Un sacerdote amante de las novelas policiacas
Monseñor Antonio Arregui Yarza devora las novelas de suspenso. Sus autores favoritos son los estadounidenses John Grisham y Donna Leon, a quienes prefiere leerlos en el idioma original en el que escriben: el inglés.
¿El motivo? “El que traduce es un traidor”, respondió en italiano y tradujo, para explicar que en las traducciones al español las historias cambian y algo pierden, pues “cada idioma tiene su propio genio y su propia expresividad”.
Del librero sacó dos textos: ‘Theodore Boone, the activist’, de Grisham; y ‘Beastly Things’, ‘la nueva novela del comisario Brunetti’ (según la traducción al castellano), de Leon. Ambos forman parte de sagas que lo tienen atrapado, al punto de que cada libro lo leyó en menos de diez horas.
Sus libros son inmaculados. Parecen recién salidos de la librería, sin un rayón ni una punta de página doblada. “Al libro hay que respetarlo”, dijo a EXPRESO, en la casa de la Curia ubicada en Los Ceibos, donde reside.
También lee en italiano a otros autores de narrativa policíaca. Su afición por este género comenzó en bachillerato, cuando conoció la obra de la escritora Agatha Christie y se convirtió en su fan.
‘La Firma’, novela en la que Grisham cuenta la historia de un grupo de abogados que lava dinero de mafiosos es uno de sus favoritos. La película basada en el libro no le gustó. ‘Causa Justa’ (Street Lawyer), del mismo autor, es otro de sus preferidos.
Prefiere los libros en físico. No sabe cuántos tiene ni cuántos ha leído. Y ahora son menos porque regaló su biblioteca de textos sobre el sacerdocio y la labor pastoral juvenil al Seminario Mayor de Guayaquil Francisco Xavier de Garaycoa. No tiene idea de cuántos libros donó, “se fueron en varios viajes en camioneta”, contó a este Diario.
En su MacBook (laptop) tiene otros 200 libros que le hicieron el favor de descargar de Internet, algunos de ellos están escritos en italiano.
El monseñor habla latín, italiano, inglés, francés, alemán y el vasco, su idioma de nacimiento. Confesó que no habla perfecto inglés, pero se defiende, mejor maneja el italiano.
Quien fue arzobispo de Guayaquil, durante 12 años, hoy arzobispo emérito de la ciudad, siempre ha cultivado su gusto por lo que llama literatura de distracción.
Sus lecturas obligatorias, para mantenerse al día en la Teología, son diarias, y en español y en latín, que es el idioma en el que se emiten los anuncios oficiales de el Vaticano.
“El continuo flujo del magisterio de la iglesia, del papa, de los demás obispos, del Celam (Consejo Episcopal Latinoamericano) es una tarea diaria. Las noticias de orden eclesial que hoy en día gracias a Dios se encuentran rápidamente en blogs, agencias internacionales, son accesibles por Internet”, contó Arregui.
Agregó que busca textos para empaparse sobre la “activa investigación bíblica”, que es básica para una mejor comprensión de la Biblia.
“Me provoca la idea de poder escribir alguna cosa, todavía no tengo ningún proyecto preciso... un libro o alguna cosa parecida, algo que puede ser útil para acercarse más profundamente al evangelio”, anticipó.
Como máxima autoridad de la Iglesia católica guayaquileña no disponía de mucho tiempo libre. Entonces aprovechaba las horas durante un viaje. O leía en los ratos libres que le dejaban sus funciones, en la tarde o en la noche, porque cualquier rato es bueno para leer, afirmó.
Ahora está más desocupado. Sin embargo, se sumerge en la narrativa de suspenso después de atender a los feligreses que le piden cita, de oficiar misas en las parroquias que lo invitan, de asistir a reuniones o invitaciones, de ir al dentista, de hacer ejercicio en la bicicleta estática o nadar.
Además le gusta el fútbol y lo jugó hasta que a los 40 años le dieron una patada que le dolió una semana, bromeó. Está pendiente de los partidos nacionales e internacionales, pero su principal interés son los libros de su biblioteca.