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Veloz, Almeida, Saquicela
Estrategia. Antes de la sesión, Viviana Veloz, Luis Almeida y Virgilio Saquicela trazan la estrategia: fuga y simulacroHenry Lapo / Expreso

Saquicela se inventa un procedimiento y enroca

El presidente de la Asamblea montó un simulacro jurídico para suspender otra vez la reconsideración del juicio a la Judicatura. Correístas y socialcristianos no consiguieron los votos que les faltan.

Llegaron sin los votos necesarios pero con un plan B bien aceitado y la impagable colaboración del presidente de la Asamblea para aplicarlo. Una vez más, Virgilio Saquicela fue el hombre imprescindible para correístas y socialcristianos. Si el jueves pasado dejó en suspenso la reconsideración de la votación en el juicio político contra los vocales de la Judicatura (gracias a lo cual los interpelantes tuvieron ocho días extras para conseguir los cinco votos que les faltaron), ahora se inventó, con la complicidad de sus asesores jurídicos, un procedimiento inexistente con el fin de sacársela de encima. La reconsideración fue mocionada por el independiente Grüber Zambrano y aprobada con 85 votos. De haberse puesto a consideración del Pleno, correístas y socialcristianos habrían perdido. Pero ahí estaba Saquicela para impedirlo. Una vez más, la reconsideración quedó en suspenso. Esta vez, indefinidamente: hasta que Virgilio Saquicela se digne convocar a la continuación de esta, la sesión número 798 del Pleno, la única en la que dicha reconsideración puede tratarse. ¿Cuándo será eso? Fácil: cuanto tenga los votos que le faltan: enroque inexpugnable.

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El operativo requirió de la acción concertada del presidente, su secretario y los asambleístas interpelantes, la correísta Viviana Veloz y el socialcristiano Luis Almeida, a quienes correspondía el papel más fácil: nomás tenían que irse. Así que llegaron, se instalaron, registraron su presencia, se los vio conversando con el presidente y desaparecieron. En cuanto a Saquicela y el secretario, Álvaro Salazar, ellos se encargaron de montar el simulacro jurídico que mantuvo entretenido a un Pleno incapaz de reaccionar aun cuando tiene todas las leyes de su lado. Incluso el presidente declaró un receso de 15 minutos (que Veloz y Almeida usaron sin duda para poner más tierra de por medio entre ellos y la sede legislativa) para reconfirmar la decisión que tenía ya tomada.

Básicamente, Saquicela se inventó un procedimiento para la reconsideración que no consta en la Ley Orgánica de la Función Legislativa ni en ninguna otra. Luego de aprobada la moción de reconsideración que había presentado Grüber Zambrano (“reconsiderezado, perdón, reconsiderezado”, dijo Zambrano como el Gallo Claudio), Saquicela preguntó si Viviana Veloz se encontraba presente. ¿Para qué?, se preguntaron en un nervioso y creciente rumor de voces los oficialistas. Para que vuelva a presentar una moción, explicó Saquicela. ¿Y eso? No es necesario, no consta en la ley, nunca se había hecho. ¿Nunca? Sí, una vez, dijo el presidente: el 21 de mayo de 2021, cuando se reconsideró la presidencia de Henry Kronfle y el socialcristianismo tuvo que proponer otra moción.

Multitud de manos alzadas pidiendo punto de orden. A todos escuchó Saquicela pacientemente. Alejandro Jaramillo, de la ID, recordó que en derecho público se hace solo lo que está escrito. Que la reconsideración no anula la moción, sino la votación, explicó Byron Maldonado con lógica implacable. Que no es necesario que la asambleísta Veloz vuelva a presentar otra moción, dijo Ricardo Vanegas con la ley en la mano. Y Pedro Velasco despachó una media docena de casos anteriores en los que las cosas no se han hecho como quería Saquicela. No hubo forma. El presidente se refugió tras su secretario y el secretario, bien mandado, pidió una nueva moción. Y como ninguno de los interpelantes estaba ahí para complacerlos, no hubo reconsideración posible. Hasta que tengan los votos.

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