Historias de futuros truncados por la violencia criminal en Ecuador
Víctimas de asaltos o sicariatos cuentan las afectaciones físicas y emocionales. Las cifras no recogen las lágrimas
Los sicarios se lo llevaron todo. Los hijos que un día anheló tener, los desconocidos parajes que sus ojos soñaron ver, los abrazos, las caricias y las fuerzas para trabajar y sostener a su familia.
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Todos los proyectos de Renato Ortuño, de 38 años, le fueron arrebatados el día que fue víctima de un intento de sicariato. Fue el 23 de junio de 2023. Recibió cuatro balas, una de estas le destrozó las vértebras y cercenó una parte de la médula espinal. El resultado: cuadriplejía.
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Leer másEs solo una palabra de 12 letras, pero sentencia tanto su presente como su futuro. Ortuño vive preso en casa, paralizado de brazos y piernas, depende por completo de la asistencia de otros y cuando dice otros se refiere casi exclusivamente a su esposa Daniela Bertero.
Han pasado un año y cuatro meses desde el atentado y hasta el momento no sabe quién pagó 1.000 dólares para matarlo o cuál fue la motivación. Con su profesión de abogado corporativo nunca manejó casos de narcotráfico o defendió empresas involucradas en delincuencia.
“No descarto la tesis de la confusión. Ese día cambié de carro con mi esposa y los sicarios me siguieron desde la salida de mi casa hasta la entrada del edificio”, cuenta Ortuño.
Las secuelas de la violencia criminal en su vida van más allá de lo físico. Cuenta que ha sido como estar en una montaña rusa de emociones: alegría por la vida, esperanza por encontrar un tratamiento, decepción por un sistema judicial y deseos de que todo acabe pronto. “Ha habido días en los que me he acostado esperando no despertar”.
Uno de los sicarios fue capturado y, tras el juicio, recibió 22 años de cárcel. Para Ortuño eso es una pena muy leve. “Él es más libre que yo. Puede moverse, comer por sí mismo”.
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Para mejorar su calidad de vida, Ortuño comenzó una campaña en GoFundme para recaudar fondos. Esta se llama “Ayúdame a caminar-Help me walk after assassination attempt”. El objetivo es conseguir 215.000 para acceder a un tratamiento en México, que incluye la implantación de un neurotransmisor.
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Leer másLa historia de Daniel Esteban Chica, un colombiano de 27 años, que migró hacia Guayaquil, por un empleo, es similar. Él también ha pagado un costo muy alto por sobrevivir.
Llevaba ocho meses trabajando en una fábrica de empaques, cuando en noviembre de 2022 fue atacado por delincuentes. Recibió un disparo en el cuello. Estuvo en una UCI en Guayaquil durante 20 días, hasta que fue dado de alta. Pero ahora es cuadripléjico. Depende de su madre. Ella lo alimenta, lo baña y lo cambia de posición para que no se le hagan escaras.
Es su historia, pero podrían ser la de muchas familias ecuatorianas que han sido víctimas de la violencia o que han sobrevivido a un atentado.
Las cifras de homicidios
Aunque las cifras oficiales hablan de una reducción del 36% de los homicidios en este año con respecto a 2023, la paz está lejos de llegar a los hogares. 5.295 personas han sido asesinadas entre el 1 de enero y el 20 de octubre.
Diego Oviedo es otro sobreviviente de la violencia. Su vida cambió el 1 de diciembre de 2023, cuando fue secuestrado drogado y lanzado desde un vehículo a alta velocidad, en Quito. Eso le ocasionó lesiones permanentes que lo dejaron en una silla de ruedas. Era un reconocido abogado y por unos dólares le quitaron sus proyectos.
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