Subsidio a los combustibles

El ministro del ramo le informará al presidente de la República que el subsidio al consumo de combustibles constituye una pesada carga para el fisco pues es de alrededor de $1,900 millones, pudiendo escalar, con la subida de precios, a $4,000 millones; pero el tema de los combustibles de ninguna manera puede reducirse a una cifra, y la política a seguir no puede basarse en las conclusiones que se arrancan de dicha cifra.

El país importa alrededor de 54 millones de barriles de derivados del petróleo y gas. De este total, el mayor componente de importaciones corresponde al diésel (44%); el resto, a las naftas y gasolinas (35%), y al gas de uso doméstico (21%).

Respecto del diésel, su uso se divide entre el transporte público y de carga, y la provisión de electricidad. En este último rubro no existe ningún subsidio. Las tarifas eléctricas son ampliamente superiores al costo marginal de generación, transmisión y distribución. Existe además un subsidio cruzado que, efectivamente, constituye un impuesto de 10% en las facturas de ciertos consumidores, y el pliego tarifario es ascendente al punto que, en el mercado residencial, se puede llegar a tarifas superiores a los $0.60 centavos por kilovatio/hora. Finalmente, es paradójico que no obstante haberse hecho inversiones superiores a $14,000 millones en generación hidroeléctrica (que serán pagados por los contribuyentes) la única realidad es que, si algún subsidio existe, éste le es otorgado a los revendedores de Colombia y Perú a quienes se les vende la electricidad a precios que constituyen verdaderas gangas.

Respecto de las gasolinas, los ecuatorianos pagamos los aranceles más altos existentes en la región a la importación de vehículos, a su rodamiento y matriculación, y a inexistentes acciones de protección ambiental, pues la calidad de los combustibles importados es mala. Estos impuestos constituyen un contrapeso al supuesto subsidio. Finalmente, el subsidio al consumo de gas constituye un elemento de la política de amparo social para los hogares ecuatorianos, pero es un combustible cuyo costo tiende a la baja, y el elemento de subsidio es menguante.

Se puede establecer un esquema moderno de importación de derivados: no lo dudamos. De la misma forma, no dudamos que el déficit fiscal no se origina en este ámbito de la política pública.