Monseñor Marcos Pérez, Obispo de Babahoyo, Padre Paulino Toral, Parroquia Santa Teresita,  Roberto Pazmiño, Sagrado Corazón de Jesús y Ángel Villamizar, Iglesia Cristo del Consuelo

La Semana Santa cambio en la forma, no su esencia

Hubo una época en la que la Semana Santa implicaba un tiempo de rigor: estaba prohibida toda música que no fuese instrumental y religiosa; se evitaban los colores en las vestimentas, mientras que en la televisión y en el cine se proyectaban solo películas religiosas.

En las casas reinaba el silencio y hasta en lo gastronómico había un control: se evitaban las carnes en la comida. Solo el pescado era lo permitido.

Todo formaba parte de la manera en la que los guayaquileños vivían su religiosidad. “Todo era casa adentro”, dice Carlos Lasso Cueva, historiador y periodista. “Podrían entender estos cambios como una cuestión de tiempo: Guayaquil era una ciudad pequeña, aún había mucho de ese aire rural. Además que la injerencia de la Iglesia era más fuerte”.

Otra historiadora y también periodista, Jenny Estrada, autora de varios libros, apunta precisamente a un cambio radical. “Algo que se evidencia no solo en los últimos años, sino ya hace más de un par de décadas”.

Estrada publicó el libro ‘El tiempo de la yapa’, donde registra precisamente los cambios que se han evidenciado en las costumbres y tradiciones de los porteños.

“Pero esto tiene que ver también con los cambios que se han dado desde la Iglesia católica. Antes las tradiciones religiosas eran influenciadas de manera más fuertes. Como que luego se aflojó el rigor. Hoy en lugar de que la Semana Santa sea de recogimiento y reflexión, se la aprovecha para vacacionar”, dijo la directora del Museo de la Música Popular Julio Jaramillo.

Si antes en las salas de cine se proyectaban las películas de la pasión de Cristo, en estos días -un Jueves Santo- se estrena ‘Batman vs. Superman, el amanecer de la justicia’.

Lasso considera que se está evidenciando un proceso de laicismo. “Mientras en otras épocas hasta decir una palabra fuerte era considerado un pecado. En estos días todo eso está permitido. Lo que sí se observa es que las personas viven su fe de manera más pública”.

En Guayaquil lo más fuerte de la Semana Mayor son eventos religiosos masivos: las procesiones. Lo que demuestra que los guayaquileños pudieron haber dejado de ser menos rigurosos con ciertas costumbres, pero no en la fe.

“Esa es la esencia, lo cual se mantiene y sigue siendo fuerte”, agrega el padre Roberto Pazmiño, párroco de la iglesia Sagrado Corazón de Jesús.