Siete candidatos no llegaron al 1 % de votación popular y pelean por el último lugar
Paúl Carrasco y Giovanni Andrade tienen un empate técnico en el último puesto. Se cuestiona la necesidad de reformas
La pugna no es solo por saber quien entrará a la segunda vuelta electoral. Entre varios candidatos a la Presidencia de la República también hay una competencia reñida por saber quien será el último. El que usó fondos estatales y tiempo en medios de comunicación para obtener un mínimo de apoyos de la ciudadanía.
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Leer másEn esa carrera hay al menos siete nombres que no alcanzaron ni el 1 % de votos. Carlos Sagnay, César Montúfar, Giovanni Andrade, Gustavo Larrea, Guillermo Celi, Juan Fernando Velasco y Paúl Carrasco. Este último ocupa la última casilla con 18.009 votos.
Carrasco, que fue exprefecto del Azuay, tiene un empate técnico con Andrade por el último lugar. Ambos tienen una votación equivalente al 0,22 % del electorado.
Esa cifra, como ejemplo, es menor a la población de Pomasqui, parroquia rural del noroccidente de Quito. Ahí, espacio pequeño y con servicios básicos limitados, hay unos 28.910 ciudadanos.
La comparación es aún más llamativa si se muestra que la votación de los tres últimos candidatos -Paúl Carrasco, Giovanni Andrade y Carlos Sagnay-, en conjunto, equivale al número de asistentes al concierto que brindó la agrupación The Beatles, en Estados Unidos, durante 1965. El único show de la banda inglesa en ese país.
Para el analista y expresidente del Seguro Social, Hugo Villacrés, el país gastó recursos en movimientos que no llenan las expectativas del elector. A su criterio, hay que repensar las condiciones que se imponen para permitir una u otra candidatura.
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Leer másEl consultor político Daniel Molina está de acuerdo con esa reforma y agrega que los candidatos solo buscaron su beneficio y exposición mediática. El efecto negativo es que ese afán personal perjudicó la consolidación del voto y la mayor exposición de los candidatos que si tenían mayor chance.
Incluso pone un ejemplo concreto. El debate pierde su esencia y se debilita en la medida que hayan más candidatos, "porque las ideas dejan de ser contundentes y los ciudadanos se suelen cansar rápidamente".