servirá de estrategia para la venta local.