Semana Santa y electoral
Estamos inmersos en la Semana Santa o Crismal desde el pasado Domingo de Ramos, que recuerda la victoriosa entrada de Jesús como Mesías judaico a Jerusalén, hoy considerada como ciudad sagrada que disputan judíos, cristianos y musulmanes. Pero para los ecuatorianos también la semana -que debiera estar dedicada a los ritos religiosos (aunque ya se haya suprimido el largo “sermón de las siete palabras” en las iglesias católicas)- se ha vuelto electoral desde el domingo antepasado, que no fue de ramos sino de votos, con algo de suspenso por los reclamos que hacen los partidarios de Guillermo Lasso, quienes consideran inadmisible (por eso tantas manifestaciones y “plantones”) que el CNE declare las cifras anunciadas por este organismo como “irreversibles”, cuando todavía falta cumplir parte del proceso ante el pedido de revisión de actas (aceptada por oficialistas y opositores), y que el candidato Moreno, a su vez, actúe como ya elegido y consagrado, reuniéndose con empresarios, diplomáticos, alcaldes, burócratas y sindicalistas.
Y ya que coincide de cierta manera en nuestro país lo santo con lo político, en medio de un suspenso para los de CREO y SUMA, y la convicción de que ya “la suerte está echada” para los “verde flex”, podrían establecerse ciertas comparaciones entre lo que sucedió hace veinte siglos y lo que está sucediendo ahora, luego de dos semanas. Sobre todo que Guillermo (y claro, Andrés también), se ha de sentir crucificado, no por orden de Poncio Pilato antes de “lavarse las manos”, sino de Juan Pablo Pozo, aunque aspire a una resurrección el Sábado de Gloria (mañana jueves se ha citado para hacer la revisión de las actas... ¿voto a voto?”), seguro que no lo van a bajar de la cruz ni de vainas, por más que un nuevo santo Tomás pida lo de “ver para creer”.
Debe ser por esta coincidencia que la Iglesia católica ha dado a conocer su pronunciamiento, puesto que también está de acuerdo con una comprobación de los sufragios, “exigiendo una transparencia técnica, jurídica y ética”. Sin embargo, ya no se repetirá la llamada de Pilato a “escoger entre Jesús y el zelote apresado”, que fue escogido por el pueblo al grito de: “Barrabás... ras... ras... ras” (siguen aplausos).