El 'Señor de los Migrantes': así se lo venera en Guamote
Una advocación del Señor de la Misericordia impulsa a los devotos a visitar cada fin de semana la parroquia Palmira. La imagen se venera desde 1843
La fe y la esperanza en la advocación del Señor de la Misericordia impulsan a los devotos a visitar cada fin de semana la parroquia Palmira, del cantón Guamote, en Chimborazo. Como en todo sincretismo la efigie encierra un halo de misterio.
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Leer másA la imagen, venerada desde 1843, se le atribuyen infinidad de milagros. Además, se ha convertido en el patrono de los migrantes, quienes le atribuyen la fortuna de llegar a su destino con bien. Aunque no se sabe desde cuándo se inició el ritual, los migrantes acuden al templo para pedir su protección y acompañamiento espiritual durante su viaje.
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Después de asistir a misa se bañan en las “aguas del Señor” y luego se dirigen a un lado de la iglesia donde se ha levantado una pequeña gruta; se trata de una estructura de cemento armado y una gran mesa donde depositan las veladoras que primero son pasadas por todo su cuerpo.
Juan llegó hasta el templo junto a su esposa e hijos desde una comunidad de Azogues (Cañar). Su origen es advertido por su vestimenta tradicional, sombrero blanco redondo prensado y la típica cushma (poncho corto) amarrado con reatas y fajas de colores. Aunque no quiere confesar abiertamente que se irá con su familia, se muestra receloso de las preguntas.
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Leer másCon la voz muy baja, dice: ‘Tenemos fe, venimos a pedirle su bendición’. Luego saca 4 velas y entrega la mitad a su esposa. La primera se la frota por todo su cuerpo, y hace lo mismo con una niña de unos 11 años.
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De la misma forma procede con su humanidad y posteriormente lo hace con un niño que no llega a los seis años. Casi imperceptible es su rezo en su idioma natal, kichwa; llama la atención el esfuerzo que pone al pasar repetidas ocasiones por la planta de los pies como pidiendo fuerza en esa parte para el niño.
Luego se despojan de sus sombreros, encienden las velas y las colocan sobre la mesa, debajo de una imagen del Señor. Más allá está Clemente Durán, quien llegó del brazo con su niño luego de la eucaristía. Compró un afiche de la advocación para su casa, pero antes de marcharse colocó una veladora.
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Leer más“Vengo por la salud, una vecina me recomendó”, afirmó. Según el relato de Miguel López Logroño, sacristán del templo por más de 20 años, los devotos del Señor de la Misericordia crecen cada día.
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Basta con mirar las más de 500 placas de agradecimiento y de testimonio que fueron colocadas en la oficina pastoral y que ahora también cubren una pared de la gruta de las velas. “Agradezco al Señor de la Misericordia por llegar con bien a EE.UU.”, “Por llegar todos sin problema y ya tener trabajo”, o “Por la recuperación y la operación exitosa”. Varias placas incluso tienen fotos de los viajantes.
Don Miguel relató que antes de convertirse en un templo, la imagen procedente de la Escuela Quiteña y atribuida a Caspicara era llevada por unos viajeros hacia Cuenca. Sin embargo, cuando los viajantes bajaron la imagen en Palmira, ya no pudieron moverla por más esfuerzos y gente que trajeron.
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Leer másAsí que la vendieron en 300 pesos a los lugareños. Desde entonces, la imagen fue colocada en una pequeña casita de paja que luego se convirtió en el templo que cada fin de semana alberga a más de 200 fieles de diferentes partes del país.
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El sacristán comentó que son tantos los fieles que tuvieron que hacer dos misas el domingo y una el sábado por la tarde. Pero en su fiesta, que es el Martes Santo, se hacen cinco liturgias y el templo está lleno.
LA MILAGROSA AGUA DE UNA VERTIENTE
En las afueras de la iglesia, se puede apreciar a la gente llevando agua en botellas y bidones. “Mi abuelita siempre me contaba que es muy milagrosa. La gente viene a tomar, a bañarse. Yo la llevo para ocupar en la casa, y vea, 55 años y sanitos, con una vida tranquila, qué más milagro que ese”, manifestó Néstor Logroño, quien empujaba una carretilla con varios recipientes con el agua del Señor.
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En la vertiente, desde hace varios años, el GAD parroquial construyó accesos, servicios higiénicos y hasta una piscina. “Es mucha gente, había que poner un orden, en Semana Santa esto es repleto, hacen fila por los turnos”, indicó el encargado de cuidar el sitio.
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