Sobrevivientes de la matanza Perruna
En El COIP, el artículo 249 dice que si se causa la muerte a una mascota o animal de compañía, hay pena privativa de tres a siete días.
Fue una matanza perruna. Y empezó el viernes 12 de julio... Tres refugios de perros en Quito fueron atacados. Un atentado múltiple que dejó 32 muertos (hasta el 19 de julio). Pablo Guamán, administrador de Lucky Bienestar Animal, cuenta que en la tarde repartió el alimento que había sido donado (al igual que en los otros dos centros) en un comedero comunal. La muerte fue inminente. A los diez minutos, Osa convulsionó y sangró por sus orificios. Fue la primera en partir. Más tarde, otro. Y así... Simultáneamente, en Acción Animal Ecuador y Defensa de la Vida Animal experimentaban los mismos síntomas. ¿Estaba el alimento envenenado? Sería la única explicación. El sábado 13 de julio la noticia ya se había difundido, incluso, en medios internacionales. Pero entre tanta tristeza, hubo perros que vencieron a la muerte... Y en la semana de conmoción, este Diario fue en busca de las historias de los seis sobrevivientes del ataque ‘venenoso’ y construyó el perfil del ‘odiador’
Negrita. Un mes atrás, esta perrita mestiza de pelaje oscuro vagaba en un botadero de basura en Carapungo, norte de Quito. Se movía entre las fundas de desechos buscando alimentos. Hasta el 24 de junio de 2019. Un ‘ángel’ reportó su situación a Lucky e inmediatamente la rescataron y llevaron al refugio. Estaba en estado crónico de raquitismo. Tenía las plaquetas bajas y apenas pesaba 1,5 kilos. Nerviosa, nunca había recibido cariño, temía al ser humano... al poco tiempo, su salud se estabilizó. Con dos años y ocho meses, llegó a pesar 3 kilos y a medir 25 centímetros. Lamentablemente ella fue uno de los 38 canes que ingirieron comida supuestamente envenenada. Pero, como una verdadera sobreviviente, se repuso. Increíble. Fue la primera en hacerlo. Quienes la cuidan en el refugio creen que como hasta hace poco era una perrita callejera, tiene las defensas mucho más altas que los demás.
Brom. Este perrito de pelaje negro y barba blanca recién había llegado al centro. Seguramente su historia no guarda mucha diferencia con la de los demás. El centro le abrió las puertas y, aunque “no se adaptaba bien”, le dieron mucho cariño. Ahora, tras haber ingerido la comida supuestamente envenenada, se recupera cada día.
No son todos los sobrevivientes. Aunque en la Asociación Defensa de la Vida Animal (ADVA) ninguno logró esquivar a la muerte, en Acción Animal Ecuador sí. Lo cuenta la voluntaria Catalina del Hierro: la fundación recibe el alimento en tres puntos de acopio y este llega al refugio en Píntag. Allí, nueve perros ingirieron las croquetas; de ellos, solo pudieron salvar a tres. Al principio creyeron que se trataba de una intoxicación. Y no. Las evidencias muestran lo contrario. Según Héctor Fundero, veterinario de una de las clínicas que apoyan a los rescatistas, la comida habría sido mezclada con carbamato u organofosforados, los ingredientes para matar ratas. Las víctimas respondieron a la atropina, su antídoto.
Koala. Aunque su nombre sea el de un marsupial y ella sea una perra, su historia empieza en un gallinero. Vivía con las aves, sin agua ni comida, encerrada con mallas para que ni ella ni las gallinas pudieran escapar. Un vecino de Conocoto, oriente de Quito, al ver el estado en el que se encontraba reportó su situación. Arriesgándose a todo, los cuidadores del refugio Lucky se metieron a la casa y, entre heces, sacaron a la perrita, que compartía ese espacio insalubre con otro más de su especie... Él, a diferencia de Negrita, empeoró tiempo después. Su cuidador cree que Koala no ingirió directamente el alimento supuestamente envenenado, sino que pudo haber comido algún rezago: vómito de los que sí lo hicieron... Para salvarla la sometieron a una terapia de fluidos (hidratación con antídotos)... y, con un final feliz, logró reponerse... Con ocho meses, sobrevivió, no para contarlo sino para ladrar.
Bones. Escapó de la muerte una vez. El pasado 23 de agosto, en la vía a Marianitas, norte de Quito, este perrito de pelaje café fue atropellado. Dos de sus cuatro patitas quedaron completamente destrozadas. Junto a él, otro can, al que bautizaron como Pelos, no quiso separarse (pronto se convertiría en su fiel compañero). ¡Qué muestra de hermandad! Bones fue intervenido de emergencia, una cirugía muy compleja. Pero fue tan bien hecha que logró recuperarse y volver a caminar con normalidad. Con cinco años, sobrevivió. Pero... nadie pronosticaría que el pasado fin de semana, el mismo perrito, el que alguna vez ya luchó por quedarse en la tierra, tendría que volver a batallar para vivir, esta vez por haber ingerido supuestamente comida envenenada. Internado en una clínica veterinaria, el animalito, como un guerrero perruno, se repuso. Pues alguien lo espera. ¡Pelos! Y en Acción Animal Ecuador aguardan que ambos encuentren un hogar. Una alegría en medio de tanta la tristeza.
Linda y Cris. La primera, con dos años y medio, llegó a Acción Animal Ecuador desde Urbanimal hace diez meses. Al parecer fue rescatada con otros ejemplares de su especie en el centro histórico de Quito. La segunda fue encontrada hace un año en el sur de Quito con un problema en un hombro. No podía moverse. Cojeaba. Creían que era un tumor, pero tras revisarla determinaron que era un absceso con pus. La causa: un fuerte golpe. Las dos, otras sobrevivientes, fueron internadas en una clínica veterinaria. Bajo observación y con cuidados permanentes, ahora se encuentran en buen estado. ¡Fin!
Nicole Dancoso, de ADVD, explica que ahora su mirada está puesta en el causante de estas muertes. No es la primera vez que le ocurre a esta organización algo así. “Antes hemos sido atacados con piedras, veneno...”. Andrés Fierro, asesor del alcalde Jorge Yunda, ha dejado algo en claro: “¡No vamos a parar hasta que aparezca el responsable de este atentado!”. Añadió que ya se presentó un proyecto de ley que busca endurecer la pena por matar animales en el país: si ahora es de tres a siete meses, la propuesta va de 1 a 3 años.
Perfil del ‘odiador’ de mascotas
Aún no se ha identificado al autor. Tampoco se conoce si se trató de una persona o de un grupo. Lo que sí pueden decir los expertos es que aquel que se atrevió a hacerlo es un “resentido” y tiene “complejos de superioridad”, señala Pablo Guamán, de Lucky. En cambio, Catalina del Hierro, de Acción Animal Ecuador, señala que el ‘odiador’ es una persona enferma que, según ella, debe estar gozando del daño que logró. Además cita un estudio del FBI que determina que quienes son violentos con los animales terminarán siéndolo con los seres humanos.