
El senorio Caranqui y su legado en la Sierra
En el Museo Arqueológico de Atahualpa, ubicado en el Centro Cultural El Cuartel, de Ibarra, provincia de Imbabura se conserva celosamente el legado y vestigios de los Caranquis, uno de los señoríos étnicos del norte del país.
En el Museo Arqueológico de Atahualpa, ubicado en el Centro Cultural El Cuartel, de Ibarra, provincia de Imbabura se conserva celosamente el legado y vestigios de los Caranquis, uno de los señoríos étnicos del norte del país.
Entre sus muros el tiempo se ha detenido. El escritor y periodista Juan Carlos Morales explica que con la exposición permanente de los vestigios se busca que los imbabureños conozcan sobre los antiguos habitantes.
Se trata de los hombres y mujeres que vivieron entre 1250 hasta 1550. Su territorio según Morales iba desde el sur de Pichincha y toda la provincia de Imbabura (Guayllabamba hasta el Valle del Chota). Morales cuenta que los Caranquis lograron entender y controlar los diversos pisos ecológicos a través de una infraestructura agrícola de canales, terrazas y camellones. Los Caranquis practicaban la reciprocidad y prefirieron comerciar entre hermanos antes que crear un imperio, según contó.
Por ejemplo intercambiaban productos con gente de Salinas donde había sal, las papas las traían de Pasto y el ají de la zona de Lita. Es por eso que compartían las cosechas como el maíz, que es parte de la cultura imbabureña y que perdura hasta estos días.
En el museo se puede conocer que durante dos décadas, los Caranquis se resistieron a la expansión de los Incas hasta perecer en Yahuarcocha. En 1550 comenzó la batalla y defendieron su territorio con sus aliados los Pastos, Quitus y Cayambis. Aunque los Caranquis fueron exterminados, primero por los Incas y luego por los españoles, los Incas no lograron modificar su cultura, pues solo estuvieron 30 años (17 de ellos peleando).
La guía del museo, Susana Vásquez, explicó que en Yahuarcocha tuvo lugar el último episodio de la guerra entre los Caranquis e Incas. La última campaña de conquista del inca, Huayna Cápac se concentró en la conquista de la gran fortaleza de Caranqui. La victoria se consiguió luego de tres enfrentamientos.
La población masculina pereció y solo quedaron vivos los muchachos. Desde ese momento empezó a conocerse como Yahuarcocha, lago de sangre. Los Caranquis adoraban a las montañas como el Taita Imbabura y la Mama Cotacachi porque podían verlos en su geografía.
Además reverenciaban a la laguna, las vertientes y ríos. Existen además las muestras de las deformaciones craneanas, que es una alteración normal del cráneo mediante la utilización de objetos. Era un rasgo cultural, caracterizó a varios pueblos americanos respondiendo a diferentes cánones de belleza, de jerarquía y etnicidad. Se le colocaba unas tablas alrededor de la cabeza para atarla con una cinta y mostrarlo a los habitantes.
Museo
Varias características
El término Caranqui engloba los diferentes pueblos que habitaron la Sierra Norte antes de la llegada de los Incas. Son varias las características culturales que definen el periodo Caranqui. La construcción de tolas es la más significativa. A través de los montículos artificiales realizados en tierra y cancagua y de planta cuadrada o circular servían para las construcciones de tipo religioso, astronómico o habitacional, disponiéndose muchos de ellos enterramientos colectivos o individuales. Los vínculos familiares eran la base de la organización social.
Cada uno mantuvo sus propias señas de identidad.
En el Museo Arqueológico de Atahualpa existen muestras que fueron encontradas en la parroquia de Caranqui, pero también en Yahuarcocha del primer pueblo asentado que era el Caranqui. Entre las piezas hay collares, orejeras, flautas, etc.