Las selfies, el riesgo de la obsesion
Ahora existe la dismorfia por Snapchat. La gente busca quedar como en las fotos con filtro de belleza.
Atrás quedó la época en que nuestro mayor crítico era el espejo. Bastaba vernos reflejados para comenzar a notar defectos por todos lados: en la nariz, en los dientes, alrededor de los ojos... Ahora ya no es el espejo el que delata nuestras imperfecciones sino la cámara del celular. Y lo realmente preocupante es que nos estamos obsesionando.
A los consultorios de los cirujanos plásticos, de los dentistas y de los dermatólogos empiezan a llegar pacientes que quieren quedar igual que en las fotografías a las que les han aplicado filtros de belleza. Es más, aquella tendencia ha dado nuevos nombres a los trastornos. A la dismorfia corporal (cuando una persona ve un defecto físico donde no lo hay o sobredimensiona uno leve) ahora se la conoce como dismorfia por Snapchat.
Como lo lee, hay quienes llevan las fotografías tomadas con esta aplicación al médico porque quieren quedar igual, con esa tonalidad en su piel (sin una sola mancha ni arrugas) o con esa forma más estilizada de su rostro. Algo similar ocurre con las fotos de Instagram.
A nuestro medio esta fiebre ha llegado. María Lorena Panchana, clínica intensivista especializada en Medicina Estética, dice que el efecto selfie ha generado reacción de falsos perfiles y expectativas fuera de la realidad, lo que provoca más casos de depresión e insatisfacción. “Estas apps generan apariencia de un rostro tipo lienzo y uno no puede eliminar imperfecciones que ya son rasgos genéticos, que son la esencia de cada individuo”, dice.
La cirujana plástica Marcela Yépez señala otro punto. Asegura que la tecnología ha hecho mucho daño a su especialidad porque los pacientes persiguen una realidad inexistente. “La cirugía plástica puede mejorar, pero no transformar. Muchas veces en busca de esa transformación, a lo que se llega es a unos resultados horrorosos”, explica.
Para muestra de esa desesperación por borrar lo que consideramos defecto están las cifras. Según un estudio de la Academia Estadounidense de Cirugía facial, Plástica y Reconstructiva, el 55 % de los cirujanos plásticos faciales vio el año pasado a pacientes que querían operarse para lucir mejor en las selfies, en comparación con apenas el 13 % en 2013. Querer verse bien no está mal, resaltan los especialistas. El problema es cuando caemos en una obsesión en busca de la perfección.
Un método de diagnóstico
Así como las selfies pueden resaltar nuestros defectos, también son aliadas para hacer diagnósticos médicos.
El cáncer de piel, por ejemplo, podría ser detectado por medio de la cámara del celular, especialmente si tiene buena resolución, según investigaciones publicadas por IBM Journal of Research and Development. No es lo único. Científicos del Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano lograron utilizar con éxito el software de reconocimiento facial para diagnosticar un raro mal genético, conocido como Síndrome de DiGeorge.
Los científicos de la Universidad de Sídney también apuntan a eso y dicen que a través del rostro se transmite en cierta forma la salud que tenemos. Por eso, trabajan en un prototipo que permita detectar males gracias a las fotografías.