El Telon, un microteatro que va andante por Quito
El telón es un símbolo teatral. Las cortinas de terciopelo rojo abriéndose a los lados mientras se desvelan las luces y el escenario puede ser la primera imagen del teatro que se nos cruce por la mente; pero en Quito un emprendimiento artístico ha pres
El telón es un símbolo teatral. Las cortinas de terciopelo rojo abriéndose a los lados mientras se desvelan las luces y el escenario puede ser la primera imagen del teatro que se nos cruce por la mente; pero en Quito un emprendimiento artístico ha prescindido de este elemento pero le hace homenaje en su nombre.
Sebastián Bravo y Alejandra Coral llevan con este proyecto desde hace un año. Paula Llerena también fue idearia de este concepto que retoma las microobras pero se aleja del concepto tan difundido del microteatro español.
Esta propuesta quiteña se modificó desde la visión de Sebastián y Alejandra, quienes a falta de espacio físico han llevado su arte entre los locales que quieran admitir fusionar su fina gastronomía con la vida del teatro.
“Todo nació como una prueba, teníamos ganas de crear contenido. Pero ahora ya pasado un año si lo consideramos un proyecto en proceso de consolidación. Ya hemos probado que funciona pero estamos intentando captar más público. Además tenemos mucho que ofrecer para auspicios y artísticamente”, comentó Sebastián.
Las obras presentadas son todas inéditas y de artistas locales, al igual que los actores que participan en las funciones. Para el dramaturgo su formato se “quiteñizó”, puesto que han recorrido la ciudad entre sus seis temporadas, activos entre el centro, norte y Cumbayá. El restaurante se acondiciona para que las mesas den paso a la pequeña tarima que dejará ver tres obras seguidas.
El pasado sábado culminó su sexta temporada que estaba inspirada en la infidelidad. Sus promotores tienen como principio mantener la informalidad del formato pero alejarse de la banalidad de los temas propuestos.
Un tema cada vez
El pasado sábado fue el cierre de temporada para El Telón. Las personas que asistían al Recetarium Gastro-Café ya estaban preparadas para enfrentarse a las infidelidades. Las risas nerviosas y los asombros dejaron claro que los chistes y los diálogos les tocaban.
¿Qué onda con la gente?, ¿qué onda con la escena artística? Son las preguntas que se hacen los directores de este formato cada día de funciones (jueves o sábado, dependiendo del mes) pero la respuesta es cada vez más cercana a que tienen un público fiel.
Durante el año anterior tuvieron 1.200 asistentes y esperan mantener vivo el interés. En abril iniciará El Teléfono, una temporada que contará en clave de humor todos los enredos y malentendidos del día a día.