Mecánicas. En el portal de una vivienda deshabitada en la calle Leonidas Plaza se han ubicado dos mecánicas.

Un sector urbano concentra la mayoria de casas vetustas

La ciudad tiene 163 estructuras antiguas, de las cuales 15 están notificadas para su demolición. La responsabilidad de las edificaciones es de los propietarios.

Byron Lindao suelta una carcajada cuando se acuerda de lo que estaba haciendo el 16 de abril de 2016, el día del terremoto que destruyó a Manabí y Esmeraldas.

Estaba justo en el portal de una de las 163 casas más vetustas que el Municipio tiene registradas en Guayaquil, ‘pegándose’ unas cervezas. “No nos cayó ni polvo”, bromea el mecánico que ha laborado durante 47 años bajo la destartalada vivienda ubicada en la calle Leonidas Plaza entre Pedro Pablo Gómez y Alcedo.

Dos largas cañas guadúas son los únicos soportes que evitan que el balcón mohoso se desplome. Las pusieron allí “hace años”, dice Byron, dándole una palmada a una de ellas.

No siente temor de que la estructura se desplome y le caiga encima, como ocurrió el pasado sábado, cuando una casa antigua se derrumbó en las calles General Gómez Rendón y Los Ríos y aplastó dos vehículos.

Este hecho, según Daniel Rodríguez, subdirector del Departamento de Justicia y Vigilancia del cabildo local, ha motivado que la ciudadanía notifique sobre estructuras deterioradas en la urbe.

Aclara que a pesar de que los registros municipales determinan que en Guayaquil hay 163 viviendas antiguas, no significa que todas deban ser demolidas.

De hecho, cinco casas están siendo derribadas, incluyendo la que se desplomó el sábado. Aproximadamente 10 ya han sido notificadas para su destrucción. Rodríguez explicó que este proceso es responsabilidad del propietario del inmueble y este es uno de los principales inconvenientes que tienen para su ejecución.

De las 163 casas, la mayoría está ubicada en la zona del tradicional Barrio Garay y sectores vecinos hacia el sur y el centro.

Algunos dueños, como ocurre con el de un edificio ubicado en la calle Rumichaca entre Julián Coronel y Piedrahíta, “han abandonado” la estructura, comenta Homero Ramírez, vecino de este inmueble de dos plantas. El morador cree que por este motivo, a pesar de que el Municipio la notificó ya como “construcción obsoleta”, aún no la han demolido.

En febrero pasado, durante los sismos que sacudieron Guayaquil la madrugada del 22, un estruendo aterrorizó a Homero y a los demás habitantes de la zona. Cuando salieron de sus viviendas no notaron nada extraño, pero tras asomarse a la ventana de la edificación notaron que el piso se había caído.

“Esto es un peligro, hasta por su estructura de madera que puede incendiarse y contaminar a las demás casas, que son mixtas. Es necesario que el Municipio tire abajo esto, porque a todos nos hace vivir en tensión”, sugiere.

Ante esto, Rodríguez explica que luego de que se notifique sobre la existencia de un inmueble de estas características, lo primero que se realiza es una valoración técnica, porque “no necesariamente se van a demoler todas las edificaciones (antiguas), depende de la evaluación que haga el Departamento de Urbanismo para disponer la reparación o la demolición”.

El funcionario no determinó si existe un tiempo límite, una vez que la Comisaría municipal disponga la demolición de una construcción, para que la institución lo haga de oficio. “Si la edificación se está cayendo, nosotros procedemos”, añade.

En el caso de que ocurra un hecho similar al del pasado sábado, es el propietario de la vivienda el que debe hacerse cargo de los daños que la misma pueda provocar por su falta de mantenimiento.

José Miguel Rubio, director de Urbanismo del cabildo porteño, reiteró que no es la vetustez la que determina la destrucción de una edificación, sino que sus materiales estructurales ya no estén en condiciones de mantenerla.