La tarjeta desaparecio; el calendario agoniza
Las tarjetas navideñas familiares son, en la actualidad, cosa del pasado. La tradición se fue perdiendo y las imprentas, solicitadas para esa labor, ya no brindan el servicio.
Las tarjetas navideñas familiares son, en la actualidad, cosa del pasado. La tradición se fue perdiendo y las imprentas, solicitadas para esa labor, ya no brindan el servicio.
“Ahora solo mandan un mensaje por redes sociales y se acabó”, dice Nicanor Hernández, dueño de Imprenta Hernández.
Sin embargo, otro producto impreso de esta época, el calendario navideño, aún subsiste. En esta imprenta, ubicada en Avenida del Ejército y Colón, los hay de todos tamaños y precios.
“Es lo único que ha sobrevivido a la industrialización. Antes, desde agosto me pedían trabajos de Navidad; ahora ha explotado muy tarde y cada vez es menos”, añade Hernández.
Los precios fluctúan desde $ 2 las 100 unidades de bolsillo, hasta $ 30 los de 33x55 centímetros.
Pero los calendarios están destinados a ser un gesto de agradecimiento al cliente por su fidelidad, mas no un regalo a vecinos o amigos. Las empresas y microempresas acaparan la demanda de este producto y las familias que lo solicitan son contadas con los dedos de una mano.
Impresos D & C es otra opción en la misma calle. El local, que cuenta con impresión litográfica y computarizada, recibe pedidos de calendarios navideños desde noviembre.
“Después de Halloween las empresas recién nos buscan para que ya tengamos listos los calendarios, por lo general son almacenes que ofrecen productos navideños para decoración o artesanías, y necesitan publicitarse por medio de recuerdos”, explica la propietaria, Clara Chávez.
Diciembre es el mes del comercio acelerado, las calles colmadas y los clientes cazaofertas. Estos buscan por costumbre que su compra venga acompañada del ‘calendario navideño’.
Pero aún así, también este producto siente la crisis. No solo en la cantidad de ejemplares solicitados, sino en el tamaño.
“Debido a la situación económica, la gente nos busca más porque ponemos a disposición el minicalendario, que es para cargarlo en la billetera”, señala la dueña de la imprenta.
En todo caso, las familias y grupos de amigos que conservan la tradición de acompañar una taza de chocolate caliente e intercambiar tarjetas de Navidad personalizadas, deben buscar alternativas, porque las imprentas del Puerto Principal han cerrado ya ese capítulo comercial.